Auri y hacerla esconderse bajo tierra, donde no tendria ninguna posibilidad de encontrarla.

Senale a Mola, que se habia quedado de pie, y dije:

– Te presento a mi amiga Mola.

– Hola, Mola. -Auri levanto la cabeza y sonrio-. Tienes el pelo del color del sol, como yo. ?Te apetece una manzana?

Mola, precavida, mantuvo un gesto inexpresivo.

– Gracias, Auri. Si, me apetece.

Auri se puso en pie de un brinco y corrio hacia las ramas del manzano que colgaban por encima del tejado. Luego volvio corriendo hasta nosotros; su cabello ondulaba tras ella como una bandera. Le dio una manzana a Mola.

– Esta tiene un deseo dentro -dijo con toda naturalidad-. Asegurate de que sabes lo que quieres antes de morderla. -Dicho eso, se sento de nuevo y se comio otra judia, masticandola con recato.

Mola miro la manzana largo rato antes de darle un mordisco.

Despues de eso, Auri termino enseguida de comer y ato el sa-quito de sal.

– Y ahora, ?toca! -exclamo-. ?Toca!

Sonriendo, cogi mi laud y pase las manos por las cuerdas. Por fortuna, el pulgar donde tenia la herida era el de la mano izquierda, con la que componia los acordes, lo cual era un inconveniente relativamente menor.

Mire a Mola mientras afinaba el instrumento.

– Si quieres, puedes marcharte -le dije-. No querria darte una serenata involuntariamente.

– No, no te vayas -suplico Auri, muy seria-. Su voz es como una tormenta, y sus manos conocen todos los secretos ocultos bajo la fria y oscura tierra.

Mola compuso una sonrisa.

– Bueno, supongo que vale la pena que me quede.

Asi que toque para las dos, mientras nos acompanaba el acompasado movimiento de las estrellas en el firmamento.

– ?Por que no se lo has dicho a nadie? -me pregunto Mola cuando deshaciamos nuestro camino por los tejados.

– No me parecio oportuno -conteste-. Si Auri quisiera que alguien supiese que esta ahi, me imagino que se lo habria dicho ella misma.

– Ya sabes a que me refiero -dijo Mola con enojo.

– Si, se a que te refieres. -Di un suspiro-. Pero ?que conseguiria con eso? Auri es feliz donde esta.

– ?Feliz? -dijo Mola con incredulidad-. Va vestida con harapos y esta desnutrida. Necesita ayuda. Comida y ropa.

– Le llevo comida -dije-. Y tambien le llevare ropa, tan pronto como… -Vacile, porque no queria reconocer mi miseria-. Tan pronto como pueda.

– ?Por que esperar? Si le dijeras a alguien…

– Vale -dije con sarcasmo-. Estoy seguro de que Jamison vendria aqui corriendo con una caja de bombones y un colchon de plumas si supiera que hay una alumna chiflada y medio muerta de hambre que vive debajo de la Universidad. La encerrarian. Lo sabes muy bien.

– No necesariamente… -Mola no insistio, porque sabia que yo tenia razon.

– Mola: si vienen a buscarla, se escondera en los tuneles. La asustaran, y yo perdere las pocas oportunidades que tengo de ayudarla.

Mola se cruzo de brazos y me miro.

– Esta bien. De momento. Pero quiero que me acompanes hasta aqui otro dia. Le traere algo de ropa. Le ira grande, pero sera mejor que la que tiene.

Negue con la cabeza.

– Eso no funcionara. Hace un par de ciclos le traje un vestido de segunda mano. Dice que ponerse la ropa de otra persona es una guarrada.

Mola me miro con gesto de desconcierto.

– No me ha parecido que fuera cealdica. Para nada.

– Quiza sea que la educaron asi, sencillamente.

– ?Te encuentras mejor?

– Si -menti.

– Estas temblando. -Alargo una mano-. Toma, apoyate en mi.

Me ceni mi capa nueva, me sujete a su brazo y volvi lentamente a Anker's.

69 El viento o el capricho de una mujer

Durante los dos ciclos siguientes, mi capa nueva me abrigo en mis ocasionales viajes a Imre, adonde seguia yendo pese a que nunca encontraba a Denna. Siempre tenia algun pretexto para cruzar el rio: pedirle prestado un libro a Devi, quedar con Threpe para comer, tocar en el Eolio… Pero la verdadera razon era Denna.

Kilvin vendio el resto de mis emisores, y mi humor mejoro a medida que se me curaban las quemaduras. Tenia dinero para permitirme ciertos lujos, como jabon y una segunda camisa para sustituir la que habia perdido. Ese dia habia ido a Imre a comprar unas virutas de basalio que necesitaba para el proyecto en que estaba trabajando: una gran lampara simpatica que funcionaba con dos emisores que me habia quedado para mi. Esperaba obtener un considerable beneficio con ella.

Quiza parezca extrano que constantemente estuviera comprando materiales para mis trabajos de artificeria al otro lado del rio, pero la verdad es que los comercios que habia cerca de la Universidad se aprovechaban de la pereza de los estudiantes e inflaban los precios. A mi me merecia la pena ir hasta Imre para ahorrarme un par de peniques.

Despues de comprar las virutas de basalio, me dirigi al Eolio. Deoch estaba en el sitio de siempre, apoyado en el umbral.

– He estado vigilando por si veia a tu chica -me dijo.

Molesto por lo transparentes que debian de ser mis intenciones, masculle:

– No es mi chica.

Deoch puso los ojos en blanco.

– Esta bien. La chica. Denna, Dianne, Dyanae… Como sea que se haga llamar ultimamente. No le he visto el pelo. Hasta he indagado un poco, pero hace un ciclo que nadie la ve. Debe de haberse marchado de la ciudad. Ella es asi. Siempre desaparece cuando menos te lo esperas.

Trate de disimular mi decepcion.

– No hacia falta que te tomaras la molestia -dije-. Pero gracias de todas formas.

– No preguntaba solo por ti -admitio Deoch-. A mi tambien me gusta.

– Ah, ?si? -dije con toda la neutralidad de que fui capaz.

– No me mires asi. No puedo competir contigo. -Esbozo una sonrisa tortuosa-. Al menos no esta vez. Yo no tengo estudios universitarios, pero se ver la luna en una noche despejada. Soy lo bastante listo para no poner la mano dos veces en el mismo fuego.

Abochornado, trate de controlar la expresion de mi rostro. No suelo dejar que mis emociones se reflejen libremente en mi cara.

– Entonces, Denna y tu…

– Stanchion todavia se burla de mi por haber cortejado a una chica a la que doblo la edad. -Encogio timidamente los anchos hombros-. Pero todavia siento carino por ella. Ahora, sobre todo, me recuerda a mi hermana pequena.

– ?Cuanto tiempo hace que la conoces? -pregunte con curiosidad.

– Bueno, yo no diria exactamente que «la conozco», chico. Pero si, me encontre con ella hara unos dos anos. Quiza no tanto. Un ano y algo… -Deoch se paso las manos por su cabello rubio y arqueo la espalda para desperezarse; los musculos de sus brazos tensaron la tela de la camisa. Entonces se relajo dando un explosivo

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