grandes dimensiones-. Tengo aqui una gama que va de egipcios y sudaneses a arabes y bereberes.

– ?Como consiguio todo ese material? -quiso saber el medico veterano-. No puede proceder unicamente de su Instituto de Madrid.

– La mayor parte me la procuro un buen amigo que trabaja en el Departamento de Cobaltoterapia del Gran Hospital. Es especialista en tumores cerebrales y, por supuesto, saca muchisimas radiografias con su nuevo escaner. Otra procede de discipulos mios que ahora ejercen en Ceuta, Melilla, El Aiun y El Cairo. En Madrid tengo una enorme coleccion, pero solo he traido los tipos basicos, para la identificacion inicial.

Pelaez retiro la primera serie de placas y expuso la segunda, correspondiente a los subtipos norteafricanos.

Los patologos gaditanos compararon las nuevas placas con la radiografia craneal del cadaver por identificar. Se les veia muy interesados.

– Parece de tipo bereber -dijo el mayor.

– Lo mismo opino -convino su joven companero-. Su sistema resulta impresionante, doctor.

– Las tablas de calculo son utiles -comenzo Pelaez-, pero nada ofrece la exactitud del comparar con prototipos reales. Creo que podemos decir con bastante seguridad que nuestro hombre es un bereber del norte de Africa. Lastima que falte toda la dentadura. Como veran, le extrajeron todas las piezas, exceptuando un tercer molar sin salir y los raigones de dos segundos molares. Es curioso que no llevara protesis cuando lo encontraron. Es seguro que usaba dentadura postiza, porque observe indicios de friccion en las encias, que aparecian aplanadas. ?Con que fin se tomarian la molestia de quitarle las protesis al cadaver? ?Quiza para evitar una posible identificacion?

– Y en cuanto a la profesion -apunto el medico joven-, ?podemos determinar algo?

– Examinemos las radiografias de las tibias -dijo Pelaez, en tanto colocaba otras dos placas en la pantalla-. ?Ven esas senales de presion en la parte inferior? Significan que tenia costumbre de acuclillarse, que es como suelen sentarse en el norte de Africa. Y me parece que poco mas podemos deducir, salvo que estaba en excelente forma fisica, con una musculatura bien desarrollada. No hay duda de que era un individuo activo, que hacia vida al aire libre… ?ven el curtido de la piel en los hombros?

– ?Un militar? -aventuro el medico veterano.

– Muy bien podria ser -repuso Pelaez-. ?Repararon en el aplanamiento de los pies? Probablemente debido a las marchas o a las guardias. Y tambien lleva muy corto el pelo, cosa que respalda la hipotesis.

– ?Y ese tatuaje en la parte de arriba del brazo izquierdo? -pregunto el patologo joven-. A causa del contacto con el agua y de la putrefaccion, que lo desdibujaban, no pudimos sacar nada en claro.

– Bien, pues lo probaremos de nuevo -dijo Pelaez-. ?Pueden llamar otra vez al fotografo? Supongo que dominara la fotografia de infrarrojos y ultravioleta. Inyectando glicerina bajo la piel, hare que resalte el dibujo.

A las doce menos cuarto de aquella manana, Pelaez y los dos patologos gaditanos se dedicaban a examinar perplejos las fotografias de infrarrojos recien reveladas.

– Un dibujo que no dice nada, ?verdad? -comento el medico joven, con la mirada fija en la foto del tatuaje que el cadaver exhibia en el brazo izquierdo.

– No -reconocio su paisano-. Y no se trata ni de una frase ni de una palabra…, solo hay unos cuantos palotes.

Pelaez le dio la vuelta a la instantanea.

– Creo que lo estamos mirando boca abajo. Comparemos la posicion con el original -y, tirando del cajon del refrigerador, levanto, a la altura del torso, la sabana que cubria el cadaver-. ?Ven la mancha hipostatica que tiene debajo del codo? Pues la foto hay que mirarla por este lado.

– Yo sigo sin verle significado alguno -declaro el patologo joven.

– Me parece que esta en arabe -exclamo Pelaez-. Se diria que hay cinco caracteres. Aunque no he estudiado esa lengua, la he visto escrita a menudo. Vamos a necesitar los servicios de un arabista. ?Hay alguno en la ciudad?

– En la universidad, sin duda -dijo el gaditano de mas edad-. Por lo menos, esto confirma su opinion de que el muerto es bereber.

– Le pasare estas fotos a Bernal tan pronto como la mecanografa haya terminado el informe -manifesto Pelaez-, y que el estudie con el arabista el significado del tatuaje. Nosotros hemos hecho cuanto podiamos.

A mediodia el levante soplaba con renovada fuerza, barriendo el embarcadero de tablas de Sancti Petri y levantando desagradables remolinos de polvo en las callejas del pueblo, envueltas en una neblina tremula y caliginosa.

Interrumpiendo su registro un tanto desordenado de la zona del embarcadero, Bernal fue a reunirse con el contraalmirante Soto, que esperaba, abatido, en el asiento trasero del coche oficial.

– En cuanto llegue Miranda, le pondre al frente de las pesquisas y, camino de Cadiz, le dejare a usted en San Fernando, contraalmirante. Tengo que averiguar a que hora llega Varga, porque necesitamos un profesional experimentado y un tecnico en huellas que examine la caseta.

– Si es preciso, comisario, puedo mandarle unos cuantos hombres de la Segunda Bis de San Carlos.

– Muy amable por su parte, pero confio que no nos hagan falta. Lo que no entiendo es por que se retrasa nuestro equipo tecnico. Salieron de Madrid ayer, en coche.

En tanto decia eso, vieron un furgon color castano que se acercaba, precedido por un Seat 131 negro, por el polvoriento camino que venia de El Molino de Almaza.

– Vaya, si parece que ahi llegan -exclamo Bernal animadamente-. Y les acompana Miranda. Al recibir el mensaje radiofonico que enviamos, habra comprendido que necesitamos inmediatamente el equipo tecnico.

Varga salto del furgon en el momento en que este se detenia junto al fondeadero y se acerco a Bernal.

– El vehiculo se nos averio en las afueras de Jaen, jefe, pero con ayuda de un mecanico de la zona, conseguimos arreglarlo para salir del paso. ?Que ocurre por aqui?

– Estamos buscando a un guardia civil retirado, un sargento de Vigilancia de Costas que se llama Pedro Ramos y ha desaparecido. Vive en esa caseta. Fragela, que esta al frente de la jefatura de Cadiz, el capitan Barba, Lista y yo hemos hecho un primer registro de esos barracones vacios. Lo que ve ahi es el velomotor del desaparecido; lo hemos sacado del canal, por el lado este del muelle. Pero de el, ni rastro. Y este condenado viento esta levantando una polvareda del demonio y es imposible dar con ninguna huella.

– ?Han mirado debajo del embarcadero, jefe?

– Todavia no, Varga. La marea esta muy alta aun, y el contraalmirante dice que tardara cuatro horas y media en bajar. La moto estaba hundida en el cieno de la orilla.

– ?Quiere que le saque huellas en la caseta, jefe?

– Si, por favor. Y registrala a fondo. Seguramente la Guardia Civil tendra las huellas de Ramos en sus archivos de Chiclana.

A continuacion fue Miranda quien se acerco, procedente del Seat oficial, a cuyo chofer habia estado dando instrucciones.

– Ya que ahora tenemos un coche mas, jefe, usted puede volverse en el a Cadiz y dejarnos a nosotros este furgon. Navarro me manda decirle que espera en breve la llegada de Elena y de Angel.

– Estupendo, Miranda. Tengo interesantes planes para los dos. ?Quieres quedarte a dirigir las pesquisas en colaboracion con Fragela y el capitan Barba? Yo entretanto regresare para organizar las cosas con Navarro. Nos cuidaremos de que os envien provisiones y bebida. No anochece hasta las siete y media.

– Por las provisiones no se preocupe, jefe. En Cadiz, en jefatura, nos han cargado de comida, mas que nada pescado frito, y han anadido dos cajas de cerveza Cruzcampo.

– Pues aprovechala tu, Miranda. Yo sigo un poco indispuesto por las ostras gigantes de ayer. Y ademas, conviene que llegue a tiempo de hablar con el obispo sufraganeo.

– ?El obispo? -pregunto Miranda con cierto estupor-. ?Anda la Iglesia metida en esto?

– Espero que no, pero nunca se sabe.

Al llegar a los modernos locales que tenia la Policia Judicial a la salida de la Puerta de Tierra, Bernal comprobo que Navarro habia organizado esplendidamente la oficina y montado una mesa de trabajo y un sistema

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