anos antes.
– Hablame de eso.
– Fue hace mucho tiempo, Alex.
– Aun asi, me gustaria oirlo.
Penso un rato, se encogio de hombros y sonrio.
– Si es importante para ti.
Le devolvi la sonrisa.
– Sucedio despues de que ella se casase… con un noble italiano, un marques de nombre Benito di Orano, al que le presento su madre. Era diez anos mas joven que ella, suave, guapo, heredero de algun tipo de empresa zapatera… Fue otra de sus acciones impulsivas: solo se conocian desde hacia una semana, y se fueron en avion a Lichtenstein y se casaron por lo civil. El le compro un Lamborghini y la instalo en su villa, que daba a las escalinatas de la Plaza de Espana de Roma. Paul y yo confiabamos en que, finalmente, sentase la cabeza; pero Benito resulto ser un sadico y un drogadicto. Le daba palizas, la drogaba, la llevo
»Volvio a los Estados Unidos arrastrandose como si fuera un gusano; entro violentamente en mi consulta, en medio de una sesion, aullando y llorando y suplicandome que la ayudase. Llame a Paul. Entre ambos tratamos de calmarla, de persuadirla que se admitiese a si misma tal cual era. Pero ella no queria cooperar y, como no era un peligro inmediato… no hubo nada que pudiesemos hacer, legalmente hablando. Asi que se marcho muy enfadada, maldiciendonos a ambos. Unos pocos dias mas tarde era de nuevo la vieja Sherry: insultante, tragando pastillas continuamente, otra vez en la carretera moviendose sin parar. De vez en cuando teniamos noticias de ella… llamadas telefonicas a mitad de la noche, postales que trataban de ser amistosas. Una o dos veces incluso fui hasta el aeropuerto para verla entre dos vuelos. Charlabamos, tomabamos algun refresco. Fingiamos que todo andaba bien entre nosotras. Pero la ira no se habia disipado. La siguiente vez que regreso a L.A., para quedarse, volvio a aproximarse a mi y fue entonces cuando se invento lo de las
La abrace.
– ?Que es lo que llevo las cosas al punto final?
– La fiesta. A ella le gustaban las fiestas tanto como yo las odiaba. Pero Paul queria que yo fuese a esta… y a
– ?Y como te fue a ti la fiesta? -le pregunte-… ?El conocer a los amigos de la senora Blalock?
– Para ellos yo era Sherry…, sonriente y con aspecto sexy. No era tan dificil imitarla: no era una persona demasiado sustancial. Y para toda la gente del Departamento de Psico yo era yo. Los dos grupos no se mezclaron en absoluto, y de todos modos la mayor parte del tiempo me quede con tio Billy.
Urracas y cisnes…
– Perdonar y olvidar -le dije-. Pero ella no hizo ni una ni otra cosa.
Se me quedo mirando.
– ?Debemos proseguir, Alex? ?Es tan espantoso! Y ella se ha ido, ha desaparecido ya de mi vida, desaparecido de nuestras vidas. Ahora tengo la oportunidad de un nuevo principio.
– Es dificil empezar de nuevo sin haber terminado lo de antes -le recorde-. Borron y cuenta nueva. Para nosotros dos.
– Lo hare por ti, y por lo mucho que representas para mi.
– Gracias. Ya se que te resulta muy duro, pero realmente creo que esto es lo mejor que podemos hacer.
Me apreto la mano.
– El domingo recibi tu mensaje. Naturalmente me quede muy cortada, pero por el tono de tu voz podia ver que no era un adios definitivo. Estabas nervioso, pero habias dejado los canales de comunicacion abiertos.
No se lo discuti.
– Asi que me quede pensando en si llamarte yo, o esperar a que me llamases tu para concertar otra cita. Decidi esperar, dejarte mover a tu propio ritmo. Pero habias estado en mi mente todo el dia, por lo que, cuando sono la llamada en mi puerta, pense que serias
Sharon estallo en llanto, comenzo a estremecerse violentamente, se doblo en dos y se agarro la cabeza.
– Pero no lo hizo ella sola -comente-. ?Quien la ayudo?
Se limito a seguir estremeciendose.
– ?Fue D. J. Rasmussen?
Alzo la cara, banada por las lagrimas, con la boca muy abierta.
– ?Conocias a D. J.?
– Me lo encontre.
– ?Lo encontraste? ?Donde?
– En tu casa. Ambos creiamos que estabas muerta. Fuimos alla, a presentarte nuestros ultimos respetos.
Se llevo las manos a la cara.
– ?Oh, Dios! ?Pobre, pobre D.J.! Hasta que me dijo lo que habia… lo que habian hecho, ni sabia que el habia sido una de sus… conquistas.
– El fue el unico con el que se quedo -le dije-. El mas vulnerable. El mas violento.
Gruno y se irguio, se puso en pie y comenzo a dar vueltas por la habitacion; lentamente, como una sonambula, luego mas y mas deprisa, tironeandose tan violentamente del lobulo, que pense que se lo iba a arrancar.
– Si, fue D. J. Se reia mientras me contaba esto, se reia mientras me explicaba como habia logrado que el lo hiciese: usando drogas, alcohol. Y su cuerpo. Sobre todo con su cuerpo Nunca olvidare la forma en que me explico: «Me lo
Corrio hacia mi y cayo de rodillas.
– ?Eso era lo que mas la divertia, Alex! ?El que el jamas sabria la verdad… que durante todo el tiempo penso que lo estaba haciendo por
Me agarro por la camisa con fuerza y tiro de mi acercandome a ella, a sus pechos.
– ?Me dijo que eso tambien me convertia a
La ayude a ponerse en pie, y luego la deje de nuevo en la cama. Se tumbo, se acurruco en posicion fetal, con los ojos muy abiertos, con los brazos aferrando su tronco, como si fuesen las mangas de una camisa de fuerza.
Le di palmaditas, la acaricie, y le dije:
– Ella no eras tu. Tu no eras ella.
Desenrosco sus brazos y me los echo alrededor. Me atrajo hacia abajo, bano mi cara con besos.
– Gracias, Alex. Gracias por decir eso.