Capitulo 7

Fue peor.

– ?El principe que? -inquirio Harry.

– El principe Alexei Ivanovich Gomarovsky -contesto el senor Winthrop, el enlace habitual de Harry con el Departamento de Guerra. Puede que Winthrop tuviese un nombre de pila, pero de ser asi no se lo habian comunicado. Era simplemente el senor Winthrop, de estatura media y complexion normal, de pelo castano normal y una cara absolutamente gris. Que Harry supiera, jamas salia del edificio del departamento.

– No nos gusta -dijo Winthrop con muy poca inflexion de voz-. Nos pone nerviosos.

– ?Que creen que podria hacer?

– No estamos seguros -contesto el enlace, que no parecio captar el sarcasmo de Harry-. Pero hay una serie de aspectos de su visita que lo ponen bajo sospecha. El principal, su padre.

– ?Su padre?

– Ivan Alexandrovich Gomarovsky. Ya fallecido. Era partidario de Napoleon.

– ?Y el principe sigue siendo un peso influyente en la sociedad rusa? -A Harry le costaba creer eso. Habian pasado nueve anos desde que los franceses invadieran Moscu, pero las relaciones franco-rusas seguian siendo cuando menos frias. El zar y sus seguidores no supieron entender la invasion napoleonica. Y los franceses tienen buena memoria; la humillante y devastadora retirada se les quedo grabada durante muchos anos.

– Las actividades traicioneras de su padre nunca fueron descubiertas -explico Winthrop-. Murio el ano pasado por causas naturales y aun se consideraba que era un fiel servidor del zar.

– ?Como sabemos que era un traidor?

Winthrop le quito importancia a la pregunta haciendo un gesto indefinido con la mano.

– Tenemos informacion.

Harry decidio dar eso por valido, ya que probablemente no le contarian nada mas.

– Asimismo, nos sorprende el momento exacto elegido para la visita del principe. Ayer llegaron a la ciudad tres conocidos simpatizantes de Napoleon, dos de ellos subditos britanicos.

– ?Permiten que los traidores queden en libertad?

– Con frecuencia es en beneficio propio que dejamos que el adversario crea que pasa inadvertido. -Winthrop se inclino hacia delante y apoyo los antebrazos en la mesa-. Bonaparte esta enfermo, probablemente morira. Se esta consumiendo.

– ?Bonaparte? -pregunto Harry no muy convencido. Habia visto al tipo ese en una ocasion. De lejos, naturalmente. Era bajito, si, pero tenia una barriga prominente. Resultaba dificil imaginarselo flaco y demacrado.

– Nos hemos enterado -Winthrop revolvio unos cuantos papeles de su escritorio hasta que dio con lo que buscaba- de que le han estrechado los pantalones doce centimetros practicamente.

Muy a su pesar, Harry estaba impresionado. Nadie podria acusar al Departamento de Guerra de falta de atencion a los detalles.

– No huira de Santa Elena -continuo Winthrop-. Pero debemos mantener la alerta. Siempre habra quienes conspiren en su nombre. Creemos que es posible que el principe Alexei sea una de esas personas.

Harry exhalo malhumorado, porque queria que Winthrop supiera que no deseaba en absoluto verse envuelto en esta clase de asuntos. Era traductor, ?por el amor de Dios! Le gustaban las palabras. El papel. La tinta. No le gustaban los principes rusos y no tenia ganas de pasarse las tres semanas siguientes fingiendo lo contrario.

– ?Que quieren de mi? -pregunto-. Ya saben que no me involucro en actividades de espionaje.

– Ni pretendemos que lo haga -repuso Winthrop-. Sus dotes linguisticas son demasiado valiosas para nosotros como para tenerlo escondido en algun oscuro rincon esperando que no le disparen.

– Cuesta creer que tengan problemas para contratar espias -musito Harry.

A Winthrop se le volvio a escapar el sarcasmo.

– Su dominio del ruso, junto con su posicion social, lo convierten en la persona ideal para vigilar al principe Alexei.

– No hago mucha vida social -le recordo Harry.

– No, pero podria hacerla.

Las palabras de Winthrop flotaron amenazadoramente en la sala. Harry sabia de sobras que tan solo habia otro hombre en el Departamento de Guerra cuya fluidez en ruso fuese equiparable a la suya. Tambien sabia que George Fox era hijo de un posadero que habia contraido matrimonio con una chica rusa que habia venido a Inglaterra en calidad de criada de un diplomatico. Fox era un buen hombre, perspicaz y valiente, pero jamas lograria acceder a las mismas reuniones sociales que un principe. Francamente, el tampoco estaba tan seguro de lograrlo.

Pero Sebastian, con su posible condado, quiza si. Y no seria la primera vez que Harry lo acompanaba.

– No le pediremos que actue directamente -dijo Winthrop-, aunque con sus antecedentes en Waterloo estamos convencidos de que seria mas que capaz de hacerlo.

– Lo de combatir se acabo -le advirtio Harry. Y era verdad. Los siete anos en Europa habian sido suficientes. No tenia la intencion de volver a esgrimir un sable.

– Lo sabemos. Por eso lo unico que le pedimos es que lo vigile. Que escuche sus conversaciones cuando pueda y que nos informe de cualquier cosa que le parezca sospechosa.

– Sospechosa -repitio Harry. ?Acaso pensaban que el principe revelaria sus secretos en el club Almack's? Habia pocos hablantes de ruso en Londres, pero seguramente el principe no seria tan estupido como para dar por sentado que nadie entenderia lo que dijera.

– La orden viene de Fitzwilliam -dijo Winthrop en voz baja.

Harry levanto la vista de golpe. Fitzwilliam era el director del Departamento de Guerra. Oficialmente no, por supuesto. Oficialmente ni siquiera existia. Harry no sabia su verdadero nombre y no estaba seguro de saber que aspecto tenia; las dos veces que se habian visto, su aspecto estaba tan cambiado que no fue capaz de discernir que era real y que era parte del disfraz.

Pero sabia que si Fitzwilliam ordenaba algo, habia que hacerlo.

Winthrop cogio una carpeta de su escritorio y se la entrego a Harry.

– Lea esto. Es nuestro dossier sobre el principe.

Harry cogio los documentos y se dispuso a levantare, pero Winthrop lo detuvo diciendole con voz aspera:

– La carpeta no puede salir del edificio.

Harry fue consciente de pararse, la clase de interrupcion del movimiento molesta y exagerada que uno hacia cuando se lo ordenaban. Se volvio a sentar, abrio la carpeta, extrajo las hojas de papel y empezo a leer.

Principe Alexei Ivanovich Gomarovsky, hijo de Ivan Alexandrovich Gomarovsky, nieto de Alexei Pavlovich Gomarovsky, etcetera, etcetera, soltero; no habia constancia de que estuviese prometido. Estaba en Londres para visitar al embajador, su primo sexto.

– ?Caray! Estan todos emparentados -dijo Harry entre dientes-. Probablemente sea pariente mio.

– ?Como dice?

Harry le lanzo una fugaz mirada a Winthrop.

– Disculpe.

Viajaba con un sequito de ocho personas, incluido un diplomatico consorte asombrosamente corpulento e intimidatorio. Le gustaba el vodka (logicamente), el te ingles (?que mente tan abierta la suya!) y la opera.

Harry asintio mientras leia. Tal vez no seria tan horrible. La opera le gustaba, pero nunca encontraba tiempo para ir. Ahora seria un requisito; magnifico.

Volvio la pagina. Habia un retrato del principe. Lo sostuvo en el aire.

– ?Se parece al del dibujo?

– No mucho -admitio Winthrop.

Harry puso el dibujo debajo de la ultima pagina. ?Por que se molestaban en darselo entonces? Continuo leyendo, reuniendo retazos de la historia personal del principe. Su padre habia muerto a los 63 anos de una enfermedad cardiaca. No hubo sospechas de envenenamiento. Su madre aun vivia, repartiendo su tiempo entre San Petersburgo y Nizhni Novgorod.

Salto a la ultima pagina. Al parecer, el principe era un mujeriego y se decantaba preferentemente por las rubias. En las dos semanas que llevaba en Londres habia acudido seis veces al burdel mas exclusivo de la ciudad.

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