No era, exactamente, lo que se dice un cliente habitual de una consulta particular. ?De donde lo habria sacado Sharon? ?Cuantos mas como el habria tratado? ?Y cuantas personalidades fragiles mas estarian a punto de saltar en pedazos, porque ya no habia nadie para mantenerlas de una sola pieza?

Recorde la repentina ira de Rasmussen, cuando le pregunte que habia pasado cuando se habia terminado el tratamiento para el dolor.

Una fea suposicion que no me era posible justificar, pero que de todos modos no queria abandonarme, era que su relacion con Sharon habia ido mas alla del tratamiento. Y se habia convertido en algo lo bastante fuerte, como para hacerlo volver a la casa. ?En busca de algo? ?Que?

Pisandole los pasos a Trapp…

?Acaso Sharon habria estado acostandose con ambos? Me di cuenta de que me habia preguntado lo mismo del vejete rico de la fiesta. Y sobre Kruse, hacia anos.

Tal vez me estaba dejando llevar…, proyectando. Suponiendo relaciones sexuales, que quiza no existiesen, porque mi propia union con ella habia sido carnal.

Tal cual hubiera dicho Milo: Estrechez de miras, amigo.

Pero, estrechas o no, no podia quitarme esas ideas de la cabeza.

Llegue a casa a la una treinta, y halle mensajes de Maura Bannon, la estudiante de periodismo, y del detective Delano Hardy. Cuando le llame a mi vez, Del estaba hablando por otra linea, asi que tome el listin y busque a una doctora Weingarden en Beverly Hills.

Habia dos doctores con ese apellido, un tal Isaac en Bedford Drive y una tal Leslie en Roxbury.

Isaac Weingarden contesto el mismo al telefono. Sonaba a viejo, con una suave y amable voz y acento de Viena. Cuando me entere de que era psiquiatra, estuve seguro de que el era el Carmen de la liada palabreria de D. J.; pero nego saber nada de Sharon o de Rasmussen.

– Suena usted agitado, joven. ?Hay algo que pueda hacer por usted?

– No, gracias.

Telefonee al consultorio de Leslie Weingarden. Su recepcionista me dijo:

– Ahora esta con un paciente.

– ?Le podria decir que es un asunto relacionado con Sharon Ransom?

– Un momento.

Escuche unos minutos de musica de Mantovani. Luego:

– La doctora no puede ser molestada. Me ha dicho que me de su numero y que ella le llamara.

– ?Podria decirme usted si la doctora Weingarden le mandaba pacientes a la doctora Ransom?

Duda.

– No tengo ni idea, senor. Solo le repito lo que la doctora me ha dicho que le contestase.

A las dos y cuarto me llamo Del Hardy.

– Hola, Del. ?Que tal te va?

– Ocupado. Pero con este calor que viene, aun vamos a tener mas trabajo. ?Que puedo hacer por ti?

Le conte lo de Sharon, que habia visto a Cyril Trapp, y la apresurada venta de la casa.

– Trapp, ?eh? Interesante. -Pero no sonaba interesado. A pesar de ser uno de los pocos detectives que se mostraba cordial con Milo, esa cordialidad no llegaba a amistad. Trapp era una carga que no deseaba compartir.

– Nichols Canyon pertenece a la Division de Hollywood -me dijo-. Asi que ni siquiera se quien lleva el caso. Con la sobrecarga de trabajo que tenemos, todas las comisarias estan tratando de sacarse de encima, a toda prisa, lo rutinario; y muchas cosas se resuelven por telefono.

– ?Asi de deprisa?

– No es usual -me contesto-, pero nunca se sabe.

No le dije nada.

– ?Y dices que era amiga tuya? -me pregunto.

– Si.

– Supongo que podria hacer algunas preguntas.

– Realmente te lo agradeceria, Del. El diario decia que no habian sido hallados familiares; pero yo se que tenia una hermana… gemela. La conoci hace seis anos.

Yo era su unica hijita. Otra sorpresa.

– ?Nombre?

– Shirlee, con dos es. Estaba impedida y vivia en una casa de tratamiento en Glendale, South Brand, un par de kilometros despues de la Galleria.

– ?El nombre de ese sitio?

– Solo estuve una vez alli, y no me fije.

– Lo comprobare. -Bajo la voz-. Escucha, acerca de lo de Trapp. El Capitan no estaria trabajando en un suicidio, que no puede darle ninguna gloria. Asi que el que estuviese alli se deberia probablemente a algo personal…, quiza un negocio de la propiedad. Algunos tipos buscan las propiedades de los recien fallecidos, tratan de conseguirlas baratas. No es de muy buen gusto, pero ya sabes como son las cosas…

– Los buitres en la escena del crimen -dije.

El se echo a reir.

– Lo has captado. Hay otra posibilidad… ?era rica la victima?

– Provenia de una familia de pasta.

– Entonces, eso podria ser -dijo, sonando mas descansado-. Alguien apreto unos botones y de lo alto llego la orden de mantenerlo todo en silencio, archivarlo rapidamente. Trapp estaba antes en la Division de Hollywood…, quizas alguien se acordo de esto, y le pidio la devolucion de un favor.

– ?Un servicio personal?

– Es algo que esta pasando continuamente. Lo importante de ser rico es poder tener cosas que nadie mas puede tener ?no? Hoy en dia, cualquiera se puede comprar un Mercedes a plazos. La droga, las ropas, tres cuartos de lo mismo. Pero la intimidad… ese es el lujo mas caro de esta ciudad.

– De acuerdo -le dije. Pero me estaba preguntando quien apretaria los botones. De inmediato pense en el viejo ricacho de la fiesta. No habia modo de seguir aquello con Del, asi que le volvi a dar las gracias.

– No tienes que darmelas -me dijo-. ?Has sabido algo de Milo?

– No. ?Y tu? Creo que vuelve el lunes.

– Ni palabra. La lista de servicios dice que ha de estar de vuelta en la oficina el lunes. Conociendo a Milo, eso significa que estara en la ciudad el sabado o el domingo, paseando arriba y abajo y maldiciendo. Y, por lo que a mi respecta bienvenido sea de vuelta: las alimanas andan por ahi a manadas.

Cuando hubo colgado, busque en las paginas amarillas por si veia una casa de reposo en South Brand, y no halle nada. Unos minutos mas tarde me llamo Mal Worthy para recordarme la declaracion del dia siguiente. Parecia preocupado acerca de mi estado mental, y no dejaba de preguntarme si me encontraba bien.

– Estoy bien -le dije-. Ni Perry Mason podria ganarme en esto.

– Mason era un gatito inofensivo. Vete con cuidado con esos tipos de los seguros. Por cierto, Denise dice que se acabaron las sesiones para Darren. Quiere hacer las cosas ella, a su manera. Pero eso es privado: en lo que se refiere al otro bando el crio seguira en tratamiento el resto de su vida. Y aun despues.

– ?Que tal le va a Darren?

– Por el estilo.

– Convencela para que siga con el tratamiento, Mal. Si quiere a otro, ya le recomendare alguien.

– Esta muy decidida, Alex, pero yo sigo intentandolo. Mientras tanto, me preocupa mas el ponerle comida en la mesa. Ciao.

Pase el par de horas siguientes preparandome para la declaracion, hasta que fui interrumpido por el telefono.

– ?Doctor Delaware? Soy Maura Bannon, del L. A. Times.

Sonaba como si tuviera trece anos, tenia una voz aguda con un poco de ceceo y un acento de Nueva Inglaterra y la costumbre de convertir sus afirmaciones en preguntas.

– Hola, senorita Bannon.

– ?Ned Biondi me dio su numero? Me alegra haberle encontrado… ?me pregunto si nos podriamos ver?

– ?Con que motivo?

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