estadounidenses para la oficialidad. Afortunadamente habia conseguido copias de las fichas de registro del casino. A buen seguro Bernal querria que los Servicios de Informacion de la Marina investigasen la identidad de los tres interesados.
7 DE ABRIL, MIERCOLES
Bernal habia salido de su hotel a las ocho menos cuarto de la manana, en compania de Lista, a fin de reunirse con Navarro en la sala de operaciones antes de acudir a la cita que tenia con el contraalmirante en San Fernando. Aunque le dio tiempo de escuchar la grabacion enviada por Angel Gallardo, la comprendio todavia menos que su joven inspector. Necesitaban con urgencia una traduccion completa.
En la Capitania General, en San Fernando, y despues de recibirle con su habitual afabilidad, Soto le puso al tanto de los acontecimientos de la noche anterior.
– Aunque esta vez no hubo ninguna senal luminosa, comisario, en las pantallas de radar se han registrado unos misteriosos movimientos entre el cabo Trafalgar y la isla de Sancti Petri. Como aquello no estaba justificado, mande hacia alli a dos patrulleras, pero no han visto nada. Y luego interceptamos el mensaje de radio, el que le lei por telefono.
– ?Hubo respuesta a ese mensaje?
– No, y eso es lo extrano. La transmision de Melkart se repitio dos veces, y luego, silencio. Es posible que los destinatarios contestasen utilizando una frecuencia que nuestros radionavegantes no consiguieron localizar, aunque lo intentaron.
– ?Que significa «Eritrea» para usted?
– Nada, como «Melkart».
– Bien, yo he encontrado, algo es algo, una referencia a Eritrea en la historia de Cadiz de Alfonso de Castro. En la pagina trece. Le he traido una fotocopia. Como vera, no es mucho lo que he avanzado en esa pesada lectura, pero le he dejado el libro a Navarro, para que mis inspectores lo revisen y vean si tambien sale «Melkart».
– ?Y que significa «Eritrea», comisario?
– Como podra comprobar, se considera un antiguo nombre de la isla donde construyeron la primitiva Cadiz.
– Asi pues, ?cree que han sacado de la historia antigua esos nombres cifrados?
– Es posible, aunque me pareceria un gran descuido por parte de ellos, porque una vez descifrado el primero, se pueden conseguir todos los demas. Un sistema bobo y completamente caido en desuso. Advertiria usted que la fecha que cita el mensaje es el proximo sabado, dia diez. Pues bien, una agente que tengo en Cadiz ha descubierto una operacion prevista para esa misma noche, en el fuerte militar de Santa Catalina. Le he traido copia del informe. Y tambien quiero advertirle que lo he hecho llegar a la JUJEM, en Madrid, que esta tomando ciertas medidas al respecto.
Soto, preocupado, leyo el informe de Elena.
– El problema que se nos plantea, contraalmirante, es el siguiente -continuo Bernal-: ?existe alguna relacion entre el complot de Santa Catalina y el caso Melkart? Este ultimo, indudablemente, tiene que ver con el submarinista muerto y con el asesinato del sargento de la Guardia Civil.
– A primera vista parece improbable. El caso Melkart ha sido enteramente naval hasta ahora, mientras que este otro asunto -Soto blandio el informe de Elena-, por las trazas, esta relacionado con el ejercito, quiza con oficiales disidentes, de esos que aun tienen cuentas por saldar.
– Hemos de hablar otra vez con los americanos y obligarles a poner las cartas sobre la mesa -dijo Bernal, no sin energia-. Acabo de leer en la jefatura de Cadiz el informe cursado por el agente que tengo en Rota, que siguio hasta el casino del Puerto a unos visitantes marroquies que se reunieron alli, en una sala privada, con tres oficiales de la Marina estadounidense. Lo que mas me interesa es cierta grabacion de lo que hablaron. La he estado escuchando, pero no la comprendo. ?Cuentan aqui con algun interprete que la pueda traducir?
– Si, dare instrucciones inmediatamente.
– Estupendo. Aunque eso no se lo vamos a decir de momento al comandante americano, tengo fotocopias de la documentacion de esos tres oficiales de la Marina estadounidense. Podriamos preguntarle a Weintraub que funcion desempenan en Rota. Si no otra cosa, nos dara una base de negociacion.
El tiempo iba mejorando cuando, saliendo de Capitania, tomaron la Nacional VI en direccion a Rota: ya no soplaba el levante, y el sol calentaba. Al salir del Puerto de Santa Maria por la comarcal, Bernal se quedo asombrado al ver la cantidad de flores que habian surgido como por arte de magia al borde de los campos, entre las piedras, y en los vinedos. El Super Mirafiori se detuvo suavemente a la puerta de la base naval, donde los guardias de ambas Marinas examinaron los pases de los visitantes. El coche se puso en marcha de nuevo y les dejo frente al edificio de Seguridad.
El comandante Weintraub les recibio debidamente uniformado en esa ocasion; le acompanaban dos ayudantes y el mismo interprete de la primera visita. Soto dejo que hablase el comisario, el cual paso directamente a la ofensiva.
– Creo que el otro dia no acabo usted de ser franco con nosotros, comandante, y nos hemos visto obligados a descubrir cosas por el camino menos facil. Aunque es posible que en aquel momento no dispusiera usted de la informacion que nos interesaba, lo cierto es que han surgido novedades y ahora tenemos otra muerte por esclarecer: la de un sargento de la Guardia Civil asesinado en Sancti Petri, hecho que de momento hemos callado a la prensa.
El comandante, que fue poniendose serio segun escuchaba la traduccion, se digno quitarse el mojado puro de la boca, para decir cuanto lamentaba aquella desgracia, si bien no veia en que forma podia ayudarle al comisario la Marina de los Estados Unidos.
– Dejandonos examinar sus armas secretas de contraofensiva -replico Bernal-. En particular la que funciona a base de rayos laser.
Traducido eso, Weintraub miro con cierto desaliento a sus ayudantes.
– Bien, comisario, es posible que exista ese tipo de armas, pero ?que le hace pensar que dispongamos aqui de ellas?
– El informe de mi forense sobre la autopsia del submarinista. No deja duda al respecto, y nuestra Marina no dispone de armas de ese tipo.
– No negare que se hayan entregado armas contraofensivas de esas caracteristicas a nuestros hombres, con fines de adiestramiento, pero no se han empleado en accion, comisario.
Bernal escucho con aire solemne la version que daba el interprete de las palabras de Weintraub.
– Se uso una, en la persona del hombre rana identificado, y le causo la muerte -repuso con firmeza-. Estoy seguro de que su oficial de mando debe tener constancia de ese incidente, ocurrido hace casi dos semanas.
– No tengo autoridad para tratar ese asunto con usted, comisario -contesto el comandante.
Como le parecio advertir menos seguridad en su tono, Bernal decidio presionar a su oponente.
– De ser ese el caso, tendre que pedir a Madrid que evacue la consulta sobre esta cuestion a un nivel mucho mas alto.
El comandante palidecio ante esa replica.
– Alto el carro, comisario, alto el carro. En primer lugar, no reconocemos que se haya producido incidente alguno en relacion con el empleo de esa nueva arma contraofensiva.
Como al oir esa traduccion Bernal hiciera ademan de levantarse y marcharse, Weintraub le pidio con una sena que volviese a su asiento.
– Es posible, sin embargo -anadio entonces-, que ocurriese un accidente en el curso de un ejercicio secreto de entrenamiento que se efectuo la noche del veintiuno de marzo, de resultas del cual un desconocido pudo recibir heridas graves. Ninguno de nuestros hombres resulto lesionado ni ha desaparecido. Y tanto la Marina como el Gobierno de los Estados Unidos rechazan toda responsabilidad en relacion con este asunto.
Bernal se dio cuenta de que el comandante habia leido la primera parte de una declaracion preparada exprofeso.