contenidas, y los que no la conocian preguntaron a sus vecinos a que venia tanto revuelo.

Puse las manos sobre las cuerdas y volvi a atraer la atencion del publico. Todos guardaron silencio, y empece a tocar.

La musica brotaba de mi con fluidez; mi laud definia la segunda y la tercera voz. Cante con la potente voz de Savien Traliard, el mas grande entre los Amyr. El publico se movia al son de la musica como la hierba acariciada por el viento. Cante como si fuera sir Savien, y note que el publico empezaba a amarme y a temerme.

Estaba tan acostumbrado a ensayar yo solo aquella cancion que casi se me olvido doblar el tercer estribillo. Pero me acorde en el ultimo momento, con un repentino sudor frio. Esa vez, mientras cantaba, mire al publico, con la esperanza de oir una voz que contestara a la mia.

Llegue al final del estribillo antes de la primera estrofa de Aloine. Toque el primer acorde con fuerza y espere; el sonido empezo a extinguirse sin haber atrapado ninguna voz entre el publico. Los mire con expresion serena, esperando. Cada segundo que pasaba, un mayor alivio pugnaba con una mayor decepcion dentro de mi.

Entonces una voz llego flotando hasta el escenario, suave como la caricia de una pluma, cantando…

Savien, ?como supiste

que era el momento de venir a buscarme?

Savien, ?recuerdas

aquellos dias felices?

?Conservas tu tambien

lo que yo guardo en mi corazon y mi memoria?

Ella cantaba la parte de Aloine, y yo, la de Savien. En los estribillos, su voz se entrelazaba con la mia. Una parte de mi queria buscarla entre el publico, ver la cara de la mujer con quien estaba cantando. Lo intente una vez, pero me despiste mientras buscaba un rostro que encajara con la voz de fria luz de luna que contestaba a la mia. Distraido, toque una nota equivocada produciendo una leve disonancia.

Un pequeno error. Aprete los dientes y me concentre en tocar. Aparque mi curiosidad y agache la cabeza para mirarme los dedos, tratando de que no resbalaran sobre las cuerdas.

?Como cantabamos! La voz de ella era como plata ardiente, y mi voz, una resonante respuesta. Savien cantaba unos versos solidos y potentes, como ramas de un viejo roble; Aloine era como un ruisenor y se movia describiendo rapidos circulos alrededor de las orgullosas ramas del arbol.

Solo era vagamente consciente de que me encontraba ante un publico, vagamente consciente del sudor que banaba mi cuerpo. Estaba tan sumido en la musica que no habria podido decir donde terminaba ella y donde empezaba mi sangre.

Pero termino. Cuando solo faltaban dos versos para el final, todo termino. Toque el primer acorde del verso de Savien y oi un ruido cortante que me saco de la musica como a un pez al que arrancan de aguas profundas.

Se rompio una cuerda. La tension, al liberarse, la lanzo hacia el dorso de mi mano, trazando en el una delgada y brillante linea de sangre.

Me quede mirandola, embobado. No entendia que se hubiera roto. Mis cuerdas no estaban tan gastadas como para romperse. Pero se habia roto, y cuando las ultimas notas de la musica se deshicieron en el silencio, note que el publico empezaba a moverse. La gente salia del sueno que yo habia tejido para ella con los hilos de la cancion.

Note como todo se deshilachaba, como el publico despertaba de un sueno inacabado; vi todo mi esfuerzo arruinado, desperdiciado. Y entretanto, la cancion ardia dentro de mi. ?La cancion!

Sin saber lo que hacia, volvi a poner los dedos sobre las cuerdas y me concentre al maximo. Me transporte a anos atras, cuando tenia callos como piedras en las manos y la musica fluia de mi con la misma facilidad con que lo hacia mi respiracion. A aquella epoca en que tocaba para imitar el sonido del «Viento al girar una hoja» con un laud de seis cuerdas.

Y empece a tocar. Despacio al principio, y luego mas deprisa, a medida que mis manos iban recordando. Recogi los hilos de la deshilachada cancion y volvi a tejerlos con cuidado hasta recomponer lo que habian formado unos momentos atras.

No quedaba perfecta. Es imposible tocar una cancion tan compleja como «Sir Savien» a la perfeccion con seis cuerdas en lugar de siete. Pero estaba entera; y al ver que yo seguia tocando, el publico suspiro, se rebullo, y poco a poco volvio a caer bajo el hechizo que yo habia creado para el.

Apenas era consciente de que tenia espectadores, y al cabo de un momento me olvide por completo de ellos. Mis manos danzaban, corrian, se deslizaban por las cuerdas, empenadas en que las dos voces del laud cantaran con la mia. Luego, aunque me las miraba, tambien me olvide de ellas; me olvide de todo excepto de mi firme proposito de terminar la cancion.

Llego el estribillo, y Aloine volvio a cantar. Para mi, ella no era una persona, ni siquiera una voz; era solo una parte de la cancion que ardia en mi interior.

Logre terminarla. Levante la cabeza para mirar al publico y fue como estar buceando y subir a la superficie para respirar. Volvi a la realidad; vi que me sangraba la mano y que estaba cubierto de sudor. Entonces el final de la cancion me golpeo en el pecho como un punetazo, como siempre me sucede, no importa donde ni cuando la escuche.

Me tape la cara con ambas manos y llore. No por la cuerda rota de mi laud, ni por lo cerca que habia estado del desastre. No por la mano herida ni la sangre derramada. Ni siquiera lloraba por el nino que habia aprendido a tocar un laud con seis cuerdas en el bosque, anos atras. Llore por sir Savien y por Aloine, por el amor perdido y encontrado y perdido otra vez, por el destino cruel y el delirio de un hombre. Asi que, durante un rato, estuve sumido en el dolor y no me entere de nada.

55 Llamas y truenos

No me deje embargar mucho rato por la pena que sentia por Savien y por Aloine. Sabia que era el centro de todas las miradas, asi que me recompuse, me enderece en la silla y mire a mi publico. Mi silencioso publico.

La musica suena diferente para el que la interpreta. Es la maldicion de los musicos. Mientras estaba alli sentado, el final que habia improvisado se borraba de mi memoria. Entonces me asaltaron las dudas. ?Y si la cancion no habia quedado tan redonda como a mi me habia parecido? ?Y si mi final no le habia transmitido la terrible tragedia de la cancion a nadie mas que a mi mismo? ?Y si mis lagrimas no parecian mas que la bochornosa reaccion de un nino ante el fracaso?

Entonces, mientras esperaba alli sentado, oi como el publico volcaba su silencio. La gente estaba quieta, tensa, como si la cancion les quemara mas que una llama. Cada uno se tapaba su herida, se aferraba a su dolor como si fuera algo muy valioso.

Entonces se oyo un murmullo de sollozos liberados y de sollozos que no se podian contener. Un suspiro de lagrimas. Un susurro de cuerpos que, lentamente, volvian a cobrar vida.

Y entonces llego el aplauso. Un rugido de llamas, de truenos despues de un relampago.

56 Mecenas, doncellas y metheglin

Encorde mi laud. Eso me sirvio de distraccion mientras Stanchion recogia las opiniones del publico. Mis manos realizaban los rutinarios movimientos necesarios para retirar la cuerda rota mientras yo sufria y me inquietaba. Los aplausos ya habian cesado, y volvian a asaltarme las dudas. ?Bastaba una cancion para demostrar mi habilidad? ?Y si la reaccion del publico se habia debido al poder de la cancion y no a mi interpretacion? ?Y mi improvisado final? Quiza la cancion solo me habia parecido terminada a mi…

Retire la cuerda rota, la examine y todos mis pensamientos cayeron al suelo hechos un revoltijo.

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