Tomo mi mano, la puso sobre una frente fria y seca.
Y, volviendose hacia Shirlee:
– ?No es cierto, carino?
Y, con una breve mirada, me invito:
– Dile algo, Alex.
– Hola, Shirlee.
Nada.
– Eso es -dijo Sharon-. Esta zumbando.
No habia dejado de sonreir, pero habia lagrimas en sus ojos. Solto mi mano, hablo con su hermana:
– Es Alex
Aguarde, mientras ella hablaba con una mujer que no podia oirla. Le canto, le cotilleo cosas de la moda, la musica, recetas de cocina, los acontecimientos de actualidad.
Luego doblo hacia abajo el edredon, hacia arriba la bata y dejo al descubierto unas costillas de despojo de pollo, patitas de palito, rodillas puntiagudas, piel suelta color gris cieno…, como los restos de una forma femenina tan pateticamente marchita, que tuve que mirar hacia otro lugar.
Sharon dio la vuelta a su hermana, suavemente, buscandole ulceraciones de la cama. Frotando, acariciando y masajeando, flexionando y estirando piernas y brazos, haciendo girar la mandibula, examinandola tras de las orejas, antes de taparla de nuevo.
Despues de volver a arroparla con el edredon y ahuecarle la almohada, le dio un centenar de pases al cabello con el cepillo, le seco el rostro con un trapo humedo y maquillo las secas mejillas con base y colorete.
– Quiero que se parezca lo mas posible a una dama. Para mantener su moral. Por su propia imagen femenina.
Alzo una mano inerte, inspecciono unas unas que eran sorprendentemente largas y sanas.
– ?Que bonitas las tienes, Shirl! -Volviendose hacia mi-: ?Las tiene tan sanas…, crecen mas rapidas que las mias! ?No es curioso, Alex?
Luego, nos sentamos en el Alfa y Sharon lloro un poco. Despues, empezo a hablar en aquellas tonalidades atonas que habia usado para contarme la muerte de sus padres:
– Ambas nacimos siendo absolutamente iguales. Copias de papel carbon una de la otra… quiero decir que nadie nos distinguia la una de la otra. -Lanzo una carcajada-. A veces, ni nosotras mismas nos podiamos diferenciar.
Recordando la fotografia de las dos ninas pequenas, dije:
– Habia una diferencia: erais gemelas identicas de espejo.
Eso parecio estremecerla.
– Si. Eso…, ella es zurda, yo soy diestra. Y los rizos de nuestro cabello van en direcciones opuestas.
Aparto la vista de mi, dio unos golpecitos al aro de madera del Volante.
– Es un extrano fenomeno, eso de los monozigotos de imagen de espejo, hablando desde un punto de vista cientifico. Bioquimicamente, no tiene ningun sentido. Dada una estructura genetica identica en dos individuos, no deberia haber ninguna diferencia entre ellos, ?cierto? Y aun menos una inversion de los hemisferios cerebrales.
Sus ojos adquirieron una expresion sonadora, y los cerro.
– Te agradezco mucho que hayas venido. Realmente significa mucho para mi.
– Yo tambien estoy contento de haber venido.
Me tomo la mano, la suya temblaba.
– Adelante -le dije-. Me estabas hablando de lo muy similares que sois las dos.
– Copias de papel carbon -prosiguio-. E inseparables. Nos queriamos la una a la otra con una intensidad que nos salia de lo mas profundo de nuestras entranas. Viviamos la una para la otra, lo haciamos todo juntas, llorabamos histericamente cuando nos separaban, hasta que ya nadie lo volvio a intentar. Eramos mas que hermanas, mas que gemelas… companeras. Companeras psiquicas, compartiendo una consciencia. Como si cada una de nosotras solo pudiese estar completa en presencia de la otra. Teniamos nuestros propios idiomas, dos de ellos, uno hablado y el otro de gestos y miradas secretas. Nunca dejabamos de comunicarnos… incluso en nuestro sueno tendiamos las manos y nos tocabamos. Y compartiamos las mismas intuiciones, las mismas percepciones.
Se detuvo.
– Probablemente esto te suene extrano. Es dificil explicarselo a alguien que nunca ha tenido un gemelo, Alex; pero creeme: todas esas historias que se cuentan acerca de sincronia de sensaciones son ciertas. Desde luego lo fueron para nosotras. Aun ahora, a veces me despierto en medio de la noche con un dolor en mi tripa o un calambre en un brazo. Y llamo a Elmo y este me dice que Shirlee ha pasado una mala noche.
– No me parece extrano. Ya he oido eso antes.
– Gracias por decir eso. -Me beso en la mejilla, se tironeo el lobulo de la oreja-. Cuando eramos pequenas tuvimos una maravillosa vida juntas: Mami y Papi, el gran piso de Park Avenue…, todas aquellas habitaciones, con comodas y armarios en los que nos podiamos meter dentro. Nos encantaba ocultarnos…, nos encantaba ocultarnos al mundo. Pero nuestro lugar favorito era la casa de verano en Southampton. La propiedad llevaba generaciones en la familia. Hectareas de hierba y arena. Una vieja y enorme monstruosidad de casa blanca, con suelos crujientes, mobiliario de enea que se estaba haciendo pedazos de viejo, antiguas y polvorientas alfombras, un hogar en piedra. Se alzaba en lo alto de un farallon que dominaba el oceano y que descendia hasta el agua en un par de lugares. Nada muy elegante: solo un par de torturados pinos viejos y dunas perezosas. La playa se extendia en forma de creciente, muy ancha y humeda, y llena de hoyitos de almejas. Habia un atracadero, con barcas de remos aseguradas al mismo…, danzaban a las olas, golpeaban contra la madera deformada. Eso nos asustaba, pero de un modo amable… y nos gustaba asustarnos a Shirl y a mi.
»En otono, el cielo siempre tenia esa maravillosa tonalidad gris, con puntitos amarilloplateados alla donde el sol se abria camino. Y la playa estaba llena de cangrejos herradura y ermitanos, y medusas e hilos de algas que acababan en la orilla, en grandes enredos. Nos tirabamos sobre esos lios, nos envolviamos con ellos, totalmente pringosas, y fingiamos ser dos princesitas sirenas con nuestros vestidos de seda y collares de perlas.
Se detuvo, se mordio el labio, y siguio:
– En el lado sur de la propiedad habia una piscina. Grande, rectangular, de baldosas azules, con caballitos de mar pintados en el fondo. Mami y Papi nunca acabaron de decidirse por si querian una piscina abierta o cubierta, asi que llegaron a un compromiso y construyeron sobre ella una casita, de enrejado blanco a los lados y con un techo encima, y el enrejado cubierto por hiedra salvaje. La usabamos mucho en verano, llenandonos de sal en el oceano y luego quitandonosla con el agua dulce. Papi nos enseno a nadar cuando teniamos dos anos, y aprendimos con rapidez… nos acostumbramos al agua como dos pequenos renacuajos, solia decir el.
Otra pausa para recobrar el aliento. Un largo periodo de silencio que me hizo preguntarme si no habria acabado. Cuando hablo de nuevo, su voz era mas debil.
– Cuando acababa el verano, nadie le prestaba demasiada atencion a la piscina. Los cuidadores no siempre limpiaban a fondo y el agua se ponia verde por las algas, olia mal. Shirl y yo teniamos prohibido ir alli, pero eso solo lo hacia mas atractivo. En el momento en que nos quedabamos solas, corriamos alli, atisbabamos a traves del enrejado, veiamos aquel agua apestosa y nos imaginabamos que era una laguna llena de monstruos. Monstruos repugnantes que surgirian de entre aquella podredumbre y nos atacarian. Y decidimos que el mal olor era porque los monstruos estaban llenando el agua con sus excrementos…, caca de monstruo. -Sonrio, agito la cabeza-. Bastante repulsivo, ?no? Pero exactamente el tipo de fantasias que se imaginan los ninos para dominar sus miedos.
Asenti con la cabeza.
– El unico problema, Alex, fue que
Se seco los ojos, saco la cabeza por la ventanilla e inspiro profundamente.
– Perdona -dijo.
– No pasa nada.
– Si, si lo pasa. Me dije a mi misma que mantendria la compostura. -Mas inspiraciones profundas-. Era un dia