Asenti.
– Queria hacer algo diferente, quiza un termogiro, pero Ma-net me aconsejo que hiciera una lampara. -La campana de la torre dio cuatro campanadas. Me levante y recogi el estuche del laud para irme a clase.
– Deberias hablar con ella -dijo Simmon-. Si te gusta una chica, tienes que decirselo.
– ?Como te ha funcionado a ti esa tactica hasta ahora? -dije. Me fastidiaba que Sim, precisamente, quisiera darme consejos sobre como debia comportarme con las chicas-. Estadisticas en mano, ?cuantas veces te ha dado resultado esa estrategia en tu vasta experiencia?
Wilem miro hacia otro lado mientras Sim y yo nos fulminabamos con la mirada. Yo fui el primero en ceder. Me sentia culpable.
– Ademas, no hay nada que contar -murmure-. Me gusta estar con ella, y ahora ya se donde vive. Eso significa que cuando la busque, la encontrare.
64 Nueve del fuego
Al dia siguiente, quiso la suerte que tuviera que ir a Imre. Y, aprovechando que estaba alli, pase por el Remo de Roble.
El dueno no conocia a ninguna Denna ni a ninguna Dianne, pero me dijo que una joven muy guapa, morena, llamada Dinnah, tenia una habitacion alquilada en su posada. No se encontraba alli en ese momento, pero si queria dejarle una nota… Rechace el ofrecimiento y me console pensando que ahora que sabia donde vivia Denna, me resultaria relativamente facil encontrarla.
Sin embargo, tampoco encontre a Denna en el Remo de Roble al dia siguiente, ni al otro. Al tercer dia, el dueno me informo de que Denna se habia marchado en plena noche, llevandose todas sus cosas y dejando la cuenta sin pagar. Pase por unas cuantas tabernas y no la encontre, asi que volvi a la Universidad, sin saber si debia preocuparme o enfadarme.
Otros tres dias y cinco viajes infructuosos mas a Imre. Ni Deoch ni Threpe tenian noticias de Denna. Deoch me dijo que era tipico de ella desaparecer asi, y que buscandola conseguiria lo mismo que llamando a un gato. Si bien sabia que era un buen consejo, lo ignore.
Me sente en el despacho de Kilvin e intente serenarme mientras el enorme y grenudo maestro le daba vueltas en sus inmensas manos a mi lampara simpatica. Era mi primer proyecto en solitario como artifice. Habia fundido las planchas y pulido las lentes. Habia implantado el emisor sin envenenarme con arsenico. Y lo mas importante: mi Alar y mi complicada sigaldria convertian las piezas independientes en una lampara simpatica de mano.
Si Kilvin aprobaba el producto acabado, lo venderia y yo cobraria una comision. Pero habia un aspecto aun mas importante: yo tambien me convertiria en artifice, aunque novato. Podria realizar mis propios proyectos con un amplio margen de libertad. Eso suponia un gran paso adelante en la jerarquia de la Factoria, un paso hacia el titulo de Re'lar y, sobre todo, hacia mi independencia economica.
Kilvin levanto por fin la cabeza.
– Esta muy bien hecha, E'lir Kvothe -dijo-. Pero el diseno es atipico.
Asenti.
– He introducido algunos cambios, senor. Si le da la vuelta vera que…
Kilvin hizo un ruidito que podia ser una risita o un grunido de fastidio. Puso la lampara encima de la mesa y empezo a pasearse por la habitacion apagando todas las lamparas una por una.
– ?Sabes cuantas lamparas simpaticas me han explotado en las manos, E'lir Kvothe?
Trague saliva y negue con la cabeza.
– ?Cuantas?
– Ninguna -respondio el maestro con gravedad-. Porque siempre tengo mucho cuidado. Siempre me aseguro por completo de lo que tengo en las manos. Tienes que aprender a ser paciente, E'lir Kvothe. Un momento de la mente equivale a nueve del fuego.
Baje la mirada e intente parecer debidamente contrito.
Kilvin estiro un brazo y apago la unica lampara que quedaba encendida; la habitacion quedo totalmente a oscuras. Hubo una pausa y, a continuacion, una caracteristica luz rojiza surgio de la lampara de mano y se proyecto contra una pared. La luz era muy tenue, mas tenue que la de una sola vela.
– La llave es graduable -me apresure a decir-. En realidad, mas que una llave es un reostato.
Kilvin asintio.
– Muy inteligente. Muy poca gente se molesta en hacer eso con una lampara tan pequena como esta. -La luz se intensifico, se atenuo y volvio a intensificarse-. La sigaldria tambien parece bastante buena -prosiguio el maestro lentamente, al mismo tiempo que dejaba la lampara encima de la mesa-. Pero el foco de tu lente tiene un fallo. Hay muy poca difusion.
Era verdad. En lugar de iluminar toda la habitacion, como era lo habitual, mi lampara solo revelaba una pequena parte: la esquina de la mesa de trabajo y la mitad de la gran pizarra negra que habia en la pared. El resto de la habitacion permanecia en la oscuridad.
– Lo he hecho a proposito -explique-. Existen faroles asi, como la linterna sorda.
Kilvin no era mas que una silueta oscura al otro lado de la mesa.
– Estoy al corriente, E'lir Kvothe. -Su voz tenia un deje de reproche-. Esas linternas las utilizan para negocios sucios. Negocios en los que los arcanistas no deberian participar.
– Creia que las utilizaban los marineros.
– Las utilizan los ladrones -replico Kilvin con seriedad-. Y los espias, y otra gente que no quiere revelar sus actividades a altas horas de la noche.
De pronto mi vaga ansiedad se intensifico. Habia creido que esa entrevista seria un mero tramite. Sabia que era un artifice cualificado, mejor que otros que llevaban mucho mas tiempo que yo trabajando en el taller de Kilvin. Y de repente temi haber cometido un error y haber malgastado casi treinta horas de trabajo en la lampara, por no mencionar un talento entero de mi propio dinero que habia invertido en materiales.
Kilvin dio un grunido evasivo y murmuro algo por lo bajo. La media docena de lamparas de aceite que habia en la habitacion cobraron vida, chisporroteando y llenando la habitacion de luz natural. Me maraville de la facilidad con que el maestro realizaba un vinculo sextuplo. Ni siquiera sabia de donde habia sacado la energia.
– Lo que pasa es que todo el mundo elige como primer proyecto una lampara simpatica -dije para llenar el silencio-. Todo el mundo sigue siempre el mismo esquema. Queria hacer algo diferente. Queria ver si podia hacer algo nuevo.
– Supongo que lo que querias era demostrar tu extraordinaria inteligencia -dijo Kilvin con naturalidad-. No solo querias terminar tu aprendizaje en la mitad de tiempo, sino que querias traerme una lampara con un diseno mejorado. Seamos francos, E'lir Kvothe. Has hecho esta lampara porque querias demostrar que eres mejor que los otros aprendices, ?verdad? -Mientras lo decia, Kilvin me miraba de hito en hito, y por un instante no atisbe en su mirada esa caracteristica distraccion.
Se me quedo la boca seca. Bajo la grenuda barba y el fuerte acento atur de Kilvin se escondia una mente afilada como el diamante. ?Como se me habia ocurrido pensar que podria mentirle y salir airoso?
– Por supuesto que queria impresionarlo, maestro Kilvin -dije bajando la mirada-. Creia que eso se daba por hecho.
– No te humilles -dijo el-. La falsa modestia no me impresiona.
Levante la cabeza y me puse derecho.
– En ese caso, maestro Kilvin, admitire que soy mejor. Aprendo mas deprisa. Trabajo mas. Mis manos son mas diestras. Mi mente es mas curiosa. Sin embargo, tambien espero que eso lo sepa usted sin necesidad de que se lo diga yo.
Kilvin asintio.
– Asi esta mejor. Y tienes razon: ya se todo eso. -Encendio y apago la lampara mientras apuntaba a diferentes objetos repartidos por la habitacion-. Y francamente, tu habilidad me impresiona, como era de esperar. La lampara esta muy bien acabada. La sigaldria es muy ingeniosa. Los grabados, precisos. Es una obra inteligente.