Hester no dijo nada, la cabeza le daba vueltas llena de mentiras y verdades, deshonor y claridad, miedo y sobrecogedoras preguntas sin contestar.
Capitulo 7
Una vez mas, Monk reviso todas las notas de Durban sin encontrar en ellas nada que no hubiese visto antes. Muchas paginas contenian solo una o dos palabras, recordatorios de un hilo de pensamiento que habia desaparecido para siempre. El unico hombre que quiza fuese capaz de darles sentido era Orme, y por el momento su lealtad le habia mantenido callado acerca de todo excepto de lo mas evidente.
Vacilante y con profunda tristeza, Hester habia referido a Monk lo que la prostituta Mina le habia contado sobre Jericho Phillips y, por ultimo, palida como la nieve, habia agregado que Durban se habia criado en el mismo barrio. Toda la historia del director de colegio y de la familia feliz que vivia en un pueblo del estuario era un sueno, algo creado por sus ansias de cosas que jamas habia conocido. Hester se retorcio las manos y contuvo las lagrimas al contarselo.
Monk no habia querido darle credito. ?Que significaban la secretaria de un colegio, un archivo parroquial o la palabra de una prostituta herida, comparados con su propio conocimiento de un hombre como Durban, que habia servido en la Policia Fluvial durante un cuarto de siglo? Se habia ganado el afecto y la lealtad de sus hombres, el respeto de sus superiores y el saludable temor de los delincuentes grandes y pequenos que operaban a lo largo del rio.
Y sin embargo Monk la creyo. Se sentia culpable, como si se tratase de una especie de traicion. Estaba volviendo la espalda a un amigo en un momento en que nadie mas podia defenderlo. ?Que decia eso de Monk? ?Que su fe y lealtad eran debiles, y que lo que mas contaba era el mismo? ?O que era un hombre realista que sabia que incluso los mejores tienen sus flaquezas, sus momentos de tentacion y vulnerabilidad? ?Suponia una mayor lealtad aceptar eso, o era un modo de eludir la necesidad de apoyarlo en cuanto hacerlo resultaba incomodo?
Podria discutir consigo mismo hasta la eternidad y no resolver nada. Habia llegado la hora de buscar con mas ahinco la verdad, de dejar de escudarse en la dificultad para justificar el eludirla. Dejo los papeles a un lado y fue en busca de Orme.
Pero tuvo que aguardar hasta bien entrada la manana para encontrarse a solas con el, de modo que nadie los interrumpiera. Habian resuelto satisfactoriamente un robo en un almacen, y los ladrones estaban detenidos. Orme se hallaba en el muelle cerca de la escalinata de King Edward, justo enfrente de Oid Gravel Lane. Monk acababa de felicitarlo por el arresto de los ladrones y la recuperacion de la mercancia.
– Gracias, senor -respondio Orme-. Los hombres han hecho un buen trabajo.
– Sus hombres -puntualizo Monk.
Orme se puso un poco mas erguido.
– Nuestros hombres, senor.
Monk sonrio, sintiendose peor por lo que tenia que hacer. No habia tiempo para posponerlo. Apreciaba a Orme y necesitaba contar con su lealtad. Mas que eso, reconocio, deseaba ganarse su respeto, pero el liderazgo poco tenia que ver con lo que uno desease. No se presentaria una ocasion mejor para preguntar; quiza ninguna otra en toda la jornada.
– ?Como conocio Durban a Phillips, senor Orme? -Orme tomo aire, estudio el semblante de Monk y titubeo. Monk continuo-: Tengo una idea bastante aproximada. Quisiera conocer su opinion. ?La muerte de Fig fue el principio?
– No, senor. -Orme se puso mas tenso. El gesto no fue de insolencia, no habia nada desafiante en su expresion, mas bien de prevencion contra el mal trago que se avecinaba.
– ?Cuando comenzo su relacion?
– No lo se, senor. Es la verdad -contesto Orme con una mirada limpia.
– ?Tanto hace, entonces?
Orme se sonrojo. Se habia delatado sin querer. A la vista de sus labios prietos y la espalda recta resultaba obvio que le constaba que Monk lo sabia y que, por consiguiente, no podia valerse de evasivas. Tendria que decir la verdad o una mentira deliberada, preconcebida. Orme era incapaz de mentir excepto para salvar una vida, y aun entonces no lo haria a la ligera.
Monk aborrecia todo lo que le habia puesto en la situacion de tener que hacer aquello. Todavia no queria desvelar las mentiras del propio Orme acerca de su juventud. Orme quiza las adivinara pero eso no era lo mismo que saberlo. En cierto modo seguiria siendo una especie de secreto si no se mencionaba en voz alta. Cada cual solo pensaria que el otro lo sabia. El silencio respetaba cierto grado de intimidad.
– ?Cuando supo por primera vez que se trataba de algo personal? -pregunto Monk. Lo formulo de tal modo que la respuesta pudiera soslayar las capas mas profundas.
Orme respiro hondo. Los sonidos y el movimiento del rio los envolvian: los barcos, balanceandose en el rapido reflujo, el agua chapaleando en la piedra, los cambiantes dibujos de la luz en sus multiples reflejos, los pajaros volando en circulos sobre sus cabezas, el estrepito de las cadenas, el chirrido de los cabrestantes, hombres gritando en la distancia.
– Hara unos cuatro anos, senor -contesto Orme-. O quiza cinco.
– ?Que sucedio? ?Que cambio respecto a lo que usted habia visto hasta entonces?
Orme cambio de postura. Saltaba a la vista que estaba muy incomodo.
Monk aguardo.
– Al principio el senor Durban le estaba haciendo preguntas y, en un momento dado, la atmosfera cambio por completo y comenzaron a gritarse -respondio Orme-. Luego, sin que nos diera tiempo a reaccionar, Phillips saco un cuchillo, una faca enorme con la hoja un poco curva. Lo blandia en actitud amenazante… -hizo el gesto con el brazo extendido-, como si tuviera intencion de matar al senor Durban. Pero el senor Durban lo vio venir y se hizo a un lado.
Orme se volvio con rapidez, imitando la accion. Lo hizo emanando fuerza y garbo. Lo que estaba describiendo devino mas real.
– Prosiga -le insto Monk. Orme no parecia muy dispuesto-. ?Prosiga! -ordeno Monk-. Obviamente, no mato a Durban. ?Que sucedio? ?Por que queria hacerlo? ?Acaso Durban lo acuso de algo? ?Del asesinato de otro nino? ?Quien detuvo a Phillips? ?Usted?
– No, senor. Lo detuvo el propio senor Durban.
– Bien, ?como? ?Como detuvo Durban a un hombre como Phillips que lo atacaba con una faca? ?Se disculpo? ?Se echo para atras?
– ?No! -grito Orme, ofendido ante semejante idea.
– ?Lucho contra el?
– Si.
– ?Con una navaja?
– Si, senor.
– ?Llevaba una navaja y era lo bastante bueno con ella para reducir a un hombre como Jericho Phillips? -La sorpresa de Monk se hizo patente en su voz. El no habria podido hacerlo. Al menos pensaba que no habria podido. Quizas en algun momento del pasado, mas alla de donde alcanzaba su memoria, hubiese aprendido tales cosas-. ?Orme!
– ?Si, senor! Si, lo hizo. Phillips era bueno pero el senor Durban era mejor. Lo hizo retroceder hasta el mismo borde del agua, senor, y luego le hizo caer. Medio ahogado, acabo Phillips, y con tanta rabia que nos habria matado a todos, si hubiese podido.
Monk recordo lo que Hester le habia contado sobre Phillips y el agua, y sobre pasar frio. ?Estaria enterado Durban? ?Lo estaba Orme? Escruto el semblante de Orme, intentando descifrarlo. Le sorprendio ver no solo renuencia sino una cierta obstinacion que supo que no podria romper, y ademas se dio cuenta de que no queria hacerlo. Algo innato en aquel hombre saldria perjudicado. Tambien vio una especie de compasion, y supo sin asomo de duda que Orme no solo protegia la memoria de Durban, tambien estaba protegiendo a Monk. Conocia la vulnerabilidad de Monk, su necesidad de creer en Durban. Orme estaba intentando ahorrarle una verdad para que