hace que lo recibe, solo que es desde hace mucho. Habia un hombre, Ernest Halverson, que acostumbraba a repartir el correo hasta que se retiro en 1964. Y creia recordar que esos sobres ya llegaban desde 1956 o 1957, pero para cuando hable con el ya habia tenido un par de ataques al corazon, y su memoria no era perfecta. Y todos los otros viejos murieron ya hace tiempo.
– ?Siempre fueron quinientos?
– No. Al principio eran trescientos, luego cuatrocientos. Subieron a quinientos despues de que Sharon se fuera a estudiar.
– Un benefactor concienzudo -dije-. Pero, ?como pudo esperar alguien que ellos manejasen esa clase de dinero?
– No podian hacerlo: estaban viviendo como animales, hasta que empezamos a cuidarnos de ellos. Llegaban al pueblo cada par de semanas, con dos o tres billetes de a veinte, tratando de comprar viveres, sin ni idea de como cambiar los billetes, ni de lo que valian las cosas. Pero aqui la gente es honesta: jamas se aprovecho nadie de ellos.
– ?Y nadie tuvo curiosidad por saber de donde salia el dinero?
– Seguro que si, Alex. Pero la gente de Willow Glen no fisgonea. Y nadie se dio cuenta de la cantidad de dinero que tenian guardado. No hasta que lo descubrio Sharon…, miles de dolares amontonados bajo el colchon, o simplemente metidos en un cajon. Jasper habia usado algunos de los billetes para sus proyectos de arte: dibujando bigotes en las caras, haciendo aviones de papel con ellos.
– ?Que edad tenia Sharon cuando hizo ese descubrimiento?
– Casi siete anos. Era en 1960. Recuerdo el ano, porque tuvimos unas lluvias de invierno desacostumbradamente fuertes. Esas chabolas fueron construidas originariamente como almacenes, con solo una pequena base de cemento por debajo, y yo sabia que les debia de haber afectado de mala manera, asi que alla fuimos… el senor Leidecker y yo. Desde luego, era terrible. Su parcela estaba medio inundada, convertida en un barrizal, con la tierra escurriendose como si fuera chocolate deshecho. El agua habia perforado el papel encerado, y estaba entrando a trombas. Shirlee y Jasper se hallaban dentro, metidos en el barro hasta las rodillas, aterrados y absolutamente inermes. No vi a Sharon, asi que me puse a buscarla, y la halle en su chabola, de pie sobre su cama y envuelta en una manta, temblando y gritando algo acerca de una sopa verde. Yo no tenia ni idea de lo que estaba hablando. La tome en brazos para calentarla, pero ella siguio gritando acerca de la sopa.
»Cuando salimos fuera, el senor Leidecker estaba senalando, con los ojos desorbitados, a unos pedazos de papel verde que estaban pegados en el barro o flotando con el agua que corria. Dinero, montones de dinero. Al principio yo creia que era de ese falso, de alguno de los juegos que le habia regalado a Sharon; pero no, era real. Entre el senor Leidecker y yo logramos salvar la mayor parte de los billetes: luego los colgamos sobre nuestra chimenea para secarlos, y los metimos en una caja de cigarros, para tenerlos guardados. Lo primero que hice, cuando hubieron acabado las lluvias, fue llevarme a Shirlee y Jasper en el coche a Yucaipa, y abrirles una cuenta en el banco. Yo lo firmo todo, saco un poco para los gastos, y me aseguro de que ahorren el resto. He conseguido ensenarles un poco de matematicas elementales, para que sepan como pagar, como contar el cambio. Cuando logras ensenarles algo, normalmente ya no lo olvidan. Pero jamas lograran entender lo que realmente tienen… que es una suma bastante apanadita. Y eso, junto con Medi-Cal y la Seguridad Social, deberia permitirles a ambos vivir confortablemente durante el resto de sus existencias.
– ?Que edad tienen?
– No tengo ni idea, porque ellos tampoco lo saben. No tienen papeles, ni siquiera sabian cuando eran sus cumpleanos. Tampoco el gobierno habia oido jamas hablar de ellos. Cuando solicitamos para ellos la Seguridad Social y el Medi-Cal, estimamos su edad y les dimos unas fechas de nacimiento inventadas.
– Les pediste esa cobertura cuando Sharon se marcho a la Academia, ?no?
– Si, queria tenerlo todo cubierto.
– ?Y como decidiste la fecha del cumpleanos de Sharon?
– Ella y yo la decidimos, cuando tenia diez anos. -Sonrio-. El 4 de julio, dia de la Independencia…, y tambien de la de Sharon. Yo le puse el ano: 1953. Ya tenia una buena aproximacion a su edad, gracias al doctor al que la lleve: por la formacion de los huesos, de los dientes, por el peso y la altura. Tenia entre cuatro y cinco anos cuando la lleve al medico.
Ella y yo habiamos celebrado un cumpleanos diferente: el 15 de mayo. El 15 de mayo de 1975. Una mentira mas, para una noche con cena, baile y sexo. Una ficcion mas. Me pregunte
– ?Alguna posibilidad de que fuese su hija biologica? -pregunte.
– Es muy poco probable. El doctor los examino a todos y dijo que, casi con toda seguridad, Shirlee era esteril. Asi que eso deja abierto el misterio de donde salio ella, ?no? Bueno, durante un tiempo vivi con la pesadilla de pensar que era el bebe secuestrado de alguien. Asi que fui a San Bernardino y comprobe seis anos de papeleo de todo el pais, y halle un par de casos que podrian coincidir, pero cuando los segui, me entere que en ambos casos el bebe habia sido asesinado. De modo que sus origenes permanecen entre tinieblas. Y cuando uno se lo pregunta a Shirlee, se limita a reir y decir que Sharon se la regalaron.
– A mi me dijo que era un secreto.
– Ese es un juego de los que le gustan a ella…, los secretos. Realmente, son como ninos.
– ?Y cual es la teoria mas aceptada acerca de como se hicieron con ella?
– Realmente no hay ninguna. Ten en cuenta de que el doctor no estaba absolutamente seguro de que Shirlee no pudiese concebir… «muy poco probable» es frase de el. Asi que supongo que todo es posible. Aunque la nocion de que dos pobrecillos como ellos produjesen algo tan exquisito es… -se le corto la voz-. No, Alex, no tengo ni idea.
– Sharon debe de haber sentido curiosidad acerca de sus raices.
– Es algo comprensible, ?no? Pero, realmente, nunca paso por una etapa de busqueda de su identidad. Ni siquiera durante su adolescencia. Ella sabia que era diferente de Shirlee y Jasper, pero los amaba, y aceptaba las cosas tal como eran. El unico conflicto que vi fue el verano antes de que se fuese a la Academia. Fue algo realmente duro para ella: estaba excitada y asustada, y se sentia tremendamente culpable por abandonarlos. Sabia que estaba dando un paso tremendo, y que las cosas ya nunca volverian a ser iguales.
Se detuvo, se inclino, tomo del suelo una hoja de arce y la hizo girar entre sus dedos. El cielo que se veia entre los arboles estaba oscureciendose. No intimidadas por las luces de la ciudad, las estrellas estaban quemando agujeros brillantes en la negrura.
– ?Cuando es la ultima vez que vino Sharon de visita por aqui? -le pregunte.
– Hace mucho tiempo -me contesto, haciendolo sonar como una confesion-. Una vez que rompio con esto, le resulto muy doloroso regresar. Puede que eso suene a egoista, pero su situacion era unica.
Seguimos caminando. Las ventanas del aula brillaban a traves de la oscuridad: rectangulos de color mantequilla. No habiamos ido lejos: habiamos andado en circulos.
– Su ultima visita -dijo-, fue en 1974. Acababa justamente de graduarse en la Academia, y se iba a trasladar a L. A. Di una pequena fiesta en su honor, en mi casa. El senor Leidecker y los chicos llevaban camisas blancas almidonadas y corbatas a juego, y les compre a Shirlee y Jasper ropas nuevas. Sharon llego, y tenia un aspecto encantador; estaba guapisima. Nos trajo regalos a todos, incluido un juego de damas, hecho a mano en madera, para Shirlee y una lata metalica llena de lapices de colores, fabricados en Inglaterra, para Jasper. Tambien les dio una foto de su graduacion: con birrete y manto, y diploma de honor.
– No vi eso en la chabola.
– No, de algun modo lograron perderla, como el dinero. Nunca supieron lo que tenian, y siguen sin saberlo. Uno puede entender el motivo por el que Sharon no tenia un lugar aqui…, es todo un milagro que sobreviviese, hasta que yo la halle.
– Shirlee me enseno una carta. ?Escribia muy a menudo?
– No de un modo regular, ?para que iba a hacerlo? Ellos apenas si saben leer. Pero los llamaba por telefono habitualmente, para ver que tal les iba. Realmente se preocupaba por ellos.
Lanzo la hoja al aire.
– ?Fue tan duro para ella…! Eso tienes que entenderlo. Realmente le dolio el tener que dejarlos: su sensacion de culpa era casi insoportable. Pero yo le dije que estaba haciendo lo que debia hacer. ?Cual era la alternativa? ?El verse obligada a ser su cuidadora, de por vida? -Se interrumpio-. ?Oh, lo siento! No me he fijado en lo que