rojo peligroso incluso a la luz de la luna.

– ?Ves que bien te conocia, ya entonces?

Pasamos horas hablando, hasta muy entrada la noche. Yo hablaba dando sutiles rodeos sobre como me sentia, porque no queria pasarme de atrevido. Me parecia que ella hacia lo mismo, pero no estaba seguro. Era como si realizaramos una de esas complicadas danzas cortesanas modeganas en que las parejas se situan a escasos centimetros uno de otro, pero (si son buenos bailarines) sin llegar a tocarse.

Asi llevabamos la conversacion. Pero no solo nos faltaba el tacto para guiarnos: tambien pareciamos sordos. De modo que danzabamos con mucho cuidado, sin saber exactamente que musica escuchaba el otro, sin saber siquiera si el otro estaba bailando.

Deoch montaba guardia en la puerta, como siempre. Al verme, me saludo con la mano.

– ?Maese Kvothe! Me temo que tus amigos ya se han marchado.

– Me lo imaginaba. ?Hace mucho que se han ido?

– No, hace solo una hora. -Levanto los brazos por encima de la cabeza e hizo una mueca. Luego los dejo caer a los lados del cuerpo y dio un hondo suspiro.

– ?Estaban enfadados porque los he dejado plantados?

Deoch sonrio.

– No mucho. Se han encontrado con un par de beldades. No tan bellas como la tuya, desde luego. -Se quedo un momento turbado, y luego hablo despacio, como si eligiera las palabras con mucho cuidado-: Mira, Kvothe… Ya se que no soy nadie para decirte esto, y espero que no te lo tomes mal. -Miro alrededor y de pronto escupio-. Maldita sea. No se me dan nada bien estas cosas.

Volvio a mirarme e hizo un ademan impreciso.

– Mira, las mujeres son como el fuego, como las llamas. Algunas son como velas, luminosas e inofensivas. Algunas son como chispas, o como brasas, o como las luciernagas que perseguimos las noches de verano. Algunas son como hogueras, un derroche de luz y de calor para una sola noche, y quieren que despues las dejen en paz. Algunas son como el fuego de la chimenea: no muy espectaculares, pero por debajo tienen calidas y rojas brasas que arden mucho tiempo.

»Pero Dianne… Dianne es como una cascada de chispas que sale de un afilado cuchillo de hierro que Dios acerca a la piedra de afilar. No puedes evitar mirar, no puedes evitar desearla. Hasta es posible que acerques una mano durante un segundo. Pero no puedes dejarla alli. Te partira el corazon…

La velada estaba demasiado reciente en mi memoria para que yo prestara mucha atencion a las advertencias de Deoch. Sonrei.

– Deoch, mi corazon es mas duro que el cristal. Cuando ella lo golpee, comprobara que es fuerte como el laton al hierro, o como una mezcla de oro y adamante. No creas que no soy consciente, que soy como un ciervo asustado que se queda paralizado al oir las cornetas de los cazadores. Es ella quien deberia andarse con cuidado, porque cuando lo golpee, mi corazon producira un sonido tan hermoso y tan claro que la hara venir hacia mi volando.

Mis palabras sorprendieron a Deoch, que rio.

– Dios mio, que valiente eres. -Sacudio la cabeza-. Y que joven. Me gustaria ser tan valiente y tan joven como tu. -Sin dejar de sonreir, se volvio para entrar en el Eolio-. Buenas noches.

– Buenas noches.

?Que a Deoch le gustaria parecerse mas a mi? Nunca me habian hecho un cumplido tan elogioso.

Pero lo mejor era que mis dias de infructuosa busqueda habian terminado. Habia quedado con Denna al dia siguiente, a mediodia, en el Eolio para «comer, hablar y pasear», como ella misma habia dicho. Esa perspectiva me llenaba de alegria y de emocion.

Que joven era. Que desatinado. Que sabio.

66 Volatil

Al dia siguiente me levante temprano, nervioso porque iba a comer con Denna. Como sabia que era inutil que intentara volver a dormirme, me fui a la Factoria. La noche anterior habia gastado mucho y me quedaban exactamente tres peniques en el bolsillo. Estaba deseando aprovecharme de mi recien adquirida posicion.

Normalmente trabajaba en la Factoria por la noche. Por la manana, todo era muy diferente. Solo habia quince o veinte personas ocupadas en sus proyectos. Por las noches habia el doble de gente. Kilvin estaba en su despacho, como siempre, pero la atmosfera era mas relajada: habia movimiento, pero no bullicio.

Incluso vi a Fela en un rincon del taller, trabajando con cuidado un trozo de obsidiana del tamano de una hogaza grande de pan. No me extranaba que nunca la hubiera visto en el taller si tenia por costumbre ir tan temprano.

Pese a las advertencias de Manet, decidi hacer unos emisores azules para mi primer proyecto. Era un trabajo dificil, porque habia que utilizar brea comehuesos, pero se venderian deprisa, y todo el proceso no me llevaria mas de cuatro o cinco horas de meticuloso trabajo. No solo podria terminar a tiempo para ir a encontrarme con Denna en el Eolio, sino que podria pedirle un pequeno adelanto a Kilvin, y asi tendria algo de dinero en la bolsa para comer con Denna.

Reuni las herramientas necesarias y me instale en uno de los extractores que habia en la pared este. Escogi un sitio cerca de un empapador, uno de los tanques de vidrio reforzado, de quinientos galones de capacidad, que habia repartidos por el taller. Si se te caia encima algun material peligroso mientras trabajabas bajo un extractor, no tenias mas que tirar de la manija del empapador y rociarte con agua fria.

Si tenia cuidado, no necesitaria el empapador, por supuesto. Pero era tranquilizador tenerlo cerca, por si acaso.

Despues de armar el extractor, fui a la mesa donde estaba la brea comehuesos. Pese a saber que no era mas peligrosa que una sierra de piedra o la rueda de aglomeracion, no me sentia comodo tan cerca del contenedor de metal brunido.

Y ese dia note algo diferente. Llame a uno de los artifices con mas experiencia que paso a mi lado. Jaxim tenia el aire demacrado tipico de los artifices que trabajaban en un proyecto de gran magnitud, quiza porque dormian muy poco hasta que lo terminaban.

– ?Es normal que haya tanta escarcha? -le pregunte senalando el recipiente de brea comehuesos. Los bordes estaban recubiertos de finos hilos blancos de escarcha que parecian diminutos arbustos. Alrededor del metal, el aire temblaba de frio.

Jaxim le echo un vistazo y se encogio de hombros.

– Mejor demasiado frio que demasiado caliente -dijo con una risa forzada-. Ja, ja. ?Bum!

Su respuesta me parecio logica, y deduje que el hielo debia de tener algo que ver con el hecho de que en el taller hacia mas frio a esa hora de la manana. Todavia no habia ningun horno encendido, y la mayoria de las fraguas aun estaban apagadas.

Moviendome con cuidado, repase mentalmente el procedimiento de decantacion, asegurandome de que no se me habia olvidado nada. Hacia tanto frio que echaba vaho por la boca. Se me congelo el sudor de las manos y se me pegaron los dedos a los cierres del contenedor, como cuando, en pleno invierno, a los ninos curiosos se les pega la lengua al mango de una bomba de agua.

Trasvase cerca de una onza de aquel liquido denso y oleoso al frasco de presion, y lo tape rapidamente. Entonces volvi al extractor y empece a preparar mis materiales. Tras unos minutos de tension, inicie el largo y meticuloso proceso de preparar e implantar un juego de emisores azules.

Pasadas dos horas, una voz a mis espaldas interrumpio mi concentracion. No era una voz especialmente fuerte, pero tenia un tono de gravedad que nunca ignorabas cuando estabas en la Factoria.

La voz dijo:

– Oh, no.

Debido al trabajo que estaba haciendo, lo primero que hice fue mirar el contenedor de brea comehuesos. Note una oleada de sudor frio al ver que el liquido negro salia por el borde del contenedor y resbalaba por la pata de la mesa de trabajo hasta formar un charco en el suelo. Repare en que la gruesa madera de la pata de la mesa

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