– Impresionante, desvincular lo que yo mismo fabrique, y empleando solo sangre. -Empezo a pasarse una mano por la barba, pero como los vendajes se lo impedian, fruncio la frente, irritado.

– ?Y usted, maestro Kilvin? ?Como consiguio controlar el fuego?

– No lo hice pronunciando el nombre del fuego -admitio-. Si Elodin hubiera estado aqui, todo habria resultado mucho mas sencillo. Pero como no conozco el nombre del fuego, tuve que apanarmelas.

Lo mire con cautela; no estaba seguro de si estaba bromeando otra vez. A veces, el inexpresivo humor de Kilvin era dificil de detectar.

– ?Elodin conoce el nombre del fuego?

Kilvin asintio.

– Quiza haya una o dos personas mas que tambien lo conocen en la Universidad, pero Elodin es quien mejor lo domina.

– El nombre del fuego -dije despacio-. Y si lo hubieran llamado, ?el fuego los habria obedecido, como a Taborlin el Grande?

Kilvin volvio a asentir.

– Pero si eso son solo historias -proteste.

Kilvin me miro como si le hubiera hecho gracia.

– ?De donde crees que salen las historias, E'lir Kvothe? Todos los cuentos tienen profundas raices en la realidad.

– ?Que clase de nombre es? ?Como funciona?

Kilvin vacilo un momento, y luego se encogio de hombros.

– Es dificil explicarlo en este idioma. En cualquier idioma. Preguntaselo a Elodin. El se dedica a estudiar esas cosas.

Yo sabia de primera mano lo util que podia resultar Elodin.

– Entonces, ?que hizo para detener el fuego?

– No tiene mucho misterio -contesto-. Estaba preparado para un accidente asi, y tenia un frasquito con reactivo en mi despacho. Lo utilice como vinculo y extraje calor del vertido. El reactivo se enfrio demasiado para hervir y el resto de la niebla se consumio. La mayor parte del reactivo se fue por los desagues mientras Jaxim y los demas esparcian cal y arena para controlar el que quedaba.

– No me lo creo -dije-. Esto era un horno. No puede ser que desplazara tantos taumos de calor. ?Donde iba a ponerlos?

– Tenia un devoracalores preparado para una emergencia asi. El fuego es uno de los problemas mas sencillos para los que me he preparado.

Yo no daba credito a su explicacion.

– Aun asi, no es posible. Debia de haber… -Intente calcular cuanto calor habria tenido que desplazar, pero me atasque, porque no sabia por donde empezar.

– Calculo que ochocientos cincuenta millones de taumos -dijo Kilvin-. Aunque para saber la cantidad exacta habria que comprobar la trampilla.

Me quede sin habla.

– Pero… ?como?

– Rapido -dijo Kilvin haciendo un elocuente ademan con las manos vendadas-, pero no facil.

68 El viento cambiante

Pase el dia siguiente descalzo, sin capa y dandole vueltas a todo tipo de ideas deprimentes sobre mi vida. La novedad del papel de heroe perdio rapidamente peso a la luz de mi situacion. Solo me quedaba una andrajosa muda de ropa. Las escaldaduras eran leves, pero me producian un dolor constante. No tenia dinero para comprar analgesicos ni ropa nueva. Masticaba corteza amarga de sauce, y amargos eran mis sentimientos.

Llevaba la pobreza colgada del cuello como una piedra. Jamas habia sido tan consciente de la diferencia entre los otros estudiantes y yo. Todos los otros alumnos de la Universidad tenian una red de seguridad sobre la que caer. Los padres de Sim eran nobles atures. Wil pertenecia a una acaudalada familia de comerciantes del Shald. Si tenian problemas, ellos podian pedir dinero prestado con el aval de sus familias o escribir una carta a sus padres.

Yo, en cambio, no tenia dinero ni para comprarme unos zapatos. Solo tenia una camisa. ?Como iba a quedarme en la Universidad el tiempo necesario para convertirme en arcanista? ?Como iba a ascender si no tenia acceso al Archivo?

A mediodia estaba ya tan desanimado que le hable mal a Sim durante la comida y discutimos como un matrimonio. Wilem no intervino en la discusion, y no aparto la vista de su plato. Al final, en un patente intento de levantarme la moral, me invitaron a ir a ver Tres peniques por un deseo al otro lado del rio, al dia siguiente. Acepte la invitacion, porque me habian dicho que los actores representaban el texto original de Feltemi, y no una de las versiones expurgadas. Era una obra que encajaba muy bien con mi estado de animo, llena de humor macabro, de tragedias y de traiciones.

Despues de comer vi que Kilvin ya habia vendido la mitad de mis emisores. Como iban a ser los ultimos emisores azules que se fabricaran durante un tiempo, los habia sacado a buen precio, y obtuve una comision de algo mas de un talento y medio. Suponia que Kilvin habia inflado un poco el precio, lo cual heria mi orgullo, pero no se le mira el diente a un caballo regalado.

Sin embargo, ni siquiera eso mejoro mi animo. Ya podia comprarme unos zapatos y una capa de segunda mano. Si trabajaba como un condenado durante el resto del bimestre, podria ganar suficiente para pagarle los intereses a Devi y tambien para cubrir mi matricula. Esa perspectiva no me producia ninguna alegria. Era mas consciente que nunca de lo precario de mi situacion. Estaba al borde del desastre.

Estaba tan deprimido que me salte la clase de Simpatia Avanzada y me fui a Imre. La posibilidad de ver a Denna era lo unico que podia levantarme un poco la moral. Todavia tenia que explicarle por que no habia acudido a nuestra cita para comer.

De camino al Eolio me compre unas botas bajas, buenas para caminar y lo bastante abrigadas para los meses de invierno que se avecinaban. Mi bolsa volvio a quedar casi vacia. Al salir de la tienda del zapatero, conte apesadumbrado las monedas: tres iotas y un drabin. Habia tenido mas dinero cuando vivia en las calles de Tarbean…

– Hoy llegas en un buen momento -dijo Deoch cuando me acerque al Eolio-. Hay alguien esperandote.

Sonrei como un idiota, le di unas palmadas en el hombro y entre en la taberna.

No vi a Denna, sino a Fela sentada a una mesa, sola. Stanchion estaba de pie charlando con ella. Al verme, Stanchion me hizo senas para que me acercara y fue a ocupar su sitio de siempre en la barra; al pasar a mi lado, me dio unas carinosas palmaditas en la espalda.

Fela se levanto y corrio hacia mi. Por un instante crei que iba a lanzarse a mis brazos como si fueramos dos amantes que se reencuentran de una tragedia atur. Pero Fela se detuvo poco antes, con la oscura melena oscilando. Estaba tan guapa como siempre, pero con un enorme cardenal en uno de sus prominentes pomulos.

– Oh, no -dije, y me lleve una mano a la cara-. ?Eso te lo hiciste cuando te solte? Lo siento mucho.

Fela me miro con incredulidad, y luego se echo a reir.

– ?Me estas pidiendo perdon por haberme salvado de un infierno?

– Solo por la ultima parte, cuando me desmaye y te deje caer. Fui muy estupido. Se me olvido contener la respiracion y aspire el aire envenenado. ?Tienes otras magulladuras?

– Si, pero ninguna que pueda ensenarte en publico -contesto componiendo una mueca y moviendo las caderas de una forma que encontre sumamente turbadora.

– Espero que no sea nada grave.

Fela me miro con fiereza.

– Pues si. Espero que la proxima vez lo hagas mejor. Cuando a una chica le salvan la vida, espera recibir un trato mas caballeroso hasta el final.

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