cinco dias para prepararme.

Pero cuando me dirigia hacia las Dependencias, se me ocurrio una cosa. En realidad, ?cuanto tiempo necesitaba pata prepararme? Y lo mas importante: ?hasta donde podia llegar sin tener acceso al Archivo?

Tras esa reflexion, levante una mano con los dedos corazon y pulgar extendidos, indicando que tenia plaza dentro de cinco dias y que queria venderla.

Al poco rato se me acerco una alumna a la que no conocia.

– Cuarto dia -dijo mostrandome su ficha-. Te cambio la plaza por una iota. -Negue con la cabeza; ella se encogio de hombros y se marcho.

Entonces se me acerco Galven, un Re'lar de la Clinica. Llevaba levantado el dedo indice, indicando que tenia una plaza para ultima hora de esa misma tarde. A juzgar por sus ojeras y por su atribulada expresion, me parecio que no estaba muy entusiasmado con la idea de examinarse tan pronto.

– ?Me la cambias por cinco iotas?

– Pensaba pedir un talento…

Galven asintio, dandole vueltas a su ficha entre los dedos. Era un precio justo. Nadie queria pasar por admisiones el primer dia.

– Quiza mas tarde. Primero voy a dar una vuelta.

Lo vi marchar y me admire de como podian cambiar las cosas de un dia a otro. El dia anterior, cinco iotas me habrian parecido una fortuna, pero ese dia tenia la bolsa llena…

Estaba calculando mentalmente cuanto dinero habia ganado la noche anterior cuando vi acercarse a Wilem y a Simmon. Wil parecia un poco palido pese a su oscuro cutis cealdico. Deduje que el tambien debia de estar sufriendo las consecuencias de la juerga de la noche pasada.

En cambio, Sim estaba mas alegre que nunca.

– ?A que no adivinas a quien le ha tocado una plaza para esta tarde? -Senalo con la cabeza mas alla de mi hombro-. A Am-brose y a varios de sus amigos. Estoy empezando a pensar que hay justicia en el universo.

Me volvi para mirar entre la multitud; oi la voz de Ambrose antes de verlo.

– … de la misma bolsa. Eso significa que han mezclado fatal. Deberian volver a empezar esta caotica farsa y…

Ambrose iba con varios amigos suyos, todos muy bien vestidos, escrutando la multitud en busca de manos levantadas. Ambrose estaba a unos cuatro metros de mi cuando por fin miro hacia abajo y se percato de que la mano hacia la que iba era la mia.

Se paro en seco, con el ceno fruncido, y de pronto solto una carcajada.

– Pobrecillo -dijo-. Tiene todo el tiempo del mundo y no sabe como emplearlo. ?Lorren todavia no te deja entrar?

– Cuerno y martillo -maldijo Wil cansinamente detras de mi.

Ambrose me sonrio.

– Mira, te doy medio penique y una de mis camisas viejas por tu plaza. Asi, tendras algo que ponerte cuando laves esa que llevas en el rio. -Sus amigos rieron detras de el, mirandome con desprecio.

Mantuve una expresion desenfadada, porque no queria darle la mas minima satisfaccion. La verdad es que era consciente del hecho de que solo tenia dos camisas, y de que tras usarlas durante dos bimestres se estaban quedando muy gastadas. Mas gastadas. Y era verdad que las lavaba en el rio, porque nunca habia tenido dinero para pagar la lavanderia.

– Paso -dije con indiferencia-. Los faldones de tu camisa estan demasiado tenidos para mi gusto. -Tire de los faldones de mi camisa para aclarar mis intenciones. Unos cuantos alumnos que estaban cerca rieron.

– No lo capto -oi que le decia Sim a Wil en voz baja.

– Esta insinuando que Ambrose tiene el… -Wil hizo una pausa-, el edanete tass, una enfermedad que te contagian las prostitutas. Produce una secrecion…

– Vale, vale -lo corto Sim-. Ya lo pillo. Y Ambrose va vestido de verde.

Entretanto, Ambrose se obligo a reir de mi chiste como los demas.

– Supongo que me lo merezco -dijo-. Muy bien, vamos a repartir limosna a los pobres. -Saco su bolsa y la agito-. ?Cuanto quieres?

– Cinco talentos -respondi.

Me miro fijamente y se quedo con la bolsa a medio abrir. Era un precio desorbitado. Unos cuantos espectadores se dieron codazos; estaban deseando que lograra estafar a Ambrose y le hiciera pagar un precio mucho mas alto por mi plaza.

– Perdona -dije-. ?Quieres que te lo convierta? -Era bien sabido que el bimestre anterior Ambrose habia suspendido el apartado de aritmetica de su examen de admisiones.

– Cinco es una exageracion -dijo-. Con mucha suerte conseguiras uno. Ya es muy tarde.

Me encogi de hombros con indiferencia.

– Me contentaria con cuatro.

– Te contentarias con uno -insistio Ambrose-. No soy imbecil.

Respire hondo y solte el aire lentamente, resignado.

– Supongo que no conseguire hacerte subir hasta… ?uno con cuatro? -propuse, asqueado por el tono quejumbroso de mi voz.

Ambrose sonrio como un tiburon.

– Ya se que podemos hacer -dijo con magnanimidad-. Te dare uno con tres. No me importa hacer un poco de caridad de vez en cuando.

– Gracias, senor -dije mansamente-. Se lo agradezco mucho. -Percibi la decepcion del publico al ver que me ponia patas arriba, como un perro, por el dinero de Ambrose.

– No tienes que agradecermelo -dijo Ambrose con petulancia-. Siempre es un placer ayudar a los necesitados.

– En moneda vintica, eso son dos reales de oro, seis sueldos, dos peniques y cuatro ardites.

– Ya se hacer la conversion -me espeto-. He viajado mucho por el mundo con el sequito de mi padre desde que era pequeno. Se cambiar moneda.

– Claro que si. -Agache la cabeza-. Que tonto soy. -Levante la cabeza y, con curiosidad, pregunte-: Entonces, ?has estado en Modeg?

– Por supuesto -contesto Ambrose, distraido, mientras metia una mano en su bolsa y sacaba una serie de monedas-. He estado dos veces en la corte de Cershaen.

– ?Es verdad que los nobles modeganos consideran que el regateo es una actividad despreciable para la gente de alta alcurnia? -pregunte fingiendo inocencia-. He oido decir que lo consideran una senal infalible de que la persona o bien tiene sangre plebeya o pasa graves apuros…

Ambrose me miro y dejo de buscar monedas en su bolsa. Entrecerro los ojos.

– Porque si es verdad, has sido muy amable rebajandote a mi nivel solo por el placer de regatear un poco. - Le sonrei-. A nosotros, los Ruh, nos encanta regatear. -Hubo un murmullo de risas de los estudiantes que nos rodeaban, que ya eran varias docenas.

– No lo hacia por eso -dijo Ambrose.

Puse cara de preocupacion.

– Oh, lo siento, senor. No sabia que pasara por una situacion dificil… -Di unos pasos hacia el extendiendole mi ficha de admisiones-. Toma, puedes quedartela por medio penique. A mi tampoco me importa hacer un poco de caridad de vez en cuando. -Me plante delante de el, con la ficha en la mano-. Por favor. Insisto. Siempre es un placer ayudar a los necesitados.

Ambrose me fulmino con la mirada.

– Ojala te atragantes con ella -me susurro con odio-. Y recuerda esto cuando estes comiendo judias y lavandote la ropa en el rio: yo todavia estare aqui el dia que tu te marches con lo puesto. -Se dio la vuelta y se fue, muy indignado.

Mis companeros me aplaudieron. Salude con la cabeza a diestro y siniestro.

– ?Como puntuarias eso? -le pregunto Wil a Sim.

– Dos para Ambrose. Tres para Kvothe. -Sim me miro-. No ha sido tu mejor actuacion, francamente.

– Es que anoche dormi poco -admiti.

– Cada vez que haces esto, el te lo hace pagar con creces -dijo Wil.

Вы читаете El Nombre Del Viento
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату