tamano familiar. No habia diferencia significativa entre los grupos.
– ?No habia diferencia significativa en ninguna medicion de ajuste psicologico?
– Exacto.
Moretti miro a la informadora legal.
– Habla muy deprisa, ?lo ha cogido?
Ella asintio con la cabeza. Y luego, de nuevo a mi:
– En favor de aquellos de nosotros que no estan familiarizados con los terminos psicologicos, especifique que es lo que quiere decir
– Que los grupos eran estadisticamente indiferenciables. Los tanteos medios de esas mediciones eran similares.
– ?Medios?
– Del medio… el liston del cincuenta por ciento. Matematicamente, esa es la mejor medida de la tipicidad.
– Si, claro, pero… ?que significa todo esto?
– Que los ninos enfermos cronicos pueden desarrollar algunos problemas, pero que el estar enfermos no los convierte inevitablemente en neuroticos o psicoticos.
– Espere un momento -dijo Moretti, dando palmadas sobre el monton-. Yo aqui no veo mencionados problemas, doctor. Su descubrimiento basico fue que los ninos enfermos eran normales.
– Eso es cierto. De todos modos…
– Asi lo dice usted aqui, doctor. -Alzo el articulo, lo abrio por una pagina y clavo un dedo en ella-. Justo aqui, en la Tabla Tres: «Los resultados del Estado de Ansiedad de Spielberger, los resultados de la Autoestima de Rosenberg, los resultados de Ajuste de Achenbach se hallaban todos…», y estoy citandole literalmente: «
– Esto esta empezando a sonar argumentativo -dijo Mal-. Estamos aqui para hallar datos.
– Cuasi-datos, en el mejor de los casos -afirmo Moretti-. Esto es psicologia, no ciencia.
– Ha sido
– La informacion que nos da su testigo parece estar contradiciendo su propia obra publicada, abogado.
– ?Le gustaria que contestase a su pregunta? -le dije a Moretti.
Se quito las gafas, se recosto y me dio un cuarto de sonrisa.
– Si puede hacerlo…
– Lea la seccion de discusiones -le dije-. Especificamente los tres ultimos parrafos. Listo varias areas de problemas con los que tienen que enfrentarse los ninos cronicamente enfermos, durante toda su vida: dolor y molestias, interrupcion de la escolaridad debido a los tratamientos y hospitalizacion, cambios en el cuerpo causados tanto por la enfermedad como por el tratamiento, rechazo social, sobreproteccion por los padres. En general, los ninos logran superar esos problemas, pero los problemas siguen existiendo.
– La seccion de discusiones -intervino Moretti-. Aja… el lugar en el que los investigadores dejan caer sus conjeturas. Pero sus propios
– En otras palabras -interrumpio Mal, volviendose hacia mi-, lo que esta usted diciendo, doctor Delaware, es que los ninos enfermos y los ninos traumatizados se enfrentan a una constante avalancha de retos…, que la vida es para ellos
– Si.
Mal paso la vista arriba y abajo por la mesa, evitando a Moretti, estableciendo momentaneo contacto ocular con cada uno de los otros abogados.
– No hay razon para penalizar a un nino porque sepa sobreponerse a los retos, ?verdad, caballeros?
– Pero, ?quien es aqui el testigo? -espeto Moretti, blandiendo la fotocopia.
– No hay razon por la que penalizar a un nino por enfrentarse a su trauma -afirmo Mal.
Se permitio una amplia sonrisa.
Para el, todo aquello era un juego. Pense en ninos pequenos jugando en un callejon a ver quien meaba mas lejos, y le dije:
– Ese es un buen punto, senor Moretti: los ninos traumatizados y los cronicamente enfermos son dos cosas totalmente distintas. Es por eso por lo que me preguntaba el porque siquiera habria citado usted ese articulo.
Un par de los otros abogados sonrieron.
– Tocado -me susurro Mal al oido.
Uno de los otros abogados del seguro estaba susurrandole algo a la oreja de Moretti. El lider no estaba contento con lo que le estaba diciendo, pero escucho impasiblemente, luego dejo la fotocopia de lado.
– De acuerdo, doctor, hablemos de la misma nocion del
– Pues lo ha entendido mal -le dije. Moretti se puso rojo. Mal alzo las cejas y lanzo un silbidito.
– Oiga, doctor…
– Lo que yo
– Desde luego, resulta imposible juzgarlo -afirmo Moretti-. Por lo que he leido en la literatura de su campo, resulta que la inteligencia es determinada primariamente por lo genetico. Y lo que mejor puede predecir el CI de un nino es el Cociente de Inteligencia de su padre… lo dijeron Katz, Dash y Ellenberg en 1981.
– El CI de este padre jamas volvera a ser comprobado con un test -dijo Mal-. A cambio, yo solicite que la senora Burkhalter se hiciera un test del CI, pero usted se opuso, senor Moretti.
– Ya ha pasado por bastantes tensiones, abogado.
– No importa -dijo Moretti-, podemos hacer suposiciones a partir de lo que sabemos de esa gente. Ni el senor ni la senora Burkhalter acabaron los estudios medios. Ambos
– Desde luego no es asi de simple -le dije-. El CI paterno predice el CI de un nino mejor que la mayoria de los otros factores, pero aun asi no es un factor de prediccion muy
– ?Le gusta a usted confiar en el azar, doctor?
– No. Por eso acepte este caso.
La informadora sonrio.
Moretti se volvio hacia Mal.
– Abogado, yo le rogaria que le advierta usted a su testigo que mantenga un comportamiento adecuado.
– Considerese advertido, doctor Delaware -me dijo Mal, luchando por suprimir una sonrisa. Se tiro de los