Subi corriendo los cuatro pisos, dandome cuenta de que, repentinamente, me habia vuelto la energia; por primera vez en mucho tiempo me sentia imbuido de un proposito, justiciero en mi ira.
Nada como un enemigo para limpiar el alma de uno.
Su oficina estaba al extremo de un largo pasillo blanco. Unas puertas dobles de caoba tallada habian reemplazado el habitual contrachapado departamental. El suelo que estaba frente a la puerta habia sido cubierto con una lona sobre la que habia una capa de serrin. Del interior llegaba el sonido de sierras y martillos.
Las puertas no estaban cerradas. Pase a una anteoficina y halle a unos operarios colocando unas placas de parquet y martilleando molduras de caoba, a otros subidos en escaleras pintando las paredes de un rico y brillante color borgona. Candelabros de laton en las paredes en lugar de fluorescentes en el techo, un sillon de cuero aun envuelto en plastico. El aire olia a madera quemada, cola y pintura. Una radio de transistores en el suelo aullaba musica country.
Uno de los trabajadores me vio, apago su sierra de marqueteria y se bajo de su taburete. Estaria cerca de los treinta, de tamano mediano pero robusto, con enormes hombros. Una gamuza ondeaba del bolsillo trasero de sus sucios tejanos, y sobre su cabello rizado llevaba una gorra de beisbol, con la visera doblada. Su negra barba estaba blanqueada por el polvillo, al igual que lo estaban sus peludos brazos de Popeye. Su cinturon de herramientas estaba repleto con los utiles de su oficio y colgaba bajo sobre sus caderas, tintineando mientras venia hacia mi.
– ?Profesor Kruse? -me dijo con una aguda voz infantil.
– No, tambien yo lo ando buscando.
– Maldita sea, como todo el mundo. Si sabe donde se le puede encontrar, digale que se venga aqui, en seguida. Algunas de las cosas que nos han llegado no coinciden con los planos. No se si es que han vuelto a cambiar de idea o que, pero no podemos seguir mucho mas hasta que alguien lo aclare, y el jefe esta de viaje, estudiando otro trabajo.
– ?Cuando fue la ultima vez que vio a Kruse? -le pregunte.
Saco la gamuza y se seco el rostro.
– La semana pasada, cuando estabamos preparandolo todo segun los planos, haciendo el trabajo mas duro de acondicionamiento y el cuarto de bano. No volvimos hasta ayer, porque los materiales no habian llegado. Y todo iba acelerado, porque se supone que este es un trabajo urgente. Y, ahora, tenemos problemas: no paran de cambiar de idea acerca de lo que desean.
– ?Quien?
– Kruse y su esposa. Se suponia que ella tenia que haber venido aqui hace una hora, para repasarlo todo con nosotros, pero no se ha presentado. Y tampoco contestan al telefono. Cuando el jefe vuelva de Palm Springs se va a poner como una fiera, pero no se como infiernos se supone que podemos apanarnoslas si no aparece el cliente.
– ?Trabajan ustedes para la universidad?
– ?Nosotros? Infiernos, no. Somos de la Chalmers Interiors, de Pasadena. Este es un trabajo de encargo: cambiar las baldosas del bano, colocar un techo encofrado en la oficina grande, mucha madera, muebles antiguos, alfombras persas, un hogar falso de marmol. -Se froto el indice con el pulgar-. Mucha pasta.
– ?Y quien paga?
– Ellos… los Kruse. A horas y tarifa extra. A uno le parece que lo menos que podian hacer es aparecer.
– Parece.
Se volvio a meter la gamuza en el bolsillo.
– Se gana facil, se gasta facil, ?eh? No sabia que los profesores ganasen tanto. ?Tambien lo es usted?
– Si, pero no de aqui… de Crosstown.
– En Crosstown tienen un mejor equipo de futbol americano -dijo. Se quito la gorra y se rasco la cabeza, luego me dedico una amplia sonrisa-. ?Esta usted aqui espiando para el otro bando?
Le devolvi la sonrisa.
– No, solo busco al doctor Kruse.
– Bueno, pues si lo ve, digale que se ponga en contacto con nosotros, o manana nos iremos a otro lugar. Solo tengo medio dia de trabajo para un equipo de dos hombres. El jefe no querra decidir por el.
– Lo hare, senor…
– Rodriguez, Gil Rodriguez. -Tomo un trozo de madera del suelo y uso un lapiz de carpintero para marcarme su nombre y numero de telefono-. Yo tambien trabajo por mi cuenta… pintura, yeso. Y puedo arreglar cualquier cosa que no lleve dentro un ordenador. Y si tiene usted algunas entradas de futbol que quiera vender, estare contento de sacarselas de las manos.
El trafico en Sunset estaba imposible. La entrada a Bel Air por Stone Canyon estaba cortada por una barricada de obras publicas, lo cual empeoraba aun mas las cosas, y el sol se estaba hundiendo en los Palisades cuando llegue a la casa de Kruse. Era la misma hora del dia que la primera vez que habia estado alli, pero no habia un cielo borrascoso como en la otra ocasion, ahora era todo el inocencia azul, fundiendose con las nubes de la mar.
Despues de lo que me habia dicho Rodriguez, yo habia esperado hallar el aparcamiento vacio; pero habia coches aparcados frente a la casa: el Mercedes blanco arreglado con la matricula PPK PHD que habia visto en la fiesta, y un viejo Toyota de un color crema de guisantes. Pase junto a ellos, llame a la puerta con los nudillos, espere, llame mas fuerte, y luego use el timbre.
Podia oir el campanilleo interno, y cualquiera que hubiese dentro tambien podria oirlo. Pero nadie contesto. Entonces mire abajo y vi un monton de correo en los escalones delanteros, mojado y estropeado. Y vi el orificio del buzon repleto de revistas y mas correspondencia.
Llame de nuevo, mire en derredor. Hacia un lado habia un patio semicerrado, plantado con perennes y bugambilias trepadoras. Acababa en una puerta en arco, hecha con maderas envejecidas.
Fui a la puerta y la empuje. Se abrio. Pase por ella y camine hacia la parte trasera de la propiedad, a lo largo del lado sur de la casa. Cruce bajo un emparrado de madera y me encontre en un gran patio trasero: una suave extension de cesped, con los limites marcados por altos arboles, parterres de flores de formas naturales, una piscina de rocas con fuente de burbujas y una cascada en la parte trasera que caia sobre una placa de cristal.
Oi un clic. El patio fue banado por una suave y colorinesca luz y la piscina centelleo color zafiro. Temporizadores.
No brillaba ninguna luz desde dentro de la casa, pero una bombilla color rosa, colocada sobre un abedul iluminaba lo mas destacado de un patio interior que tenia un toldo de tela y un suelo de baldosas mexicanas. Y varios grupos de lujoso mobiliario de te. Locion para el sol sobre una mesa, toallas de bano arrugadas sobre algunas de las sillas, con aspecto de llevar alli ya algun tiempo. Oli moho y luego algo mas fuerte. Un bano interrumpido…
Una de las puertas francesas estaba abierta. Lo bastante como para que el hedor saliese fuera. Lo bastante como para poder entrar.
Me coloque el panuelo sobre la nariz y la boca, e introduje la cabeza lo bastante como para ver una pesadilla coloreada de rosa. Usando el panuelo tantee buscando el interruptor de la luz, y lo halle al fin.
Dos cadaveres, desparramados por sobre un desierto de alfombra berebere, apenas si reconocibles como humanos, de no ser por la ropa que cubria lo que quedaba de sus torsos.
Me dio una arcada, mire a otra parte y vi altos techos con vigas vistas, muebles de hinchada tapiceria. De gusto. Un buen decorador.
Luego abajo de nuevo, al horror…
Mire a la alfombra. Trate de perderme en la maldita alfombra: bien tejida. Inmaculada. Exceptuando las manchas que estaban ennegreciendose.
Uno de los cadaveres llevaba un traje de bano de mujer, de dos piezas, con un dibujo de flores color rosa. El otro unos pantalones cortos Speedo, en otro momento blancos, y una camisa hawaiana azul pavo real con un estampado de orquideas rojas.
La brillante tela destacaba sobre la glutinosa carne, color marron verdoso. Rostros reemplazados por una masa de carne oleosa, agujereada. Carne cubierta por cabello… cabello rubio en los dos. El cabello del cuerpo del biquini mas claro y mucho mas largo. Coronado por una corteza marron.