– Adelante. -No levanto la vista. Hacia mucho que no era capaz de mantener la atencion durante un parrafo entero; no iba a perder el ritmo ahora.
– Harry.
La pluma de Harry se detuvo. Se habia imaginado que seria el mayordomo con el correo vespertino, pero esa era la voz de su hermano pequeno.
– Edward -dijo, asegurandose de que sabia exactamente en que punto de la traduccion se habia quedado antes de levantar los ojos-. ?Que agradable sorpresa!
– Ha llegado esto para ti. -Edward atraveso la habitacion y dejo un sobre en su mesa-. Lo ha traido un mensajero.
En el exterior del sobre no aparecia indicado el remitente, pero la caligrafia le resulto familiar. Procedia del Departamento de Guerra y casi con toda seguridad seria importante; casi nunca le mandaban comunicados de esta indole directamente a su casa. Harry dejo el sobre a un lado con la intencion de leer su contenido cuando estuviese solo. Edward sabia que su hermano traducia documentos, pero no sabia para quien. Hasta ahora Harry no habia detectado en el indicio alguno de que le pudiera hacer depositario del asunto.
Sin embargo, la misiva podia esperar unos minutos. Ahora mismo Harry sentia curiosidad por la presencia de su hermano en su despacho. Edward no tenia por costumbre repartir cosas por la casa. Aun cuando la carta hubiera sido para el, con toda probabilidad la habria dejado en la bandeja del vestibulo para que el mayordomo se ocupase de ella.
De hecho, Edward no se comunicaba con el a menos que se viese obligado a hacerlo por influencias externas o por necesidad; necesidad que normalmente era de indole pecuniaria.
– ?Como estas hoy, Edward?
Este se encogio de hombros. Parecia cansado, tenia los ojos rojos e hinchados. Harry se pregunto hasta que hora habria salido la noche anterior.
– Esta noche Sebastian cenara con nosotros -anuncio Harry. Edward casi nunca comia en casa, pero Harry penso que quiza lo hiciese si sabia que Seb estaria alli.
– Tengo otros planes -dijo Edward, pero luego anadio-: aunque tal vez podria posponerlos.
– Te lo agradeceria.
Edward se quedo plantado en el centro del despacho, era la viva imagen de un chico enfurrunado y hosco. Ahora tendria 22 anos y Harry suponia que se consideraba todo un hombre, pero sus modales eran inmaduros y su mirada aun aninada.
Aninada, no juvenil. A Harry le preocupo lo demacrado que parecia. Edward bebia demasiado y probablemente durmiese demasiado poco, aunque no era como su padre. Harry no sabia con exactitud en que se diferenciaban, salvo en que sir Lionel siempre fue alegre. Menos cuando estaba triste y le daba por pedir perdon sin parar, pero en general a la manana siguiente no recordaba nada.
En cambio, Edward era diferente. El abuso del alcohol no lo volvia efusivo. Harry no se lo imaginaba encaramandose a una silla y deshaciendose en elogios acerca de lo
Harry era plenamente consciente de que no conocia a su hermano, de que no sabia que pensaba ni cuales eran sus aficiones. La mayoria de los anos de formacion de Edward los habia pasado fuera, en Europa, luchando junto a Seb en el decimoctavo regimiento de husares. A su regreso trato de reencauzar la relacion, pero Edward no quiso saber nada de el. Estaba aqui, en su casa, unicamente porque no podia permitirse una vivienda propia. Era el hermano pequeno ideal, basicamente sin herencia y sin aptitudes aparentes. Se habia burlado de la sugerencia que le habia hecho de que tambien se alistara en el ejercito, acusandolo de querer unicamente deshacerse de el.
Harry no se molesto en sugerirle el clero. Resultaba dificil imaginarse a Edward guiando a alguien hacia la rectitud moral y, ademas, no queria deshacerse de el.
– A principios de esta semana recibi una carta de Anne -menciono Harry. Su hermana, que se habia casado con William Forbush a los 17 anos y a la que todo le iba sobre ruedas, habia ido a parar nada mas y nada menos que a Cornualles. Cada mes le enviaba una carta a Harry repleta de novedades sobre su prole, y el le contestaba en ruso, insistiendole en que si no practicaba el idioma lo acabaria olvidando del todo.
Una de las respuestas de Anne habia sido la advertencia de su hermano, recortada de su carta y pegada en una nueva hoja de papel, seguida de la siguiente frase en ingles: «Esa es mi intencion, querido hermano».
Harry se habia reido, pero no habia dejado de escribirle en ruso. Seguramente ella se tomaba el tiempo de leer y traducir, porque cuando le contestaba a menudo le formulaba preguntas sobre cosas que el habia escrito.
Era una correspondencia amena; Harry esperaba siempre ansioso sus cartas.
A Edward no le escribia. Antes solia hacerlo, pero paro al darse cuenta de que el nunca le devolveria el gesto.
– Los ninos estan bien -continuo Harry. Anne tenia cinco hijos, todos chicos menos la ultima. El se preguntaba que aspecto tendria ahora su hermana; no la habia visto desde que se fue al ejercito.
Entonces se reclino en su silla, esperando. Lo que fuese. Que Edward hablara, que se moviera o que le diese una patada a la pared. Principalmente esperaba que le pidiese un adelanto de la mensualidad, ya que seguramente esa era la razon de su presencia alli. Pero Edward no dijo nada y se limito a arrastrar la punta del pie por el suelo, enganchando el borde de la alfombra de tonos oscuros y levantandolo antes de volver a bajarlo de un talonazo.
– ?Edward?
– Sera mejor que leas la carta -dijo Edward con brusquedad mientras se disponia a marcharse-. Han dicho que era importante.
Harry aguardo a que se hubiera marchado y a continuacion cogio la misiva del Departamento de Guerra. No era habitual que contactasen con el de esta manera; normalmente mandaban a alguien que le entregaba los documentos en mano. Giro el sobre, uso el dedo indice para romper el sello y luego lo abrio.
La carta era breve, unicamente de dos frases, pero clara. Harry tenia que personarse de inmediato en las oficinas del Edificio de la Caballeria Real Britanica de Whitehall.
Refunfuno. Algo que requiriese su presencia fisica no podia ser bueno. La ultima vez que lo convocaron fue para ordenarle que se hiciese pasar por la ninera de una anciana condesa rusa. No se separo de su lado en tres semanas. Ella se quejo del calor, de la comida, de la musica… De lo unico que no se quejo fue del vodka, pero porque se lo habia traido consigo.
Y, ademas, insistio en compartirlo con el. Comento que hablando Harry ruso tan bien como hablaba, no podia beber aquella bazofia britanica. La verdad es que en ese aspecto le recordaba un poco a su abuela.
Pero Harry no bebio, ni siquiera una gota, y se paso noche tras noche derramando el contenido de su vaso en una maceta.
Por extrano que parezca, la planta crecio. Muy posiblemente el mejor momento de la mision fue cuando el mayordomo se quedo mirando con asombro el milagro botanico y dijo: «No pense que esta planta daria flores».
Aun asi, no tenia ganas de repetir la experiencia. Por desgracia, casi nunca podia permitirse el lujo de decir que no. Lo cual no dejaba de ser curioso, porque
Harry contemplo fugazmente la posibilidad de concluir la pagina en la que estaba trabajando antes de salir, pero decidio no hacerlo. Lo mejor seria sacarselo de encima cuanto antes.
Y, ademas, la condesa habia regresado a San Petersburgo, era de suponer que para protestar por el frio, el sol y la falta de caballeros ingleses obligados a atender todos sus deseos.
Sea lo que fuere lo que quisieran de el, seguro que no seria tan horrible como la mision anterior.