Tambien habia asistido a numerosos actos sociales, posiblemente en busca incluso de una esposa britanica. Se rumoreaba que la fortuna que tenia en Rusia habia disminuido y que quiza necesitase una novia de dote considerable. Se habia fijado especialmente en la hija de…

– ?Oh, no!

– ?Hay algun problema? -inquirio Winthrop.

Harry levanto el papel, aunque desde el otro lado de su escritorio Winthrop no podia leer lo que estaba escrito.

– Lady Olivia Bevelstoke -dijo, su voz cargada de penosa incredulidad.

– Si. -Eso fue todo. Un simple si.

– La conozco.

– Lo sabemos.

– No me cae bien.

– Lamentamos oir eso. -Winthrop carraspeo-. No lamentamos, sin embargo, enterarnos de que la casa de los Rudland queda justamente al norte de la casa que acaba de alquilar usted.

Harry rechino los dientes.

– No estamos equivocados al respecto, ?verdad?

– No -contesto Harry a reganadientes.

– Bien. Porque es basico que la vigile a ella tambien.

Harry no fue capaz de disimular su disgusto.

– ?Sera eso un problema?

– ?Por supuesto que no, senor! -dijo Harry, puesto que ambos sabian que la pregunta era puramente retorica.

– No es que sospechemos que lady Olivia este en connivencia con el principe, pero si creemos, a la vista del documentado talento seductor de este, que ella podria caer en un error.

– ?Tienen pruebas de su talento para seducir? -repitio Harry, que no queria ni saber como las habian conseguido.

De nuevo, el impreciso gesto de Winthrop rechazando su comentario.

– Tenemos nuestros metodos.

Harry estuvo a punto de decir que seria un alivio para Gran Bretana que el principe lograra seducir a lady Olivia, pero algo se lo impidio. Un recuerdo fugaz, algo en sus ojos tal vez…

Fueran cuales fueran sus pecados, ella no merecia esto.

Solo que…

– Contamos con usted para que lady Olivia no se meta en lios -estaba diciendo Winthrop.

Ella le habia estado espiando.

– Su padre es un hombre ilustre.

Lady Olivia habia dicho que le gustaban los revolveres. ?Y no habia dicho algo su doncella acerca del frances?

– Ella es muy conocida y querida entre la sociedad. Si le ocurriera algo, el escandalo seria irreparable.

Pero era imposible que ella supiese que Harry trabajaba para el Departamento de Guerra. Nadie lo sabia. Era un simple traductor.

– Nos resultaria imposible conducir nuestra investigacion bajo las miradas que semejante desastre dirigiria hacia nosotros. -Winthrop hizo una pausa, por fin-. ?Entiende lo que le digo?

Harry asintio. Seguia sin pensar que lady Olivia fuese una espia, pero, sin duda, le picaba la curiosidad; aunque se sentiria como un idiota si al final se equivocaba.

– Milady.

Olivia levanto la vista de la carta que le estaba escribiendo a Miranda. Se debatia entre hablarle o no de sir Harry. No se le ocurria nadie mas a quien pudiera o quisiera contarselo, claro que tampoco era la clase de historia que tuviera sentido por escrito.

No estaba muy segura de que tuviera sentido alguno.

Alzo la vista. El mayordomo estaba en el umbral de la puerta, sosteniendo una bandeja de plata que contenia una tarjeta de visita.

– Un invitado, milady.

Levanto la mirada hacia el reloj que habia sobre la repisa de la chimenea del salon. Era un poco pronto para las visitas y su madre aun estaba por ahi comprando sombreros.

– ?Quien es, Huntley?

– Sir Harry Valentine, milady. Creo que ha alquilado la casa que queda al sur.

Olivia dejo lentamente la pluma. ?Sir Harry? ?Aqui?

«?Por que?»

– ?Lo hago pasar?

Olivia no sabia por que se lo preguntaba. Si sir Harry estaba en el recibidor, practicamente podia ver a Huntley hablando con ella. No cabia la posibilidad de fingir que estaba ocupada. Asintio, ordeno las paginas de la carta, las metio en un cajon y luego se levanto porque tuvo la sensacion de que necesitaba estar de pie cuando el llegase.

Harry aparecio por la puerta instantes despues, Vestido con sus habituales colores oscuros. Llevaba un pequeno paquete bajo el brazo.

– Sir Harry -dijo con naturalidad, ya de pie-. ?Menuda sorpresa!

El saludo con la cabeza.

– Siempre procuro ser un buen vecino.

Ella le devolvio el movimiento de cabeza, mirandolo con recelo mientras entraba en la sala.

Era incapaz de imaginarse por que Harry habria decidido hacerle una visita. Habia sido de lo mas antipatico con ella el dia antes en el parque, y lo cierto era que ella no se habia comportado mejor. No lograba recordar la ultima vez que habia tratado tan mal a nadie, pero en su defensa cabia decir que le daba terror que el intentase volverla a chantajear, esta vez por algo mucho mas peligroso que un baile.

– Espero no interrumpir nada -dijo el.

– En absoluto. -Olivia senalo el escritorio-. Estaba escribiendole una carta a mi hermana.

– No sabia que tuviese una.

– Es mi cunada -rectifico ella-, pero para mi es como si fuese mi hermana. La conozco de toda la vida.

Harry espero a que ella se sentase en el sofa y a continuacion hizo lo propio en la silla de estilo egipcio que habia justo frente a Olivia. No parecia incomodo, lo que a ella le resulto curioso, ya que no le gustaba nada sentarse en esa silla.

– Le he traido esto -comento el dandole el paquete.

– ?Oh, gracias! -Lo cogio con cierta reticencia. No queria que este hombre le hiciera regalos, y desde luego no se fiaba de las motivaciones que lo llevaban a obsequiarla con uno.

– Abralo -la insto el.

Habia sido envuelto con sencillez y a Olivia le temblaban los dedos, aunque esperaba que no tanto como para que el pudiera verlo. Necesito varios intentos para deshacer el nudo de la cinta, pero finalmente pudo abrir el papel.

– Un libro -dijo ella con cierta sorpresa. Por el peso y la forma del paquete, sabia que seguramente era un libro, pero no dejaba de ser una eleccion curiosa.

– Cualquiera puede traer flores -comento el.

Olivia puso el libro del derecho (al desenvolverlo estaba al reves) y echo un vistazo al titulo. La senorita Butterworth y el baron demente. Esto si que era una autentica sorpresa.

– ?Me ha traido una novela gotica?

– Una novela gotica escabrosa -matizo el-. Me parecio que era el tipo de regalo con el que quiza disfrutaria.

Ella levanto la vista hacia el, analizando el comentario.

El le devolvio la mirada, como retandola a interpelarlo.

– La verdad es que no leo mucho -musito ella.

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