internacional darian un aire trivial a mis propios problemas. Resulto efectivo, hasta que acabe con el diario. Luego, ese viejo sentimiento de vacio regreso.

Alimente a los peces, lave algo de ropa, baje al aparcamiento, puse en marcha el Seville y fui en el hasta South Westwood, para comprar algunos alimentos. En algun lugar, entre los congelados y las conservas, me di cuenta de que mi carrito estaba vacio. Sali del supermercado sin comprar nada.

Habia un multicine en la misma manzana del supermercado. Elegi una pelicula al azar, pague el precio reducido de un horario tan temprano, y me hundi en mi asiento, junto con parejas de quinceaneros que lanzaban risitas y otros hombres solitarios como yo. La pelicula era una policiaca de clase B, que no contaba con las cualidades redentoras ni de un dialogo coherente ni de un guion comprensible. Me marche en mitad de una sudorosa escena de amor entre la heroina y el apuesto psicopata que iba luego a tratar de abrirla en canal, a modo de postre postcoital.

Fuera, ya estaba oscuro. Otro dia vencido. Obligue a mi estomago a aceptar una hamburguesa de un restaurante de comida rapida, y me dirigi a casa. Entonces, recorde que el diario me habia resultado temporalmente terapeutico.

Era ya el atardecer. Habia una nueva edicion. Un vendedor ciego lo estaba voceando en una esquina de Wilshire. Pare, compre un periodico y le pague con un billete de dolar; no espere el cambio.

De vuelta en casa llame al servicio… el viejo Alex no queria saber nada de una maquina impersonal. Tampoco habia mensajes.

Me desnude y me quede en calzoncillos, me lleve a la cama el Times y una taza de cafe instantaneo.

Un dia de pocas noticias: la mayor parte del especial de la noche era un refrito de la edicion matutina. Pero, de todos modos, me atiborre de subterfugios y chalaneos. Descubri que mis ojos estaban viendo borroso. Perfecto.

Pero fueron repentinamente devueltos a foco por una historia que habia en la pagina veinte.

Ni siquiera era un articulo, sino un simple relleno de pagina: unos cinco centimetros de columna, junto a un articulo sindicado sobre la estructura sociologica de las hormigas rojas de America del Sur.

Pero el titular llamo mi atencion:

POSIBLE SUICIDIO DE UNA PSICOLOGA

por Maura Bannon

Periodista de redaccion

(Los Angeles) Fuentes de la policia informan de que el fallecimiento de una psicologa local, hallada muerta esta manana en su casa de Beverly Hills, probablemente fue el resultado de una herida de arma de fuego, autoinfligida. El cuerpo de Sharon Ransom, de 34 anos de edad, fue descubierto esta manana en la alcoba de su casa, en Nichols Canyon. Aparentemente, habia fallecido en algun momento de la noche del domingo.

Ransom vivia sola en la casa de Jalmia Drive, que tambien usaba como consultorio. Natural de Nueva York, estudio e hizo sus practicas en Los Angeles, donde se doctoro en 1981. No se le conocen parientes proximos.

El domingo por la noche. Unas pocas horas despues de que yo la llamase.

Algo frio y apestoso como el gas de las alcantarillas se alzo de mis tripas y burbujeo en mi garganta. Me obligue a volver a leer el articulo. Una y otra vez.

Un relleno de unos cinco centimetros… Pense en su cabello oscuro, ojos azules, vestido azul, perlas. Ese rostro tan singular, tan vivo, tan calido.

No, tu eres la unica persona del mundo con la que no he de simular lo que no es… No, las cosas no me han ido bien. Nada bien.

?Una peticion de ayuda? La intimidad implicada en aquello me habia irritado. ?Me habria impedido ver lo que realmente era?

No habia parecido tan desesperada.

?Y por que yo? ?Que habria visto, en aquella ojeada apresurada por encima de los hombros de desconocidos, que la habia llevado a pensar que yo era la persona adecuada a la que acudir?

Grave error…, el viejo Alex estaba obsesionado por sus propias necesidades: blancas y suaves caderas y grandes pechos.

No, las cosas no me han ido bien. Nada bien.

Siento oir eso.

Le habia dado la comprension de una maquina tragaperras.

Le habia acercado a mi, no importandome una mierda.

Habia disfrutado con la sensacion de poder, mientras ella flotaba hacia mi, pasiva.

Si representa tanto para ti, podemos vernos y charlar… y te jodere hasta que me quede a gusto.

Representa mucho para mi.

Con una mano que era una garra arranque la pagina del diario, la arrugue y la lance al otro lado de la habitacion.

Cerrando los ojos, trate de permitirme llorar. Por ella, por mi, por Robin. Por las familias que se deshacian, por un mundo que se hacia pedazos. Ninos pequenos que veian morir a sus padres. Por cualquiera en el mundo que se lo mereciese.

Pero las lagrimas no acudieron.

Espera el pitido del contestador.

Aprieta el gatillo.

6

Luego, cuando hubo pasado algo del shock, me di cuenta de que ya en otra ocasion la habia salvado. Quizas ella lo hubiese recordado, y hubiese construido su propia fantasia de maquina del tiempo.

Otono de 1974. Yo tenia veinticuatro anos, acababa de doctorarme, y aunque todavia no me acostumbraba a la novedad de que me llamasen doctor, seguia siendo tan pobre como un estudiante.

Hacia poco que habia regresado a Los Angeles del Langley Porter Institute de San Francisco, para comenzar mi trabajo en el Western Pediatric Hospital. El cargo iba acompanado de un titulo de los que hacen caer de espaldas: Becario Postdoctoral en Psicologia Clinica y Desarrollo Humano por el Instituto Nacional de Salud Mental, conjuntamente concedido por el Hospital y su adjunta Facultad de Medicina. Mi trabajo consistia en tratar a los ninos, ensenar a los internos, llevar a cabo investigaciones, y preparar uno o dos estudios que publicaria conjuntamente con el Psicologo Jefe.

Mi paga era de quinientos dolares al mes, una cantidad que Hacienda acababa de declarar sujeta a impuestos. Apenas si me quedaba lo bastante como para pagar el alquiler y los gastos de un destartalado piso de soltero en la Overland Avenue, comida de la mas barata, ropas de rebajas, libros de segunda mano, y los cuidados terminales para un Nash Rambler agonizante. No quedaba cubierta una acumulacion de ocho anos de prestamos del credito estudiantil y otras deudas que ya llevaban demasiado tiempo archivadas bajo la categoria «Otras». Y un cierto numero de cobradores de banco disfrutaban llamandome de todo a principios de cada mes.

Con el fin de ganar un dinero extra, me dedique a tocar la guitarra por las noches con algunas orquestas de baile, que era el modo como habia aranado algun extra en San Francisco. Trabajo irregular con paga desigual y toda la comida de bar que pudiera tragar entre actuaciones. Tambien deje saber al Departamento de Psicologia que su ilustre graduado estaba dispuesto a aceptar encargos de ensenanza, a tiempo libre.

El Departamento me ignoro, hasta una tarde de noviembre cuando una de las secretarias hizo que me llamasen por el buscapersonas, en el Hospital.

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