– Esa posicion que tomas tan a la ligera -prosiguio Burroughs- es la que proporciona el techo que te cobija, los alimentos que comes y la ropa que luces.

– Gracias, Wallace -respondio Claudine cansinamente. No sentia la menor gratitud. ?Tan malo habria sido trabajar para ganarse el sustento y a cambio no deber nada a nadie? No, eso era una fantasia. Entonces una tenia que complacer a quien te daba empleo. Todo el mundo estaba ligado a alguien.

Burroughs no se percato del sarcasmo, o prefirio no hacerlo. Aunque lo cierto era que tenia muy poco sentido de la ironia y del absurdo.

– Me obligaras a escribir una carta a la senora Monk diciendole que ya no puedes seguir ayudandola en su proyecto. Y lo hare manana. -Satisfecho, respiro profundamente-. Estoy convencido de que despues de su desafortunada comparecencia en los tribunales no se sorprendera lo mas minimo.

– ?Era una testigo! -protesto Claudine, y al instante se dio cuenta, al ver la cara de su marido, que habia cometido un error tactico.

– Por supuesto que era una testigo -dijo Burroughs indignado-. Con la vida que lleva y la gente con quien trata, seguro que ve toda clase de crimenes. El verdadero milagro es que declarara para la acusacion y no para la defensa. Hasta ahora he sido muy tolerante, Claudine, pero ya has rebasado los limites de lo aceptable. Haras lo que te he ordenado. Y no tengo nada mas que anadir sobre este asunto.

Claudine no recordaba haberse enfadado tanto alguna vez ni tener tantas ganas de defenderse. Su marido le estaba arrebatando lo que mas alegria habia traido a su vida. Al darse cuenta se quedo paralizada de asombro. Seria absurdo, pero trabajar en Portpool Lane le daba amistades, un norte y la sensacion de estar en su lugar, de ser valorada, incluso de ser importante. No podia permitir que se lo quitara sin mas, tan solo porque creyera que estaba en su derecho.

– Me sorprende -dijo Claudine, controlando la voz tanto como pudo, aunque fue consciente de que le temblo.

– Te he dicho que no quiero hablar mas del asunto, Claudine -respondio Burroughs friamente. Siempre la llamaba por su nombre cuando estaba contrariado-. No entiendo de que te sorprendes, como no sea de que te lo haya tolerado tanto tiempo. Es absolutamente inapropiado.

– Me sorprende que seas de ese parecer. -Habia pasado al ataque, y ya era casi demasiado tarde para retroceder. Se lanzo de cabeza-. Y debo anadir que me asusta.

Burroughs enarco las cejas.

– ?Te asusta? Que tonteria. Te estas poniendo histerica. Simplemente te he dicho que vas cortar tu relacion con esa clinica para putas. Perdona que use esa palabra, pero es la correcta.

– Eso es irrelevante. -Le resto importancia con un ademan. No era una mujer guapa pero tenia unas manos adorables-. Lo que te alarma es que me he aliado con personas que se han alzado publicamente contra un hombre que trafica con ninos, ninos pequenos, para ser precisos, para que otros hombres sacien con ellos sus mas repugnantes apetitos. Y puesto que estamos usando las palabras correctas -imito el tono de Burroughs a la perfeccion-, me parece que el termino es sodomia.

»La practican toda clase de hombres -prosiguio-, de una naturaleza degradada y brutal, pero el hombre en cuestion ofrece sus servicios a quienes tienen dinero, es decir, mayormente a personas de nuestra clase social. - Vio como el rostro de Burroughs se ponia escarlata-. Lo que me asusta -prosiguio Claudine implacable, pese a que la voz le temblaba de miedo, no por lo que estaba diciendo-, es que tu no desees, de modo bien manifiesto, demostrar que estas en la batalla contra ello. -Inspiro profundamente y solto el aire despacio, tratando de dominar el temblor de su cuerpo-. Quede claro que no sospecho que tu tengas tales apetitos, Wallace, pero me preocupa, y no poco, que me prohibas que siga prestando mi apoyo a la senora Monk y cuantos luchan a su lado. ?Que pensara la gente? Esto esta llamado a recibir mas publicidad de la que se le esta dando ahora. Creo que no podre complacerte retirandome del conflicto.

Burroughs la miro como si le hubieran salido cuernos y cola.

Claudine se encontro con que le faltaba el aire. Ahora ya no podria echarse para atras en toda la vida. Supo como debio sentirse Cesar al cruzar el Rubicon para declarar la guerra a Roma.

– ?Estas seguro de que eso es lo que quieres que haga? -dijo en voz baja.

– No se que te ha ocurrido -dijo Burroughs, mirandola con desprecio-. Eres una verguenza para tu sexo, y para todo lo que tus padres esperaban de ti. Desde luego no eres la mujer con la que me case.

– Comprendo que esto te duela -contesto Claudine. Ya se habia adentrado en la otra orilla del Rubicon y no cabia batirse en retirada-. Tu si eres el hombre con el que me case, y eso me apena, cosa que tal vez tambien comprendas. Poco podemos hacer aparte de intentar llevarlo lo mejor posible. Hare lo que me parece correcto, que es seguir ayudando a los necesitados y luchar con todos los medios a mi alcance para que Jericho Phillips rinda cuentas ante la ley. Creo que estaras de acuerdo en que lo mejor que puedes hacer por tu propio interes es fingir que me apoyas. Te verias contra las cuerdas para justificar cualquier otra actitud ante tus amigos, y me consta que valoras su opinion. Hagan lo que hagan con su vida privada, no pueden manifestar publicamente que piensan de otro modo.

Y antes de que Burroughs pudiera contestar, salio de la sala y pidio a su doncella que le sirviera la cena en el tocador.

* * *

A la manana siguiente Claudine salio hacia la clinica muy temprano, antes de las seis. Era de dia en esa epoca del ano y cuando al cabo de una media hora llego, encontro a Ruby levantada, trabajando en la cocina. Ya habia decidido que seria a Ruby a quien pediria ayuda.

– Buenos dias, senora Burroughs -saludo Ruby sorprendida-. ?Pasa algo? La veo alterada, como si tuviera fiebre. ?Quiere una taza de te?

– Buenos dias, Ruby -contesto Claudine, cerrando la puerta a sus espaldas-. Si, me vendria muy bien una taza de te. Aun no he desayunado, y me figuro que usted tampoco. Traigo un poco de mantequilla y un bote de mermelada. -Los saco y los dejo encima de la mesa-. Y una hogaza de pan fresco -agrego-. Necesito su consejo, y que me guarde un secreto.

Ruby contemplo la magnifica mermelada Dundee y el pan crujiente, y tuvo claro que se trataba de algo serio. Se inquieto.

Claudine se dio cuenta.

– No hay motivo para preocuparse -dijo, dirigiendose a la hornilla para abrir la portezuela, a fin de preparar las tostadas-. Deseo hacer algo que espero que sirva de ayuda a la senora Monk. Sera desagradable, y quizas un poco peligroso, por eso me imagino que si se enterara me lo impediria. De ahi que este hablando con usted en confianza. ?Esta dispuesta a ayudarme?

Ruby la miro maravillada. Era muy consciente de que Hester tenia problemas; todo el mundo lo sabia.

– Pues claro que si -dijo resueltamente-. ?Que quiere hacer?

– Quiero vender cerillas -contesto Claudine-. Primero pense en vender cordones de zapatos, eso tambien resultaria, solo que la gente no necesita comprarlos muy a menudo. Las flores no me servirian, como tampoco ninguna clase de comida.

Se irguio despues de atizar las ascuas y comenzo a cortar pan. El aroma lleno la habitacion.

Ruby puso la tetera en el fogon y alcanzo la caja del te, absolutamente perpleja.

– ?Por que quiere vender cerillas? -No salia de su asombro. Le constaba que no podia ser por dinero. Claudine era rica.

– Como excusa para estar en la calle frente a la clase de tienda donde se venden las fotografias que Jericho Phillips saca a sus ninos -respondio Claudine-. Sabemos que cara tienen algunos de los crios; a lo mejor conseguire encontrar esas fotografias, o al menos podre decirle al comandante Monk donde puede encontrarlas. Asi tendra otro motivo para capturar a Phillips. O quiza detenga a alguno de los hombres que las compran…

Cuanto mas abundaba Claudine en sus explicaciones, mas desesperado e insensato le parecia a Ruby el plan.

– ?Jolin! -Ruby solto un bufido de asombro y admiracion. Tenia los ojos muy abiertos y chispeantes-. ?Asi tendra la prueba! Y podra acusar a Phillips, ?eh? No sera como ahorcarlo pero, desde luego, se pondra muy furioso. ?Y sus clientes saldran en desbandada como avispas huyendo del fuego! La ayudare, y no se lo dire a nadie. ?Lo juro!

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