prometo que no tardaremos mas de media hora, pero tenemos que ir ahora mismo. Temo que ya sea demasiado tarde.

Mi tono de voz debio de convencerla.

– ?Que le pasa a tu amiga?

– Quiza haya sufrido quemaduras. O intoxicacion por acido. O por humo. Como los que estaban ayer en la Factoria, cuando hubo el incendio. Quiza peor.

Mola echo a andar.

– Voy a mi habitacion a buscar mi material.

– Si no te importa, te espero aqui. -Me sente en un banco cercano-. Si te acompano tardaremos mas.

Me sente y trate de ignorar mis diversas quemaduras y magulladuras, y cuando volvio Mola la lleve al ala sudoeste de la Prin-cipalia, donde habia tres chimeneas decorativas.

– Podemos subir al tejado por aqui.

Mola me miro con extraneza, pero de momento parecia dispuesta a no hacer mas preguntas.

Trepe poco a poco por la chimenea, afirmando las manos y los pies en las protuberancias de la piedra. Aquella era una de las formas mas faciles de subir al tejado de la Principalia. La habia elegido, en parte, porque no estaba seguro de la habilidad de Mola para trepar, y en parte, porque mis heridas habian mermado considerablemente la mia.

Mola subio conmigo al tejado. Todavia llevaba el oscuro uniforme de la Clinica, pero encima se habia puesto una capa gris que habia cogido de su habitacion. Di un rodeo para no tener que andar por las zonas mas peligrosas. Hacia una noche despejada, y el creciente de luna nos alumbraba.

– Si fuera mas ingenua -dijo Mola cuando rodeabamos una alta chimenea de piedra- pensaria que me estas llevando a un sitio apartado con algun proposito siniestro.

– ?Que te hace pensar que no lo estoy haciendo? -pregunte.

– No me parece que seas de esos -repuso ella-. Ademas, apenas puedes andar. Si intentaras algo, no me costaria mucho tirarte del tejado.

– No temas herir mis sentimientos -dije con una risita-. Aunque no estuviera medio lisiado, podrias tirarme del tejado.

Tropece un poco con un caballete que no habia visto y estuve a punto de caerme, porque me fallaron los reflejos. Me sente en una parte del tejado algo mas alta que el resto y espere a que se me pasara el mareo.

– ?Te encuentras bien? -me pregunto Mola.

– Supongo que no. -Me puse trabajosamente en pie-. Esta detras de ese otro tejado -dije-. Quiza seria mejor que esperaras aqui y no hicieses ruido. Por si acaso.

Fui hacia el borde del tejado. Mire hacia abajo, donde estaban los setos y el manzano. No habia luz en las ventanas.

– ?Auri? -llame en voz baja-. ?Estas ahi? -Espere. Me estaba poniendo nervioso por momentos-. Auri, ?estas herida?

Nada. Empece a maldecir por lo bajo.

Mola se cruzo de brazos.

– Mira, creo que ya he tenido mucha paciencia. ?Te importaria contarme que esta pasando?

– Sigueme y te lo explicare. -Fui hacia el manzano y empece a bajar poco a poco por el. Bordee el seto hasta la rejilla de hierro. De la rejilla salia un debil pero persistente olor a amoniaco. Tire de la rejilla, y esta se levanto unos centimetros antes de quedar atascada con algo-. Hace unos meses conoci a una persona y me hice amiga de ella -dije mientras, nervioso, deslizaba una mano entre los barrotes-. Vive aqui abajo. Me preocupa que haya sufrido algun dano. Gran parte del reactivo se colo por los desagues de la Factoria.

Mola se quedo un rato callada.

– Lo dices en serio. -Palpe a tientas debajo de la rejilla, tratando de entender por que Auri la mantenia cerrada-. ?A quien se le ocurriria vivir aqui abajo?

– A una persona asustada -replique-. Una persona a la que le dan miedo los ruidos fuertes, y la gente, y el cielo abierto. Tarde casi un mes en convencerla para que saliera de los tuneles, y mucho mas para que se acercara lo suficiente a mi para poder hablar con ella.

Mola suspiro.

– Si no te importa, voy a sentarme. -Se dirigio hacia el banco-. Llevo todo el dia de pie.

Segui palpando debajo de la rejilla, pero por mucho que lo intentara, no conseguia encontrar ningun cierre. Sintiendome cada vez mas frustrado, agarre la rejilla y tire de ella con fuerza varias veces. La rejilla hizo varios ruidos metalicos, pero no se abrio.

– ?Kvothe? -Levante la cabeza, mire hacia el borde del tejado y vi a Auri alli de pie; su silueta se destacaba contra el cielo nocturno, y su fino cabello formaba una nube alrededor de su cabeza.

– ?Auri! -La tension me abandono de golpe, dejandome debil y flojo-. ?Donde te habias metido?

– Habia nubes -dijo ella, y echo a andar por el borde del tejado hacia el manzano-. Asi que sali a buscarte por arriba. Pero esta saliendo la luna, asi que he vuelto.

Auri descendio por el arbol y se paro en seco al ver a Mola, envuelta en su capa, sentada en el banco.

– He venido con una amiga, Auri -dije con toda la dulzura de que fui capaz-. Espero que no te moleste.

Hubo una larga pausa.

– ?Es buena?

– Si, claro que es buena.

Auri se relajo un poco y se acerco mas a mi.

– Te traia una pluma con viento de primavera, pero como te has retrasado… -me miro con gravedad- voy a regalarte una moneda. -Alargo un brazo y me la tendio, sujeta entre el pulgar y el indice-. Te protegera por la noche. Te protegera cuanto pueda protegerte, claro. -Tenia la forma de una pieza de penitencia atur, pero la luna le arrancaba destellos plateados. Nunca habia visto una moneda parecida.

Me arrodille, abri el estuche del laud y saque un pequeno fardo.

– Yo te he traido tomates, judias y una cosa especial. -Le tendi el saquito de piel en el que me habia gastado casi todo mi dinero dos dias atras, antes de que empezara a tener problemas-. Sal marina.

Auri lo cogio y miro en su interior.

– Pero que bonito, Kvothe. ?Que hay en la sal?

«Restos minerales -pense-. Cromo, basalio, malio, yodo… Todo lo que tu cuerpo necesita y seguramente no puede obtener de las manzanas, del pan ni de lo que consigues gorronear cuando no te encuentro.»

– Suenos de peces -conteste-. Y canciones de marineros.

Auri cabeceo, satisfecha, y se sento; extendio el pano y coloco su comida encima con el mismo cuidado de siempre. Me quede mirandola mientras ella empezaba a comer; metia una judia en la sal y luego le daba un mordisco. No parecia herida, pero habia poca luz y era dificil estar seguro.

– ?Te encuentras bien, Auri?

Ella ladeo la cabeza y me miro con gesto de curiosidad.

– Hubo un gran incendio. Bajo por los desagues. ?Lo viste?

– Ya lo creo -contesto Auri abriendo mucho los ojos-. Se esparcio por todas partes, y las musaranas y los mapaches corrian en todas direcciones tratando de escapar.

– ?Te alcanzaron las llamas? -pregunte-. ?Te quemaste?

Auri nego con la cabeza y sonrio como una nina pequena.

– Ah, no. A mi no podian alcanzarme.

– ?Estuviste cerca del fuego? -insisti-. ?Respiraste el humo?

– ?Por que iba a respirar el humo? -Auri me miro como si fuera tonto-. Ahora toda la Subrealidad huele a meados de gato. -Arrugo la nariz-. Excepto Bajantes y Trapo.

Me calme un poco, pero vi que Mola empezaba a removerse inquieta en el banco.

– ?Puedo decirle a mi amiga que se acerque, Auri?

Auri se quedo quieta cuando estaba a punto de meterse una judia en la boca, pero se relajo y asintio, haciendo que su fino cabello se arremolinara alrededor de su cara.

Le hice senas a Mola, que empezo a caminar despacio hacia nosotros. Yo estaba un poco preocupado por como iria el encuentro. A mi me habia costado mas de un mes lograr que Auri saliera de los tuneles que habia debajo de la Universidad, donde vivia. Me preocupaba que una mala reaccion por parte de Mola pudiera asustar a

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