– No. Y no quiero que me administres mas drogas. Ya he dormido suficiente.

Kilvin me hizo senas para que pasara.

– E'lir Kvothe. Necesito hablar contigo.

No sabia que iba a pasar, pero entre en su despacho. Kilvin me miro de forma inquietante.

– ?Ves lo que he encontrado una vez apagado el incendio? -me pregunto.

Senalo una masa de tela oscura que habia sobre su mesa de trabajo. Con cuidado, Kilvin levanto una esquina con una mano vendada, y reconoci los chamuscados restos de mi capa. Kilvin la sacudio con fuerza, y mi lampara salio de entre los pliegues de la capa y rodo por la mesa.

– Hablamos de tu lampara para ladrones hace solo dos dias. Y hoy me la encuentro tirada donde cualquier personaje de dudosa reputacion podria encontrarla y quedarsela. -Me miro con el ceno fruncido-. ?Que tienes que decir?

Me quede boquiabierto.

– Lo siento, maestro Kilvin. Estaba… Se me llevaron…

Me miro los pies sin dejar de fruncir el ceno.

– Y ?por que vas descalzo? Hasta un E'lir deberia saber que no se puede ir descalzo en un sitio como este. Ultimamente tu comportamiento ha sido muy imprudente. Estoy consternado.

Mientras yo tartamudeaba tratando de ofrecer una explicacion, de pronto Kilvin mudo su severa expresion y esbozo una amplia sonrisa.

– Solo estaba bromeando, hombre -dijo con dulzura-. Te estoy enormemente agradecido por haber salvado del fuego a la Re'lar Fela. -Alargo un brazo para darme unas palmadas en el hombro, pero se lo penso mejor al acordarse de que llevaba la mano vendada.

Senti un profundo alivio, y todo mi cuerpo se relajo. Cogi la lampara y le di vueltas con una mano. No parecia que el fuego la hubiera estropeado, ni que la brea comehuesos la hubiera corroido.

Kilvin cogio un saquito y lo puso encima de la mesa.

– Esto tambien estaba en tu capa -dijo-. Habia muchas cosas en los bolsillos. Parecia la mochila de un calderero.

– Veo que esta usted de buen humor, maestro Kilvin -dije con cautela, preguntandome que analgesico le habrian administrado en la Clinica.

– Es verdad -repuso el alegremente-. ?Conoces el dicho «Chan Vaen edan Kote»}

Intente descifrarlo.

– Siete anos… No se que significa Kote.

– «Espera un desastre cada siete anos» -dijo Kilvin-. Es un dicho muy antiguo, y muy cierto. Este llevaba dos anos de retraso. -Hizo un ademan con la mano vendada senalando las ruinas del taller-. Y ahora que ha llegado, ha resultado un desastre menor. Mis lamparas estan intactas. No ha habido victimas mortales. De todas las heridas leves, las mias han sido las peores, como debe ser.

Mire sus vendajes, y se me encogio el estomago al pensar que pudiera haberles pasado algo a sus diestras manos de artifice.

– ?Es grave? -pregunte con prudencia.

– Quemaduras de segundo grado -me contesto; yo iba a proferir una exclamacion, pero Kilvin se me adelanto-: Son solo ampollas. Duelen, pero no conllevan una perdida de movilidad a largo plazo. -Dio un suspiro de exasperacion-. Sin embargo, me va a costar mucho trabajar durante los proximos tres ciclos.

– Si lo unico que necesita son unas manos, yo podria prestarle las mias, maestro Kilvin.

El maestro hizo una respetuosa inclinacion de cabeza.

– Es una oferta muy generosa, E'lir. Si fuera solo cuestion de manos, la aceptaria. Pero gran parte de mi trabajo implica si-galdrias con las que seria… -hizo una pausa, eligiendo con cuidado la siguiente palabra- desaconsejable que un E'lir tuviera contacto.

– Entonces deberia ascenderme a Re'lar, maestro Kilvin -dije con una sonrisa-. Asi podria serle de mas utilidad.

Kilvin rio.

– Si, eso podria ser una solucion. Si sigues trabajando como hasta ahora.

Decidi cambiar de tema para no tentar a la suerte.

– ?Que paso con el recipiente?

– Demasiado frio -dijo Kilvin-. El metal era solo un armazon que protegia el recipiente de cristal que habia dentro y que mantenia baja la temperatura. Sospecho que la sigaldria del contenedor sufrio algun dano, y que por eso se fue enfriando cada vez mas. Cuando se congelo el reactivo…

Asenti con la cabeza: por fin lo entendia.

– Resquebrajo el contenedor interno de cristal. Como una botella de cerveza cuando se congela. Y entonces se comio el metal del contenedor.

Kilvin asintio.

– Jaxim me ha decepcionado -dijo con seriedad-. Me dijo que tu se lo habias comentado.

– Estaba convencido de que arderia todo el edificio -dije-. No entiendo como consiguio controlar el fuego con tanta facilidad.

– ?Con tanta facilidad? -repitio Kilvin, como si encontrara graciosas mis palabras-. Deprisa si. Pero no sabia que hubiera sido facil.

– ?Como lo hizo?

Me sonrio.

– Buena pregunta. ?Que crees tu?

– Bueno, oi decir a un alumno que salio usted de su despacho y que pronuncio el nombre del fuego, como Taborlin el Grande. Dijo «fuego, apagate» y el fuego lo obedecio.

Kilvin dio una fuerte risotada.

– Me gusta esa version -dijo sonriendo abiertamente detras de su barba-. Pero yo tambien quiero preguntarte una cosa. ?Como te las ingeniaste para atravesar el fuego? El reactivo produce unas llamas muy intensas. ?Como es que no te quemaste?

– Me moje con el agua de un empapador, maestro Kilvin -respondi.

Kilvin asintio con gesto pensativo.

– Jaxim te vio atravesar el fuego momentos despues de que se derramara el reactivo. Los empapadores son rapidos, pero no tanto.

– Me temo que lo rompi, maestro Kilvin. Me parecio que era la unica manera.

Kilvin miro a traves de la ventana de su despacho con los ojos entornados y arrugo la frente; entonces fue hasta el otro extremo del taller, donde estaba el empapador roto. Se arrodillo y cogio un trozo de cristal con los dedos vendados.

– ?Puedes explicarme como demonios conseguiste romper mi empapador, E'lir Kvothe?

Su tono de voz revelaba un desconcierto tal que no pude evitar echarme a reir.

– Vera, maestro Kilvin: segun los alumnos, lo rompi de un solo punetazo de mi todopoderosa mano.

Kilvin volvio a sonreir.

– Esa version tambien me gusta, pero no le doy credito.

– Otras fuentes mas fidedignas afirman que utilice un trozo de hierro que cogi de una mesa.

Kilvin nego con la cabeza.

– Eres un chico inteligente, pero este vidrio reforzado lo fabrique con mis propias manos. Ni Cammar podria romperlo con un martillo de yunque. -Tiro el trozo de cristal y se levanto-. Deja que los demas cuenten las historias que les plazca, pero que no haya secretos entre tu y yo.

– No es ningun misterio -admiti-. Conozco la sigaldria del vidrio reforzado. Lo que puedo hacer lo puedo romper.

– Pero ?que fuente utilizaste? -pregunto Kilvin-. No podias tener nada preparado con tan poco tiempo… - Levante el pulgar vendado-. Sangre -dijo el maestro, sorprendido-. Emplear el calor de tu sangre podria calificarse de imprudente, E'lir Kvothe. ?Y la tiritona del simpatista? ?Y si hubieras sufrido un choque hi-potermico?

– Mis opciones eran muy limitadas, maestro Kilvin -respondi.

Kilvin asintio, pensativo.

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