La cuerda no estaba gastada ni deteriorada, como yo creia. El extremo roto tenia un filo limpio, como si la hubieran cortado con un cuchillo o con unas tijeras.
Me quede un rato mirandola, embobado. ?Habria tocado alguien mi laud? Imposible. Nunca lo perdia de vista. Ademas, habia comprobado el estado de las cuerdas antes de salir de la Universidad, y otra vez antes de subir al escenario. Entonces, ?que habia pasado?
Le estaba dando vueltas a esa idea cuando me percate de que el publico guardaba silencio. Levante la cabeza y vi a Stanchion subiendo el ultimo escalon del escenario. Me puse rapidamente en pie.
La expresion de Stanchion era agradable, pero dificil de desci: frar. Se me hizo un nudo en el estomago cuando lo vi venir hacia mi, pero el nudo se deshizo cuando Stanchion me tendio una mano tal como habia hecho con los otros dos musicos que no habian conseguido el caramillo de plata.
Compuse mi mejor sonrisa y alargue un brazo para estrecharle la mano a Stanchion. Yo era hijo de mi padre, y un artista itinerante. Aceptaria mi rechazo con la dignidad de los Edena Ruh. Habia mas posibilidades de que la tierra se abriese y se tragara ese rutilante y famoso lugar que de que yo dejara entrever ni una pizca de decepcion.
Y entre el publico estaba Ambrose. La tierra tendria que tragarse el Eolio, Imre y todo el mar de Centhe antes de que yo le proporcionara la mas minima satisfaccion.
Asi que sonrei y le estreche la mano a Stanchion. Al hacerlo, note algo duro en la palma de la mano. Mire hacia abajo y vi un destello de plata. Mi caramillo.
La cara que puse debio de ser un poema. Mire a Stanchion, y el me guino un ojo.
Me di la vuelta y sostuve el caramillo en alto para que pudieran verlo todos. El Eolio volvio a rugir. Esa vez era un rugido de bienvenida.
– Tienes que prometerme -me dijo Simmon, muy serio y con los ojos enrojecidos- que no volveras a tocar esa cancion sin avisarme. Nunca.
– ?Tan mal lo he hecho? -pregunte, sonriente.
– ?No! -dijo Simmon, casi gritando-. Es que… Yo nunca… -No encontraba las palabras. Entonces agacho la cabeza y rompio a llorar a lagrima viva, tapandose la cara con ambas manos.
Wilem le puso un brazo sobre los hombros a Simmon, que se apoyo sin verguenza en el hombro de su amigo.
– Nuestro amigo Simmon tiene un corazon fragil -dijo Wil con dulzura-. Creo que lo que queria decir es que le ha gustado mucho.
Me fije en que Wilem tambien tenia los ojos enrojecidos. Le puse una mano en la espalda a Simmon.
– A mi tambien me conmociono mucho la primera vez que la oi -confese-. Mis padres la tocaron con motivo de las Fiestas del Solsticio de Invierno cuando yo tenia nueve anos, y despues estuve dos horas destrozado. Tuvieron que suprimir mi papel en
Simmon asintio e hizo un gesto que parecia sugerir que estaba bien, pero que no creia que pudiera hablar durante un rato, asi que era mejor que yo siguiera con lo que estuviese haciendo.
Mire otra vez a Wilem.
– No me acordaba de que produce ese efecto en algunas personas -dije de manera poco convincente.
– Recomiendo scutten -dijo Wilem sin rodeos-. Rabon, si prefieres la lengua vulgar. Pero creo recordar que prometiste que si esta noche ganabas tu caramillo nos llevarias flotando a casa. Lo cual me preocupa, porque resulta que llevo mis zapatos de plomo, los de beber.
Oi a Stanchion riendo detras de mi.
– Estos deben de ser tus dos amigos no castrati. -A Simmon le sorprendio tanto que lo llamaran «no castrato» que se recompuso un poco, frotandose la nariz con la manga.
– Wilem, Simmon, os presento a Stanchion. -Simmon inclino la cabeza. Wilem hizo una contenida reverencia-. Stanchion, ?nos acompanas a la barra? Les he prometido invitarlos a una copa.
– A unas copas -puntualizo Wilem-. En plural.
– Lo siento. A unas copas -me corregi-. De no ser por ellos, yo no estaria hoy aqui.
– Ah -dijo Stanchion con una sonrisa-. Son tus mecenas. Lo entiendo perfectamente.
La jarra de la victoria resulto ser la misma que la de consolacion. Ya me la tenian preparada cuando Stanchion consiguio por fin abrirnos paso entre la multitud hasta nuestros nuevos asientos en la barra. Hasta se empeno en invitar a Simmon y a Wilem a scutten, argumentando que los mecenas tambien tenian derecho a las prebendas de la victoria. Le di las gracias efusivamente, pensando en lo rapido que se estaba vaciando mi bolsa.
Mientras esperabamos a que les sirvieran las bebidas, intente mirar con curiosidad en el interior de mi jarra y comprendi que, para lograrlo, tendria que ponerme de pie en el taburete mientras la jarra estuviera encima de la barra.
– Es metheglin -me informo Stanchion-. Pruebalo, y ya me daras las gracias mas tarde. En mi pueblo dicen que los muertos serian capaces de volver del mas alla para dar un trago de eso.
Hice como si me tocara el ala de un sombrero imaginario.
– A tu salud -dije.
– A la tuya y a la de tu familia -repuso el con educacion.
Bebi un sorbo para recuperarme, y me paso algo maravilloso en la boca: miel de primavera, clavo, cardamomo, canela, uvas, manzanas asadas, peras dulces y fresca agua de manantial. Eso es lo unico que puedo decir del metheglin. Si no lo habeis probado nunca, lamento no poder describirlo mejor. Si lo habeis probado, no necesitais que os recuerde a que sabe.
Me alivio comprobar que el rabon lo habian servido en vasos de tamano mediano; tambien habia uno para Stanchion. Si a mis amigos les hubieran servido jarras de ese vino tinto, habria necesitado una carretilla para llevarmelos al otro lado del rio.
– ?Por Savien! -exclamo Wilem.
– ?Bien dicho! -dijo Stanchion levantando su vaso.
– Por Savien… -consiguio decir Simmon con un sollozo ahogado.
– …y por Aloine -dije yo, y levante con dificultad mi enorme jarra para entrechocarla con sus vasos.
Stanchion se bebio su scutten con un desparpajo que hizo que se me saltaran las lagrimas.
– Bueno -dijo-. Antes de dejarte en manos de tus pares para que puedan adularte, tengo que preguntarte una cosa. ?Donde has aprendido a hacer eso? Me refiero a tocar con una cuerda menos.
Pense un momento.
– ?Quieres la version larga o la corta?
– Creo que de momento me contentare con la corta.
Sonrei.
– En ese caso, es algo que aprendi. -Hice un ademan desenfadado, como si lanzara algo-. Un vestigio de mi disipada juventud.
Stanchion me miro a los ojos, risueno.
– Supongo que me lo merezco. La proxima vez te pedire la version larga. -Respiro hondo y echo un vistazo a la sala; su pendiente de oro oscilo y lanzo unos destellos-. Voy a ocuparme de la clientela. Intentare evitar que vengan todos a la vez a verte.
Sonrei con alivio.
– Gracias, senor.
Stanchion sacudio la cabeza y le hizo una sena a un camarero que estaba detras de la barra, quien rapidamente fue a buscarle su jarra.
– Hasta hace poco, estaba bien que me llamaras «senor». Pero a partir de ahora, llamame Stanchion. -Volvio a mirarme; yo sonrei y asenti-. Y ?como tengo que llamarte yo a ti?
– Kvothe -conteste-. Kvothe a secas.
– ?Por Kvothe! -brindo Wilem a mis espaldas.
– Y por Aloine -anadio Simmon, y rompio a llorar apoyando la cabeza en un brazo.