– Por lo visto, el calor no te ha estropeado la lengua. -Dejo la pluma-. Por lo demas, ?como te encuentras?
– Las piernas no me duelen, pero las tengo dormidas, de modo que supongo que me queme pero que ya me has aplicado algun tratamiento. -Levante la sabana y mire debajo; luego volvi a ponerla en su sitio-. Y se ve que tambien me encuentro en un estado de desnudez avanzado. -De pronto senti panico-. ?Y Fela? ?Esta bien?
Mola asintio con seriedad y se acerco a mi cama.
– Tiene un par de cardenales que se hizo cuando la soltaste, y algunas quemaduras en los tobillos. Pero salio mejor parada que tu.
– ?Y el resto de las personas que estaban en la Factoria?
– Sorprendentemente bien, teniendo en cuenta lo ocurrido. Algunas quemaduras causadas por el calor o por el acido. Un caso de envenenamiento por metal, pero leve. El verdadero problema de los incendios suele ser el humo, pero lo que se quemo en la Factoria no desprendia humo.
– Echaba gases de amoniaco. -Respire hondo varias veces-. Pero mis pulmones no parecen afectados -anadi, aliviado-. Solo respire tres veces antes de desmayarme.
Llamaron a la puerta, y Sim asomo la cabeza.
– No estaras desnudo, ?verdad?
– Casi del todo -conteste-. Pero las partes peligrosas estan tapadas.
Wilem entro detras de Sim; resultaba evidente que se sentia incomodo.
– No estas ni la mitad de rosado que antes -observo-. Supongo que eso es una buena senal.
– Le doleran las piernas durante un tiempo, pero no hay danos permanentes -explico Mola.
– Te he traido ropa limpia -dijo Sim alegremente-. La que llevabas quedo destrozada.
– Espero que hayas elegido algo adecuado de mi vasto vestuario -dije con aspereza para disimular mi bochorno.
Sim no me siguio la corriente.
– Apareciste sin zapatos, pero no he encontrado otro par en tu habitacion.
– Es que no tengo otro par -dije, y cogi la ropa que me habia llevado Sim-. No te preocupes. No sera la primera vez que voy descalzo.
Sali de mi pequena aventura sin ninguna lesion permanente. Sin embargo, me dolia todo el cuerpo. Tenia escaldaduras en el dorso de las manos y en la nuca, y quemaduras leves producidas por el acido en las pantorrillas, de caminar por entre la niebla de fuego.
Pese a todo eso, recorri cojeando los cinco largos kilometros hasta Imre, con la esperanza de encontrar a Denna esperandome todavia.
Deoch me miro extranado cuando atravese la plaza hacia el Eolio. Me miro de arriba abajo sin disimulo.
– Dios mio. Parece que te hayas caido de un caballo. ?Que has hecho con tus zapatos?
– Yo tambien te deseo buenos dias -dije con sarcasmo.
– Buenas tardes -me corrigio mirando el sol. Pase a su lado, pero el levanto una mano y me detuvo-. Me temo que se ha marchado.
– Puneta. Mierda. Me cago en… -Me desplome; estaba demasiado cansado para maldecir mi suerte adecuadamente.
Deoch sonrio, compasivo.
– Ha preguntado por ti -dijo para consolarme-. Y te ha esperado mucho rato, casi una hora. Nunca habia visto a esa chica quedarse tanto rato sentada.
– ?Se ha marchado con alguien?
Deoch se miro las manos; estaba jugando con un penique de cobre, pasandolo de un nudillo a otro.
– No es la clase de chica que esta mucho tiempo sola… -Me miro con compasion-. Ha rechazado a unos cuantos, pero al final se ha marchado con un tipo. No creo que estuviera realmente con el, no se si me explico. Lleva tiempo buscando un mecenas, y ese tipo tenia pinta de mecenas. Pelo canoso, rico… Ya sabes.
Suspire.
– Si por casualidad la ves, ?podrias decirle…? -Hice una pausa y trate de pensar como podria describir lo que habia pasado-. ?Se te ocurre una manera mas poetica de decir que he sufrido «un retraso inevitable»?
– Supongo que si. Le describire tu aspecto abatido y remarcare que ibas descalzo. Te preparare el terreno para que puedas pedirle perdon de rodillas.
Sonrei, a pesar de todo.
– Gracias.
– ?Puedo invitarte a una copa? -me pregunto Deoch-. Para mi es un poco pronto, pero siempre puedo hacer una excepcion por un amigo.
Negue con la cabeza.
– Tengo que volver. Tengo cosas que hacer.
Fui cojeando hasta Anker's y encontre la taberna abarrotada de gente; no se hablaba de otra cosa que del incendio de la Factoria. Como no queria contestar ninguna pregunta, me sente en una mesa apartada y le pedi a una de las camareras que me llevara un cuenco de sopa y un poco de pan.
Mientras comia, mi bien entrenado oido iba captando fragmentos de las historias que contaba la gente. Entonces, al oirsela contar a otros, fue cuando tome plena conciencia de lo que habia hecho.
Estaba acostumbrado a que hablaran de mi. Como ya he dicho, me habia preocupado de labrarme una reputacion. Pero aquello era diferente; aquello era real. La gente ya empezaba a embellecer los detalles y a confundir las partes, pero el corazon de la historia seguia alli. Habia salvado a Fela, me habia lanzado al fuego y la habia llevado a un lugar seguro. Como el Principe Azul de un cuento de hadas.
Era la primera vez que me sentia heroe, y no me desagrado la sensacion.
67 Cuestion de manos
Despues de comer en Anker's, decidi volver a la Factoria y ver los danos ocasionados por el incendio. Segun las historias que habia oido en la taberna, habian controlado el fuego muy deprisa. Si era cierto, quiza hasta pudiera terminar mis emisores azules. Si no, al menos podria recuperar mi capa.
Curiosamente, la mayor parte de la Factoria soporto el incendio sin sufrir muchos danos, pero la parte noreste del taller quedo practicamente destrozada. Solo quedaba un revoltijo de piedra, cristales rotos y ceniza. Habia relucientes manchas de cobre y de plata esparcidas por los tableros rotos de las mesas y por el suelo, porque muchos objetos metalicos se habian fundido por el calor del incendio.
Pero mas inquietante aun que los escombros era el hecho de que el taller estuviera desierto. Era la primera vez que lo veia vacio. Llame a la puerta del despacho de Kilvin, y luego me asome. Vacio. Eso tenia cierto sentido. Sin Kilvin, no habia nadie que organizara la limpieza.
Tarde dos horas mas de lo que esperaba en terminar los emisores. Las heridas me distraian, y el vendaje del pulgar me impedia trabajar bien con una mano. Como en la mayoria de los trabajos de artificeria, esa labor requeria dos manos habiles. Hasta el pequeno estorbo de un dedo vendado suponia un grave inconveniente.
Aun asi, termine el proyecto sin incidentes, y cuando me estaba preparando para probar los emisores oi a Kilvin en el pasillo, maldiciendo en siaru. Gire la cabeza justo a tiempo para verlo entrar a grandes zancadas y dirigirse a su despacho, seguido de uno de los guilers del maestro Arwyl.
Cerre el extractor y fui hacia el despacho de Kilvin poniendo mucho cuidado en donde pisaba. A traves de la ventana vi a Kilvin agitando los brazos como un granjero que espanta a los grajos. Llevaba las manos vendadas casi hasta los codos.
– Basta -dijo-. Puedo ocuparme de ellas yo solo.
El guiler le sujeto un brazo a Kilvin y le arreglo el vendaje. Kilvin aparto las manos y las puso en alto, fuera del alcance del guiler.
–
El guiler dijo algo en voz tan baja que no lo oi, pero Kilvin seguia sacudiendo la cabeza.