dibujos infantiles de manzanas. Lapices de colores sobre papel basto, color amarillento. Pero enmarcados con marcos caros y cristal.
Extrano, pero no pase mucho tiempo preocupado por aquello: ella habia corrido cortinas opacas sobre las ventanas y hundido la habitacion en las tinieblas. Oli su perfume y note su mano agarrandome el paquete.
– Ven -me dijo… una voz sin cuerpo, y sus manos se apoyaron en mis hombros con sorprendente fuerza. Me empujo hacia abajo y me hizo descender hacia la cama, se coloco encima mio y me beso con fiereza.
Nos abrazamos y rodamos, hicimos el amor totalmente vestidos. Ella sentada, con la espalda contra el cabezal de la cama, las piernas abiertas y forzadas hacia arriba, que mantenia agarradas por detras de las rodillas. Yo, arrodillado frente a ella, como si estuviera rezando, empalandola mientras me agarraba a la parte superior de la cabecera.
Una posicion muy incomoda, de asiento trasero de coche. Cuando se hubo acabado, se deslizo de debajo mio, y me dijo:
– Ahora te lo explicare: soy huerfana. Mi padre y mi madre murieron el ano pasado.
Mi corazon aun latia con fuerza. Le dije:
– Lamento…
– Eran personas maravillosas, Alex. Muy apuestos, muy educados, y muy al dia.
Una forma nada apasionada de hablar de los padres fallecidos de uno, pero lo cierto era que la pena podia adoptar muchas formas. Lo importante era que ella estaba
– Papi era el director de arte de una de las grandes editoriales de Nueva York -me explico-. Mami era disenadora de interiores. Viviamos en Manhattan, en la Park Avenue, y teniamos una casa en Palm Beach y otra en Long Island… en Southampton. Yo era su unica hijita.
Esta ultima frase fue pronunciada con especial solemnidad, como si el no tener hermanos fuera un honor realmente notable.
– Eran gente muy activa, viajaban mucho sin mi. Pero eso no me molestaba, porque sabia que me amaban muchisimo. El ano pasado estuvieron de vacaciones en Espana, en un pueblecito de Mallorca. Y estaban volviendo a casa despues de una fiesta, cuando su coche se despeno por un precipicio.
La tome entre mis brazos. La note suelta y relajada, como si hubiese estado hablando del tiempo. Incapacitado para leer su rostro en la oscuridad, escuche, tratando de hallar una tonalidad en su voz, una respiracion agitada, alguna prueba de pena. Nada.
– Lo lamento por ti, Sharon.
– Gracias. Ha sido muy duro. Es por esto por lo que no queria hablarte de ellos… no podia soportarlo. Intelectualmente, se que no es el mejor modo de enfrentarse a la situacion, que el mantener una cosa asi embotellada solo lleva a una pena patologica y aumenta el riesgo de todo tipo de sintomas. Pero afectivamente, no podia hablar de ello. Lo intente muchas veces, pero no podia.
– No te presiones a ti misma. Cada uno vamos a nuestro propio ritmo.
– Si. Si, eso es cierto. Solo te estoy explicando el porque no te podia hablar de ellos. El porque, en realidad, aun no puedo.
– Lo comprendo.
– Se que lo comprendes. -Un beso profundo-. Eres justo lo que yo necesito, Alex.
Pense en el modo constrenido en el que habiamos hecho el amor.
– ?Lo soy?
– ?Oh, Dios, si! Paul… -se detuvo.
– ?Paul que…?
– Nada.
– ?Me aprueba Paul?
– No es eso, Alex. Pero, si… Si, te aprueba. Siempre le hablo de lo maravilloso que eres y el me dice que le alegra que haya encontrado alguien que es tan bueno para mi. Le caes bien.
– No nos conocemos.
Pausa.
– Le cae bien lo que yo le he contado de ti.
– Ya veo.
– ?Que te pasa, Alex?
– Parece que tu y Paul hablais mucho…
Note como su mano tanteaba y me agarraba el miembro, lo apreto suavemente, lo masajeo. Esta vez no respondi y bajo los dedos dejandolos descansar sobre mi escroto.
– Es mi Consejero de Facultad, Alex. Supervisa mis casos. Eso significa que hemos de conversar -suave toqueteo-. Pero no hablemos de el ni de nadie mas, ?vale?
– Vale. Pero aun siento curiosidad para saber de donde ha salido la casa.
– ?La casa? -dijo ella, sorprendida-. ?Oh, la casa! De mi herencia, naturalmente. Era de ellos, de mis padres. Los dos habian nacido en California, y vivieron aqui antes de mudarse al Este…, antes de que yo naciese. Yo era su unica hijita, asi que ahora es mia. El ejecutar el testamento llevo un tiempo, habia un monton de papeleo. Ese fue el motivo por el que no pude ir contigo a San Francisco: tenia que solucionar todo eso. El caso es que ahora tengo una casa y algo de dinero… hay un fondo en fideicomiso, que administran alli. De ahi es de donde he sacado para el Alfa. Ya se que es un poco escandaloso, pero me gusta… ?no te parece?
– Es muy guapo.
Siguio un rato hablando del coche, de los sitios a los que podriamos ir con el.
Pero lo unico en que yo pensaba era en la casa… Podriamos vivir en ella, juntos. Ahora yo estaba ganando mi buen dinerito, asi que podria pagar los recibos, pagar todos los gastos…
– Ahora tienes mas sitio -le dije, mordisqueandole la oreja-. Sitio bastante para dos.
– Oh, si… despues de ese cuarto en el dormitorio universitario, ya tenia yo ganas de estar mas ancha. Y puedes venir a visitarme siempre que quieras, Alex. Nos lo pasaremos muy bien, ya veras.
– …de buen tamano, especialmente si se consideran los estandares actuales.
Mickey Mehrabian seguia insistiendo con su chachara de las ventas.
– Tiene un tremendo potencial para una nueva decoracion, unas posibilidades inacabables, y en el precio esta incluido todo lo que hay dentro. Algunos de estos muebles son autenticos clasicos deco, doctor… se los puede quedar o puede venderlos. Y todo esta como nuevo. Este lugar es una autentica joya, doctor.
Dimos una vuelta por la cocina y caminamos por el corto pasillo que llevaba a las alcobas. La primera puerta estaba cerrada. La paso de largo. Yo la abri y entre.
– ?Oh, si! -dijo-. Este es el dormitorio principal.
El olor a detergente/desinfectante era mas fuerte aqui, mezclado con otros olores industriales: el amoniaco de un limpiador de cristales, el picor de los componentes de un insecticida, el inconfundible olor de la lejia. Un coctel toxico. Habian quitado las cortinas: solo quedaba una marana de cuerdas y poleas. Y todo el mobiliario habia desaparecido. Habian arrancado la moqueta, dejando al descubierto un suelo de maderos afeados por los clavos de la moqueta. Las dos altas ventanas revelaban un paisaje de copas de arboles y tendido electrico. Pero ni habia brisa, ni disolucion del bano quimico.
Ni dibujos de manzanas.
Oi un zumbido. Ella tambien lo oyo. Ambos buscamos la fuente del mismo, y la hallamos de inmediato.
Una masa de tabanos, volando en circulos en el centro de la habitacion, una nube animada, con sus bordes moviendose amebicamente.
A pesar de los esfuerzos por limpiar el aura de la muerte, los insectos sabian… habian detectado, con sus primitivos pequenos cerebros de tabano, lo que habia pasado exactamente en aquella habitacion. En aquel punto.
Recorde algo que Milo me habia dicho:
Mickey Mehrabian vio la expresion de mi rostro y la confundio con remilgos.
– Es lo que pasa por tener las ventanas abiertas en este tiempo del ano -dijo-. No es un problema del que haya que preocuparse. ?Sabe?, quien vende es muy abierto a los tratos, tremendamente flexible. Estoy segura de