que tu quieres que hagan, y saborear ese poder una y otra vez, como si nunca tuvieras bastante. A veces la cosa consiste en hacer algo que te arruinaria la vida si te pillaran, y la sensacion de peligro te embriaga. Y ninguno de ellos hace distincion entre personas, si entiende lo que quiero decir. Hay gente que necesita pasar mas frio y hambre para pensar que es lo que importa.
»Ir de putas es una cosa -prosiguio Squeaky-. Aceptemoslo tal como lo hace la sociedad; no es tan grave. Casi todas las senoras casadas miran hacia otra parte y siguen adelante con sus vidas. Cierran el dormitorio con llave, a lo mejor, porque no quieren despertarse con una enfermedad asquerosa, pero no montan un escandalo. Las fotos de ninas son indecentes, e indignan a las personas de bien. -Squeaky meneo la cabeza-. Pero los ninos son harina de otro costal. No es solo indecente, es ilegal. Y eso es completamente distinto.
»Si nadie se entera, nadie ira a indagar. Todos sabemos que ocurren cosas en las que preferimos no pensar, y casi todo el mundo se ocupa de sus propios asuntos. Pero si te obligaran a saber, te verias forzado a hacer algo. Amigo o no, te echan de los clubes, del trabajo, y la sociedad no volvera a acogerte. De manera que pagas lo que haga falta con tal de no levantar la liebre, ?entiende?
– Si, lo entiendo -dijo Hester con voz un poco temblorosa. Todo un mundo nuevo de sufrimiento se habia abierto ante sus ojos. No era que desconociera la homosexualidad; habia sido enfermera en el ejercito. Pero servirse de ninos para ejercer un poder que ninguna relacion entre adultos toleraria, ni siquiera pagando con dinero, o satisfacer un apetito por las emociones del peligro, era una idea nueva y sumamente horrible. Daba asco pensar que hubiera quien secuestraba y alquilaba ninos para tales fines-. Tengo que aplastar a Jericho Phillips, Squeaky -agrego en voz muy baja-. Dudo que pueda conseguirlo sin su ayuda. Tenemos que averiguar a quien mas podemos pedir que colabore. Me imagino que el senor Sutton lo hara, y Scuff seguramente tambien. ?Quien mas se le ocurre?
Una sucesion de emociones cruzo el semblante de Squeaky: primero incredulidad, luego horror y un ardiente deseo de huir, y por ultimo una especie de asombro ante los halagos y el inicio de un impulso audaz.
Hester aguardo sin impacientarse.
Squeaky carraspeo para ganar tiempo.
– Bueno… -tosio un poco-, conozco a un par de personas, supongo. Pero no son muy… -busco la palabra acertada pero no la encontro- buenas -concluyo de manera insulsa.
– Bien. -Hester no vacilo-. Las buenas personas no van a sernos de ninguna ayuda. Las buenas personas ni siquiera creen que existan seres como Jericho Phillips, y desde luego no saben como darles caza. Seguramente come buenas personas para desayunar, ensartadas en un bieldo.
Squeaky sonrio con amargura aunque no sin una cierta sorprendida satisfaccion.
Llamaron a la puerta y, sin aguardar respuesta, Claudine Burroughs entro con un servicio de te en una bandeja. La dejo encima de la mesa, una pizca mas cerca de Hester que de Squeaky. La tetera humeaba una fragancia tentadora.
Claudine era una mujer alta, mas o menos de la talla de Squeaky, de ahi que este siempre se pusiera muy tieso cuando estaba a su lado para ganar un par de centimetros de estatura. Era estrecha de hombros y ancha de caderas, bastante guapa en su juventud, pero los anos de soledad en un matrimonio insatisfactorio habian torcido hacia abajo muchas de las lineas de su rostro. Solo habia encontrado una verdadera meta vital despues de su llegada a Portpool Lane, en busca de una obra benefica a la que dedicarse.
– Gracias -dijo Hester, dandose cuenta de pronto de lo mucho que le apetecia el te. Se pregunto si Claudine estaba enterada del terrible chasco que se habia llevado la vispera, o si simplemente le constaba que Hester estaba cansada, incluso a aquellas horas de la manana. En su fuero interno lo estaba, asi como confundida y derrotada, cosa todavia peor.
Claudine se quedo alli plantada, como si esperase algo.
Squeaky cambio de postura en su silla, impaciente, dando a entender que Claudine los habia interrumpido. Hester se volvio hacia ella y vio que Claudine era perfectamente consciente de ello. Tal vez si estuviera al corriente de como habia concluido el juicio.
– Me gustaria ayudar -dijo Claudine un tanto violenta, ruborizada e incapaz de mirarlos a los ojos. Y sin embargo no iba a marcharse, aguardaba alli sumamente incomoda, resuelta a participar en lo que fuere que estuvieran haciendo, a aportar su modesta contribucion, costara lo que costase.
– No puede -dijo Squeaky cansinamente-. Usted es una dama, no se cuenta entre los tipos con los que tenemos que hablar. Muy amable de su parte, pero no nos serviria de nada. Gracias por el te.
Probablemente quiso ser amable, pero pasar de formar parte del plan a servir el te fue como una bofetada.
Claudine no cedio terreno, pero le costaba expresarse. Estaba tan sonrojada que Hester penso que las mejillas le debian de estar ardiendo.
– Todavia no hemos hecho planes -dijo Hester enseguida-. Ni siquiera sabemos por donde empezar. Tenemos que repasarlo todo otra vez, pero poniendo mas cuidado. Y parte del problema es que la gente que ya ha testificado antes, ahora tendra mucho miedo. Phillips ha salido de la carcel, y es un sujeto peligroso.
– Entonces nosotros tambien debemos ser precavidos -respondio Claudine, mirando a Hester e ignorando a Squeaky-. Tendremos que interrogarlos de manera que no se den cuenta de la importancia de lo que estan diciendo hasta que lo hayan dicho y no puedan retractarse. Ese Phillips es un hombre espantoso y hay que encarcelarlo. -Por fin miro a Squeaky-. Me alegra que usted vaya a ayudar. Lo respeto por ello, senor Robinson. -Dio media vuelta bruscamente y fue hasta la puerta, entonces volvio la vista atras y, con la duda asomando en sus ojos, se dirigio a Hester-. Estare disponible para cualquier cosa que pueda serles util. Por favor, no lo olviden.
Antes de que alguno de los dos tuviera ocasion de contestar, salio y cerro la puerta con firmeza.
– ?Supongo que no ira a reclutarla! -protesto Squeaky, inclinandose sobre el escritorio con los ojos como platos-. ?Que sabe hacer? No sabria ni llegar de una punta a otra de la calle. Y no tiene por que respetarme. Yo no le he dicho que fuera a hacer nada…
Se callo, repentinamente incomodo.
– ?Esta diciendo que no hara nada, Squeaky? -pregunto Hester esbozando apenas una sonrisa.
– Bueno…, bueno, no exactamente…, no, no es eso. Asi y todo…
– Asi y todo, ella lo ha llevado a decirlo y luego le ha cortado la retirada -explico Hester por el.
– ?Si! -Squeaky estaba ofendido. Entonces sonrio poco a poco, astuto y un tanto divertido, tal vez incluso apreciativo-. ?Lo ha hecho, y tanto si lo ha hecho! -Se sorbio la nariz-. Pero sigo diciendo que no estaria a salvo en la calle.
– Claudine no quiere estar a salvo. -Hester perdio todo indicio de sonrisa-. Quiere ayudar, ser parte de algo, y no puedes ser parte de nada si no estas a las duras y a las maduras. Ella lo sabe de sobra, Squeaky. No vamos a dejarla al margen.
Squeaky meneo la cabeza.
– No sabe lo que esta diciendo -dijo con tristeza-. Ese Rathbone la tiene bien calada: todo corazon y ni una pizca de cerebro. ?Dios nos asista! ?Como demonios voy a cuidar de usted y de ella a la vez, con lo poquita cosa que es esa boba?
Hester estuvo a punto de reprenderlo para que hablara con mas respeto pero decidio no hacerlo. Aquello era casi una muestra de afecto, y eso no tenia precio. Sirvio el te con esmero, comenzando por la taza de el.
– No le sera facil -admitio-. Pero seguro que se las arreglara. Y ahora, manos a la obra.
Elegir a quien ver primero no fue dificil, como tampoco fue complicado encontrarlo y saber que decirle. Hester estuvo contenta de hacerlo sola. Squeaky seria mas util buscando a sus sospechosos amigos.
Sutton era exterminador de ratas y estaba orgulloso de que sus servicios fueran solicitados en algunas de las mejores residencias de Londres. Entre sus clientes se contaban duquesas. Pero tampoco era tan altivo como para no atender a las necesidades de establecimientos mas modestos, y habia limpiado de ratas la clinica de Portpool Lane en uno de los momentos mas apurados de la vida de Hester. Habian trabado amistad haciendo frente a la adversidad y, por si fuera poco, Sutton y su terrier,
Hester siempre se vestia con sencillez para ir a la clinica, de modo que no tuvo ninguna dificultad para pasar