– ?Ha visto a la senora…, a lady Rathbone? -pregunto, poniendo cuidado en mantener el rostro inexpresivo.
– Si, la he visto, y hemos hecho las cuentas de la cocina -contesto Hester, preguntandose cuanto sabrian todos ellos sobre el juicio y el veredicto. Daban la impresion de estar muy bien informados.
– ?Que puedo hacer yo? ?Ese canalla esta libre! -exclamo Squeaky con subita fiereza, y Hester se dio cuenta, con renovado dolor, de hasta que punto ella y Monk los habian decepcionado a todos. Habian indagado alli donde pudieron para dar informacion a Hester y ella no habia logrado que ahorcaran a Phillips.
– Lo siento -dijo Hester en voz baja-. Estabamos tan convencidos de que era culpable que no fuimos lo bastante cuidadosos.
Squeaky se encogio de hombros. No tenia reparos en golpear a un hombre que estuviera deprimido. De hecho, ?era el momento mas seguro para hacerlo! Pero era incapaz de atacar a Hester, ella era diferente. Preferia no pensar en el carino que le tenia; aquello si que era sin lugar a dudas una grave debilidad.
– ?Quien se habria figurado que sir Rathbone hiciera algo asi? -inquirio-. Podriamos ver si tenemos suficiente dinero para hacer que alguien le clave un cuchillo en la garganta. Costaria lo suyo, cierto. Tanto como sabanas para la mitad de las putas de Inglaterra.
– ?A Oliver? -dijo Hester escandalizada.
Squeaky puso los ojos en blanco.
– ?Por Dios, mujer! ?Me refiero a Jericho Phillips! No costaria nada liquidar a sir Oliver Rathbone. Solo que tendrias a todos los polis de Londres detras de ti, o sea que supongo que acabarias bailando al final de una soga. Y eso es caro. Pero Phillips seria otra cosa. Como que no te pillara el primero. Menudo sujeto esta hecho.
– Eso ya lo se, Squeaky. Preferiria capturarlo legitimamente.
– Ya lo ha intentado -senalo el. Aparto un monton de papeles a un lado del escritorio-. No pretendo restregarselo por la nariz, pero no han conseguido exactamente que se hiciera justicia, ?me equivoco? Ahora esta mejor que si no se hubiesen molestado en intentarlo. Esta libre, el muy cerdo. Ahora, aunque pudieran demostrarlo y el confesara, no podrian ponerle la mano encima a ese canalla.
– Lo se.
– Pero a lo mejor no ha pensado, senora Hester -prosiguio Squeaky muy serio-, que Phillips sabe que van a por el y que sabe quien puede decirle que, y esa gente tendra que ir con pies de plomo a partir de ahora. Es un pedazo de cabron muy peligroso ese Jericho Phillips. No va a perdonar a quien haya hablado mas de la cuenta.
Hester se estremecio; se le hizo un nudo en el estomago. Tal vez aquello fuese lo mas grave de su fracaso: el peligro para los demas, las vidas ensombrecidas por el miedo a la venganza de Phillips cuando su convencimiento les habia prometido seguridad. No queria mirar a Squeaky a los ojos, pero seria cobarde no hacerlo.
– Si, eso tambien me consta. Va a ser todavia mas dificil esta vez.
– ?No tiene ningun sentido volver a hacerlo, senora Hester! -senalo Squeaky-. ?Ya no podemos ahorcar a ese cabron! ?Sabemos que deberia ser ahorcado, destripado y que los pajaros se comieran sus tripas! ?Pero la ley dice que es tan inocente como los ninos que vende! ?Gracias al maldito sir Oliver Rathbone! Ahora ninguno de los que hablaron contra el esta a salvo, pobres diablos.
– Ya lo se, Squeaky -le aseguro Hester-. Y me consta que los hemos defraudado. Usted no; el senor Monk y yo. Dimos demasiadas cosas por sentadas. Nos dejamos guiar mas por la ira y la piedad que por la cabeza. Pero aun hay que encargarse de Phillips, y se lo debemos a toda la gente que nos ayudo. Habra que encerrarlo por alguna otra causa, y ya esta.
Squeaky cerro los ojos y suspiro exasperado pero, pese a la alarma, tambien habia un asomo de sonrisa en su cara.
– ?No aprendera nunca, verdad? ?Dios bendito! ?Que quiere ahora?
Hester decidio que si no era una muestra de acuerdo, como minimo era de aquiescencia. Se inclino sobre la mesa.
– Solo lo han absuelto de asesinar a Fig en concreto. Aun se le puede acusar de cualquier otra cosa.
– Pero no ahorcarlo -replico Squeaky con gravedad-. Y tiene que ser ahorcado.
– Veinte anos en Coldbath Fields serian un buen comienzo -repuso Hester-. ?No le parece? Tendria una muerte mucho mas larga y lenta que colgado de una soga.
Squeaky lo medito unos instantes.
– Se lo garantizo -dijo al fin-. Pero me gusta lo seguro. La soga es segura. Una vez hecho, queda hecho por siempre.
– Ya no tenemos esa opcion -dijo Hester con desanimo.
Squeaky la miro, parpadeando.
– ?Se pregunta quien le pago o ya lo sabe? -pregunto.
Hester se quedo perpleja.
– ?Pagar?
– A sir Oliver Rathbone -contesto Squeaky-. No lo hizo gratis. ?Por que lo hizo, si no? ?Lo sabe ella?
Senalo bruscamente en direccion a la cocina.
– No tengo ni idea -contesto Hester, pero ya tenia en mente la cuestion de quien habia pagado a Oliver, y por que habia aceptado el dinero. Hasta entonces no se habia planteado nunca la posibilidad de que debiera favores, al menos no de la clase por los que cupiera pedir semejante pago. ?Como se incurria en semejantes deudas? ?Para que? ?Y quien exigiria semejante pago?
Sin duda, cualquiera a quien Rathbone considerase un amigo querria tanto como Monk ver a Phillips condenado.
Squeaky torcio el gesto como si hubiese mordido un limon.
– Si cree que lo hizo gratis, pocas esperanzas me da usted -dijo indignado-. Phillips tiene amigos muy bien situados. Nunca imagine que Rathbone fuese uno de ellos. Y sigo sin imaginarlo. Pero algunos de ellos tienen mucho poder, por donde quiera que se mire. -Hizo una mueca de desprecio-. Nunca se sabe hasta donde llegan sus tentaculos. Mucho dinero en fotos obscenas, cuanto mas sucias, mas dinero. Si son de ninos puede pedir lo que quiera. Primero por las fotos, luego por el silencio del comprador.
Se dio un toque en la nariz y la miro con un solo ojo.
Hester iba a decir que sir Oliver no habria cedido a ninguna clase de presion, pero cambio de parecer y se trago sus palabras. ?Quien sabia lo que uno haria por un amigo que se viera envuelto en serios problemas? Alguien habia pagado a Oliver, y este habia resuelto no preguntar por que. Los mismos principios legales valian fuera quien fuese, y el mismo peso de las pruebas.
Squeaky fruncio los labios con aversion.
– Mirar la clase de fotos que Phillips vende a la gente puede afectarte la cabeza -dijo, observandola detenidamente para asegurarse de que le entendia-. Incluso a personas que nunca se imaginaria. Si les quita sus pantalones elegantes y sus camisas a la ultima moda, no son muy distintos de cualquier mendigo o ladron, en lo que a gustos de maricon se refiere. Solo que algunos tipos tienen mas que perder que otros, de manera que quedan expuestos a un poco de presion de vez en cuando.
Hester lo miraba fijamente.
– ?Esta diciendo que Jericho Phillips tiene amigos tan bien situados como para ayudarle ante la ley, Squeaky?
Squeaky puso los ojos en blanco como si su ingenuidad le hubiese lastimado en una parte secreta de su ser.
– Pues claro. ?No pensara que ha estado a salvo todos estos anos porque nadie sabe a que se dedica, verdad?
– ?Por una aficion a las fotografias obscenas? -prosiguio Hester, incredula-. Se que muchos hombres mantienen a amantes o emprenden aventuras azarosas, y en algunos lugares insolitos. ?Pero fotografias? ?Que placer puede dar, que sea tan poderoso como para comprometer tu honor, tu reputacion, todo, por tratar con un hombre como Phillips?
Squeaky encogio sus hombros huesudos.
– No me pida que le explique la naturaleza humana, senora. No soy responsable de ella. Pero hay ciertas cosas que puedes hacer que un nino haga que ningun adulto haria sin mirarte como si acabaras de salir de un vertedero. No se trata de amor, ni siquiera de un apetito decente, se trata de hacer que otras personas hagan lo