El arqueo las cejas.

– Quiero decir que se leer -se apresuro a aclarar mientras la rabia crecia en su interior, tanto contra el como contra si misma-. Pero no me gusta mucho.

Las cejas de Harry seguian arqueadas.

– ?No esta bien que lo reconozca? -pregunto ella con descaro.

Los labios de Harry se curvaron en una tenue sonrisa y transcurrio un momento angustiosamente largo antes de que dijera:

– Usted no piensa antes de hablar, ?verdad?

– No muy a menudo -confeso ella.

– Pues intente hacerlo -replico el senalando hacia el libro-. Pense que le resultaria mas ameno que el periodico.

Era justamente la clase de cosa que diria un hombre. Nadie parecia entender que ella preferia las noticias de la jornada a los absurdos productos de la imaginacion ajena.

– ?Usted lo ha leido? -inquirio Olivia, bajando la mirada para abrirlo por una pagina al azar.

– ?No, por Dios! Pero mi hermana me ha hablado muy bien de el.

Ella levanto la vista de golpe.

– ?Tiene usted una hermana?

– Parece que le sorprende.

Asi era. No estaba segura del motivo, pero sus amigas habian considerado oportuno contarle todo sobre el y por alguna razon se habian dejado eso.

– Vive en Cornualles -explico Harry-, rodeada de acantilados, leyendas y un monton de ninos pequenos.

– ?Que descripcion tan bonita! -Y lo decia en serio, ademas-. ?Esta muy unido a sus sobrinos?

– No.

A Olivia se le tuvo que reflejar la sorpresa en la cara, porque el dijo:

– ?No esta bien que lo reconozca?

Ella se rio sin pretenderlo.

– ?Chapo, sir Harry!

– Me encantaria dedicarme mas a mis sobrinos -le explico el a Olivia con una sonrisa mas calida y sincera-, pero no se me ha presentado la oportunidad de conocer a ninguno de ellos.

– Logico -musito ella-, ha pasado muchos anos en Europa.

Harry ladeo muy levemente la cabeza. Ella se pregunto si el hacia eso siempre que sentia curiosidad.

– Sabe usted bastantes cosas sobre mi -dijo.

– Eso lo sabe todo el mundo. -Lo cierto era que sir Harry no tenia de que extranarse.

– En Londres no hay demasiada privacidad, ?verdad?

– Casi ninguna. -Las palabras salieron de su boca antes de caer en la cuenta de lo que habia dicho, de lo que quizas acababa de reconocer-. ?Le apetece un te? -le pregunto ella, cambiando habilmente de tema.

– Me encantaria, gracias.

Una vez que Olivia hubo llamado a Huntley y le dio instrucciones, Harry dijo en un tono totalmente familiar:

– Es lo que mas eche de menos en el ejercito.

– ?El te? -A Olivia le resultaba dificil de creer.

El asintio.

– Me moria por tomar uno.

– ?No se ocuparon de proporcionarselo? -Por alguna razon Olivia le parecio simplemente inaceptable.

– Algunas veces. Otras tuvimos que pasar sin el.

Hubo algo en su voz (melancolica y juvenil) que a Olivia le hizo sonreir.

– Espero que el nuestro obtenga su aprobacion.

– No tengo manias.

– ?En serio? Pensaba que gustandole tantisimo seria usted un entendido en te.

– Al contrario, me he quedado tantas veces sin tomarme uno que doy gracias por cada gota.

Ella se rio.

– ?De veras fue el te lo que echo de menos? La mayoria de los caballeros que conozco dirian que el brandy. O el oporto.

– El te -dijo el con firmeza.

– ?Toma cafe?

Harry sacudio la cabeza.

– Es demasiado amargo.

– ?Chocolate?

– Unicamente con un monton de azucar.

– Es usted un hombre muy interesante, sir Harry.

– Soy perfectamente consciente de que me encuentra usted interesante.

A Olivia se le sonrojaron las mejillas. Este hombre empezaba realmente a gustarle. Y lo peor de todo era que tenia algo. Ella lo habia estado espiando, lo cual fue una groseria. Pero aun asi no hacia falta que el hiciera nada especial para que ella se sintiera incomoda.

Llego el te, que le dejo aparcar momentaneamente las conversaciones trascendentales.

– ?Leche? -le pregunto a Harry.

– Por favor.

– ?Azucar?

– No, gracias.

Olivia no se molesto en alzar la vista mientras comentaba:

– ?En serio? ?No toma azucar y, en cambio, endulza el chocolate?

– Y el cafe, si me veo obligado a beberlo. Pero el te es algo totalmente diferente.

Olivia le paso su taza y procedio a preparase la suya. Ocuparse de tareas rutinarias le producia cierta tranquilidad. Sus manos sabian lo que hacer en cada momento, los recuerdos de los movimientos llevaban mucho tiempo grabados en sus musculos. Tambien la conversacion resultaba reconfortante. Era sencilla y trivial, y sin embargo restauro su serenidad. Tanto que cuando Harry iba por el segundo sorbo, ella pudo por fin alterarle a el la suya y sonreirle con dulzura mientras le decia:

– Dicen que mato usted a su prometida.

El se atraganto, lo cual le produjo a ella una gran satisfaccion (su sorpresa, no que se atragantase; esperaba no haberse vuelto tan despiadada), pero se recupero rapidamente y hablo con voz queda y regular cuando respondio:

– ?Eso dicen?

– Si.

– ?Y dicen como la mate?

– No.

– ?Dicen cuando?

– Quiza lo hayan dicho -mintio ella- y yo no estuviera escuchando.

– Mmm… -Parecia reflexionar sobre ello. Era una escena desconcertante tener a este hombre alto y absolutamente viril sentado en el salon malva de su madre con una delicada taza de te en la mano, al parecer reflexionando sobre un asesinato.

Harry tomo un sorbo.

– ?Alguien ha dicho por casualidad como se llamaba ella?

– ?Su prometida?

– Si. -Fue un «si» suave y absolutamente cortes, como si estuviesen hablando del tiempo o tal vez de las probabilidades de que Bucket of Roses ganase la Copa de Ascot el dia de las damas.

Olivia dio una pequena sacudida con la cabeza y se llevo su propia taza a los labios.

Harry cerro los ojos tan solo un instante, luego la miro directamente a la cara mientras movia con decepcion

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