– Otros dicen que es un espiritu enojado. Dicen que tortura animales, sobre todo gatos. Ese es el ruido que han oido a altas horas de la noche: el de tripas de gato torturadas. Creo que es un ruido aterrador.

Lo mire y vi que estaba a punto de reir.

– Bueno, ya basta -le dije con falsa severidad-. Sigue. Te lo mereces por ser tan inteligente. Solo que hoy en dia ya nadie usa cuerdas de tripa.

Simmon solto una carcajada. Cogi una de sus pastas y empece a comermela, con la esperanza de darle una valiosa leccion de humildad.

– Asi, ?que? ?Sigues decidido?

Asenti.

Simmon parecia aliviado.

– Pensaba que habias cambiado de planes. Ultimamente no te habia visto con el laud.

– No hace falta -le explique-. Ahora que tengo tiempo para practicar, no necesito aprovechar cualquier ocasion para escabu-llirme.

Paso un grupo de estudiantes; uno de ellos saludo con la mano a Simmon.

– ?Cuando vas a hacerlo?

– El proximo Duelo -conteste.

– ?Tan pronto? -pregunto Sim-. Hace solo dos ciclos estabas preocupado porque llevabas mucho tiempo sin tocar. ?Ya te has puesto al dia?

– No del todo -admiti-. Tardaria anos en ponerme al dia. -Me encogi de hombros y me meti el ultimo trozo de pasta en la boca-. Pero ya me siento comodo. La musica ya no se interrumpe en mis manos, sino que… -Intente explicarlo, pero me encogi de hombros-. Estoy preparado.

La verdad es que me habria gustado poder practicar un mes mas, un ano mas, antes de jugarme un talento entero. Pero no habia tiempo. El bimestre estaba a punto de terminar. Necesitaba dinero para liquidar mi deuda con Devi y pagar la matricula del bimestre siguiente. No podia esperar mas.

– ?Estas seguro? -me pregunto Sim-. He oido a gente muy buena intentando demostrar su talento. A principios de este bimestre, un anciano canto una cancion sobre… sobre esa mujer cuyo esposo se habia ido a la guerra.

– «En la herreria del pueblo» -dije.

– Como se llame -dijo Simmon sin mucho interes-. Lo que quiero decir es que ese tipo era muy bueno. Me hizo reir y llorar tanto que me dolia todo el cuerpo. -Me miro con ansiedad-. Pero no le dieron el caramillo.

Disimule mi ansiedad con una sonrisa.

– Todavia no me has oido tocar, ?verdad que no?

– Sabes perfectamente que no -replico Sim con enfado.

Sonrei. Me habia negado a tocar para Wilem y para Simmon hasta que no me hubiera puesto al dia. Para mi, su opinion era casi tan importante como la de la clientela del Eolio.

– Bueno, el proximo Duelo tendras ocasion de oirme -dije-. ?Vendras?

Simmon asintio.

– Wilem tambien ira. A menos que haya un terremoto o que llueva sangre.

Mire el sol poniente.

– Tengo que irme -dije, y me puse en pie-. Para triunfar hay que practicar.

Sim me dijo adios con la mano, y me dirigi a la Cantina. Me sente a la mesa el tiempo necesario para comerme las judias y un trozo de carne dura y gris. Me lleve el pan, y los estudiantes que habia cerca me miraron con extraneza.

Fui a mi camastro y saque mi laud del baul que habia al pie de la cama. A continuacion, y teniendo en cuenta los rumores que Sim habia mencionado, me dirigi al tejado de la Principaria por uno de los caminos mas enrevesados, trepando por unos tubos de desague de un callejon. No queria que se descubrieran mis actividades nocturnas.

Cuando llegue al aislado patio del manzano ya era casi de noche. No habia ninguna ventana iluminada. Mire hacia abajo desde el alero y no vi mas que oscuridad.

– Auri -llame-, ?estas ahi?

– Llegas tarde -me contesto una voz con un deje de fastidio.

– Lo siento -repuse-. ?Quieres subir esta noche?

Un momento de silencio.

– No. Baja tu.

– Esta noche no hay mucha luna -dije con mi tono mas persuasivo-. ?Estas segura de que no quieres subir?

Oi un susurro proveniente de los setos de abajo, y entonces vi a Auri trepar como una ardilla por el manzano. Corrio por el borde del tejado y se paro en seco a unos cuatro metros de donde estaba yo.

Habia calculado que Auri solo tenia unos anos mas que yo; en cualquier caso, no podia tener mas de veinte. Iba vestida con ropa hecha jirones que le dejaba los brazos y las piernas al descubierto, y era casi dos palmos mas baja que yo. Estaba muy delgada. En parte, era su constitucion, pero habia algo mas. Tenia las mejillas descarnadas y los brazos muy flacos. Su largo cabello era tan fino que, cuando Auri andaba, flotaba detras de ella como una nube.

Me habia llevado mucho tiempo sacarla de su escondite. Sospechaba que alguien me escuchaba desde el patio cuando practicaba, pero tarde casi dos ciclos en descubrir a Auri. Al comprobar que estaba muy desnutrida, empece a llevarle toda la comida que podia sacar de la Cantina y a dejarsela alli. Aun asi, tardo otro ciclo mas en subir conmigo al tejado mientras yo tocaba el laud.

Los ultimos dias, Auri hasta habia empezado a hablar. Yo habia imaginado que se mostraria hurana y desconfiada, pero no fue asi. Se mostro llena de vida y muy entusiasta. Aunque cuando la vi no pude evitar que me recordara a mi mismo cuando vivia en Tar-bean, en realidad no habia mucha similitud entre nosotros. Auri iba escrupulosamente limpia y tenia una alegria desbordante.

No le gustaba el cielo abierto, ni la luz intensa, ni la gente. Deduje que era una alumna que habia enloquecido y que se habia escondido bajo tierra antes de que pudieran encerrarla en el Refugio. No sabia gran cosa sobre ella, porque todavia se mostraba timida y asustadiza. Cuando le pregunte como se llamaba, salio corriendo, se escondio bajo tierra y tardo varios dias en volver.

Asi que le puse un nombre: Auri. Aunque en secreto pensaba en ella como «mi pequeno duendecillo lunar».

Auri se acerco un poco, se paro, espero y dio unos pasitos mas. Repitio la operacion varias veces hasta que se planto delante de mi. Se quedo quieta, con el cabello esparcido alrededor de la cabeza como un halo. Puso ambas manos delante de la cara, justo debajo de la barbilla. Estiro un brazo, me tiro de la manga y volvio a retirar la mano.

– ?Que me has traido? -me pregunto, emocionada.

Sonrei.

– ?Y tu? ?Que me has traido? -bromee.

Auri sonrio y alargo una mano. Vi brillar algo en su palma a la luz de la luna.

– Una llave -contesto con orgullo, y me la puso en la mano.

La cogi y note su agradable peso.

– Es muy bonita -dije-. ?Que abre?

– La luna -respondio ella, muy seria.

– Ah, podria serme muy util -dije examinandola.

– Eso mismo pense yo. Asi, si hay una puerta en la luna, podras abrirla. -Se sento en el tejado con las piernas cruzadas y me miro con una amplia sonrisa en los labios-. Aunque yo no fomentaria esa clase de comportamiento insensato.

Me puse en cuclillas y abri el estuche del laud.

– Te he traido un poco de pan. -Le di la hogaza de pan moreno envuelta en un pano-. Y una botella de agua.

– Esto tambien es muy bonito -dijo ella con gentileza. La botella parecia enorme en sus manos-. ?Que hay en el agua? -me pregunto al mismo tiempo que quitaba el tapon de corcho y miraba dentro.

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