– ?No! ?No, no, no, no! ?Bastardo repugnante, jodido bastardo mentiroso! ?No! ?Callate de una vez! ?Largate, jodido, no eres mas que una mierda!
La suciedad brotaba de ella, del modo en que la habia oido brotar de su hermana. La expresion de su rostro era la de la chica del vestido llameante; odiandome. Asesina.
– Dos pajaros de un tiro, Sharon -le dije-. Lanzandola contra el, y luego esperando que ella acudiese a ti. Llevabas meses planeandolo… al menos medio ano. Fue entonces cuando le dijiste a Elmo que se buscase otro trabajo. Sabias que Resthaven iba a cerrarse, porque Resthaven era algo que tio Billy habia montado para Shirlee y tu te ibas a llevar a Shirlee de alli. A tu nueva casa. Tu, yo y Shirlee somos tres. Un nuevo grupo de companeros.
– ?No! ?No! ?Eso es una jodida locura…, estas loco! ?Ella tenia a D. J., que era un tipo peligroso y violento, tu mismo lo has dicho…! ?Dos contra una! ?Hubiera sido estupida, si me hubiera expuesto a ese tipo de peligro!
Logro soltarse una mano, finalmente consiguio clavarme una una y rasgar hacia arriba. Note dolor y humedad, y la empuje con fuerza, para apartarla de mi. Volo hacia atras, golpeando la cama con el enves de sus piernas, y cayendose de espaldas sobre la misma. Jadeando. Sollozando. Moviendo los labios en silenciosas obscenidades.
– D. J. no era ninguna amenaza para ti -le dije-, porque durante todo el tiempo, el creyo que habia estado liado contigo, que eras tu la que le habias estado pagando para matar a Kruse. Y Sherry no podia desenganarlo, diciendole que le habia mentido y haciendo asi que se pusiese en contra de ella. Tenia que ocuparse de ti ella sola. Eso os igualaba en numero. Y tu tenias ventaja… tu sabias que ella iba a venir. Ella pensaba que iba a poder cogerte por sorpresa. Se metio de cabeza en tu trampa, y tu la estabas esperando. Con tu pistola calibre veintidos dorada.
Agito las piernas en el aire, movio los brazos. En una rabieta. Un trauma de primera infancia. Malos genes…
– ?Jodido… bastardo… jodidodemierda bastardocagarro!
– Primero le disparaste -le dije-. Luego le echaste drogas y alcohol por la boca. Un buen analisis forense seria capaz de demostrar que lo habia tragado todo despues de morir, pero nunca habra un tal analisis, porque el tio Billy se ocupo de que no lo hubiese. Como se ocupo de todo lo demas.
– ?Mentiras todo mentiras, so jodido!
– No lo creo, Sharon. Y ahora lo tienes todo… que lo disfrutes.
Me aleje de ella, sin darle la espalda.
– No puedes probar ni una jodida cosa -me grito.
– Lo se -acepte. Y llegue a la puerta.
Un sonido gorgoteante, rugiente… la unica cosa que se me ocurria con que compararlo era con un retrete saliendose… surgio de lo mas profundo de ella. Tomo el vaso de agua que me habia servido, echo el brazo atras, y me lo lanzo.
De atinarme, me hubiese hecho dano. Finte. Golpeo contra la pared de plastico y cayo sobre la moqueta con un sonido hueco, de impotencia.
– Has usado tu mano derecha -dije-. Al menos, al fin estoy seguro de a que lado del espejo he estado mirando.
Bajo la vista hacia su mano y se la quedo mirando, como si la hubiese traicionado.
Sali. Tuve que caminar largo rato en la oscuridad, antes de dejar de oir sus alaridos.
36
Oi el cochecito, un zumbido como de moscardon nocturno antes de verlo. Llegaba desde algun lugar a mi izquierda. Luego sus faros barrieron el desierto como el reflector de una prision, pasando por encima de mi, deteniendose en su arco, envolviendome como a algun especimen encerrado en ambar.
Cambio de direccion. Una trayectoria saltarina. En un momento estuvo a mi lado.
– Suba, doctor -el hablar rasposo de Vidal. Iba el solo, en el asiento del conductor.
Mientras yo me sentaba, el paso la luz de una linterna de bolsillo por sobre la sangre de mi mano. El aire del desierto la habia secado a una masa marron pastosa.
– Es superficial -le dije.
– Nos ocuparemos de ella cuando regresemos.
Sin mostrar curiosidad ni preocupacion.
– Lo ha oido todo -afirme.
– Es preciso un control constante -me dijo-. Ella necesita cuidados, que la vigilen. Usted mismo lo ha podido comprobar.
– Es usted un gran aficionado a las demostraciones practicas -le dije-: Llevar a Sharon a ver a Joan, esperando que eso la disuada. Poniendo a Sharon en exhibicion, esperando que eso me cierre la boca.
Comenzo a conducir.
– ?Que es lo que le hace creer que tendra mas exito esta vez? -le pregunte.
– Uno lo ha de intentar, ?no?
Cruzamos el desierto. Habian salido mas estrellas, inundando el terreno con su gelida luz. Congelandolo.
– ?Cuando murio Belding? -le pregunte.
– Hace anos.
– ?Cuantos anos hace?
– Antes de que se reuniesen las chicas. ?Es importante la fecha exacta?
– Lo era para Seaman Cross.
– No estamos hablando ahora de Cross, ?verdad?
– ?Cual fue el diagnostico?
– La enfermedad de Alzheimer. Antes de que los medicos le diesen ese nombre, se acostumbraba a llamar senilidad. Una forma gradual y fea de apagarse.
– Debio de ser mala cosa para la empresa.
– Si -acepto-, pero, por otro lado, tuvimos tiempo para prepararnos. Hubo sintomas premonitorios: olvidos, perdida de la atencion… Claro que siempre habia sido un excentrico. Su comportamiento, raro de por si, oculto los sintomas durante un tiempo. El que entrase en contacto con Cross fue la primera cosa que me hizo darme cuenta de que algo raro pasaba…, era algo que estaba totalmente fuera de su modo de ser. Leland siempre habia estado obsesionado con proteger su intimidad, detestaba a los periodistas, fuesen del tipo que fuesen. Y un tal cambio de sus costumbres indicaba que algo estaba mal, gravemente mal.
– Como la fase de playboy que precedio a su hundimiento.
– Mas grave. Esto era permanente. Organico. Ahora comprendo que el debio de darse cuenta de que se le estaba escapando la mente y quiso que lo inmortalizasen.
– La cosas que describia Cross… el cabello y las unas largos, el altar, el defecar en publico -dije-. Entonces, todo era verdad. Y eran sintomas.
– Ese libro era un fraude -afirmo-. Basura inventada.
Siguio conduciendo.
– ?Que conveniente fue que Belding muriese cuando lo hizo! -comente-. Le evito, y tambien se lo evito a usted, el tener que enfrentarse a Sharon y a Sherry.
– No es muy comun el que la naturaleza actue en forma benevolente.
– Si la naturaleza no lo hubiese hecho, estoy seguro de que a usted se le hubiera ocurrido algo. Ahora, el puede seguir siendo para Sharon una figura bondadosa, y nunca sabra que quiso matarla.
– ?Cree usted que el saber eso seria bueno para ella, que seria terapeutico?
No le conteste.
– Mi papel en la vida -afirmo-, es resolver problemas, no crearlos. En este sentido, soy un sanador. Justo como usted.
La analogia me ofendio menos de lo que pudiera haberme imaginado. Y le dije:
– Lo que usted ha hecho siempre es cuidarse de los otros, ?no es asi? De Belding… cuidarse de todo, desde