estaba corroida casi por completo; entonces oi un ligero chisporroteo y un burbujeo, y vi que el liquido que se estaba acumulando en el suelo empezaba a hervir. Solo se me ocurrio pensar en la afirmacion de Kilvin durante la demostracion: «Ademas de ser altamente corrosivo, el gas arde al entrar en contacto con el aire…».

La pata cedio y la mesa empezo a inclinarse. El contenedor de metal brunido se volco. Cuando golpeo el suelo de piedra, el metal estaba tan frio que no se resquebrajo ni se abollo, sino que se rompio en mil pedazos, como si fuera de cristal. Galones y galones del oscuro fluido se derramaron por el suelo del taller. La brea comehuesos se extendio por el suelo de piedra caliente y empezo a hervir, y la estancia se lleno de fuertes crujidos y estallidos.

Tiempo atras, el ingenioso disenador de la Factoria habia instalado cerca de dos docenas de desagues en el taller para que fuera mas facil limpiarlo y en prevision de derramamientos. Es mas, el suelo del taller describia suaves subidas y bajadas que enviaban los liquidos vertidos hacia esos desagues. Por eso, en cuanto estallo el contenedor, el oleoso liquido empezo a correr en direcciones opuestas, dirigiendose hacia dos desagues diferentes. Al mismo tiempo, siguio hirviendo y formando densas nubes, oscuras como la brea, causticas y a punto de estallar en llamas.

Atrapada entre esos dos brazos de oscura niebla que seguia extendiendose estaba Fela, que momentos antes trabajaba, sola, en una mesa apartada de un rincon. Se quedo alli plantada, con la boca entreabierta, conmocionada. Iba vestida con ropa sencilla, adecuada para trabajar en el taller: unos pantalones finos y una blusa de lino de manga corta. Llevaba el largo y oscuro cabello recogido en una cola de caballo que le llegaba casi hasta el trasero. Y estaba a punto de arder como una antorcha.

La gente empezo a darse cuenta de lo que estaba pasando, y la habitacion se lleno de un ruido frenetico. Todos daban ordenes o gritaban asustados; tiraban las herramientas y volcaban sus proyectos a medio terminar mientras corrian de un lado para otro.

Fela no habia gritado ni habia pedido ayuda; eso significaba que nadie mas que yo se habia percatado de que estaba en peligro. Si la demostracion de Kilvin era cierta, deduje que todo el taller se convertiria en un mar de llamas y niebla caustica en menos de un minuto. No tenia mucho tiempo…

Eche un vistazo a los proyectos abandonados que habia encima de una mesa cercana, buscando algo que pudiera servirme. Pero no vi nada que pudiera serme util: un revoltijo de bloques de basalto, carretes de alambre de cobre, una semiesfera de cristal con algunas inscripciones que seguramente estaba destinada a convertirse en una de las lamparas de Kilvin…

Y de pronto supe que tenia que hacer. Cogi la semiesfera de cristal y la estrelle contra uno de los bloques de basalto. La semiesfera se rompio, y me quede con un fino y curvado trozo de cristal roto del tamano de la palma de mi mano. Con la otra mano, cogi mi capa de la mesa y me aleje a grandes zancadas del extractor.

Aprete el pulgar contra el borde del trozo de cristal y note un desagradable tiron, seguido de un intenso dolor. Sabia que me habia hecho sangre, asi que deslice el dedo por el cristal y pronuncie un vinculo. Me coloque enfrente del empapador y tire el cristal al suelo; me concentre y pise con fuerza, aplastandolo con el talon.

Me invadio un frio como jamas habia sentido. No era el tipico frio que sientes en la piel y en las extremidades en un dia de invierno. Me sacudio como un rayo. Lo note en la lengua, en los pulmones y en el higado.

Pero ya tenia lo que queria. El vidrio reforzado del empapador se resquebrajo por mil sitios, y cerre los ojos en el preciso instante en que estallaba. Quinientos galones de agua me golpearon como un puno inmenso, impulsandome hacia atras y empapandome hasta la piel. Y entonces eche a correr entre las mesas.

Fui muy rapido, pero no lo suficiente. Hubo una cegadora llamarada roja en un rincon del taller y la niebla empezo a prender, provocando lenguas de violentas llamas que se extendian en todas direcciones. El fuego calentaria el resto de la brea y la haria hervir mas deprisa. Eso produciria mas niebla, mas fuego y mas calor.

Corri mientras el fuego se extendia siguiendo los dos regueros que formaba la brea comehuesos al fluir hacia los desagues. Las llamas ascendian con una ferocidad asombrosa, levantando dos cortinas de fuego que aislaban por completo aquel rincon del taller. Las llamas ya eran mas altas que yo, y seguian creciendo.

Fela habia logrado salir de detras de la mesa de trabajo y, pegandose a la pared, se habia acercado a uno de los desagues del suelo. Como la brea comehuesos caia por la rejilla, habia un espacio, cerca de la pared, donde no habia llamas ni niebla. Fela estaba a punto de pasar corriendo cuando de la rejilla empezo a salir a borbotones una oscura niebla. Fela dio un grito y se aparto. La niebla ardia al mismo tiempo que hervia, envolviendolo todo en llamas.

Finalmente llegue mas alla de la ultima mesa. Sin reducir el paso, contuve la respiracion, cerre los ojos y salte por encima de la niebla, porque no queria que aquel horrible material corrosivo me tocara las piernas. Note una intensa oleada de calor en las manos y en la cara, pero la ropa mojada impidio que me quemara y que me incendiara.

Como tenia los ojos cerrados, cai mal y me golpee una cadera contra el tablero de piedra de una mesa. No hice caso y corri hacia Fela.

Fela habia ido apartandose del fuego hacia la pared exterior del taller, pero ahora me miraba de hito en hito, con las manos levantadas como si pudieran protegerla.

– ?Baja los brazos! -le grite mientras corria hacia ella abriendome la empapada capa con ambas manos. No se si me oyo con el rugido de las llamas, pero el caso es que Fela me entendio. Bajo las manos y avanzo hacia mi capa.

Al cubrir los ultimos metros que nos separaban, mire hacia atras y vi que el fuego estaba creciendo mas aun de lo que yo esperaba. La niebla estaba pegada al suelo formando una capa de treinta centimetros, negra como el carbon. Las llamas eran tan altas que no podia ver al otro lado, y mucho menos calcular el grosor que habia alcanzado la cortina de fuego.

Justo antes de que Fela se metiera bajo mi capa, la levante para cubrirle por completo la cabeza.

– Voy a tener que sacarte en brazos -le grite al mismo tiempo que la envolvia con la capa-. Si intentas pasar caminando te quemaras las piernas.

Fela contesto algo, pero sus palabras quedaron amortiguadas por las capas de ropa mojada, y no la entendi en medio del estruendo del incendio.

La levante, pero no la cogi en brazos delante del cuerpo, como el Principe Azul de un cuento de hadas, sino que me la cargue a un hombro, como si fuera un saco de patatas. Eche a correr hacia el fuego apretando su cadera contra mi hombro. El calor me golpeo la parte delantera del cuerpo y levante el brazo que tenia libre para protegerme la cara; rece para que la humedad de los pantalones me salvara las piernas de parte del efecto corrosivo de la niebla.

Inspire justo antes de entrar en contacto con el fuego, pero el aire era acre e hiriente. Tosi automaticamente y volvi a llenarme los pulmones de aquel aire abrasador, y entonces entre en el muro de llamas. Note el intenso frio de la niebla alrededor de mis panto-rrillas, y corri envuelto en fuego, tosiendo y aspirando aquel aire irrespirable. Me maree y note un sabor a amoniaco en la boca. Una parte distante y racional de mi mente penso: «Claro, para hacerlo volatil».

Y luego, nada.

Cuando desperte, lo primero que pense no fue lo que os imaginais. Aunque quiza tampoco os sorprenda mucho si habeis sido jovenes alguna vez.

– ?Que hora es? -pregunte, frenetico.

– Primera campana despues de mediodia -me contesto una voz femenina-. No intentes levantarte.

Me deje caer en la cama. Tenia que haberme encontrado con Denna en el Eolio hacia una hora.

Mire alrededor. Me senti desgraciado y se me hizo un nudo en el estomago. El caracteristico olor a antiseptico me indico que me encontraba en la Clinica. La cama tambien era reveladora: lo bastante comoda para dormir, pero no tanto como para que te apeteciera quedarte alli tumbado mas tiempo del imprescindible.

Gire la cabeza y vi un par de hermosos ojos verdes en un rostro rodeado de cabello rubio muy corto.

– Oh. -Volvi a relajarme sobre la almohada-. Hola, Mola.

Mola estaba de pie junto a uno de los altos mostradores que bordeaban la habitacion. La ropa que llevaba, oscura, como todos los que trabajaban en la Clinica, hacia que su palido cutis destacara aun mas.

– Hola, Kvothe -dijo, y siguio redactando el informe medico.

– Me han dicho que por fin te han ascendido a El'the -dije-. Felicidades. Todo el mundo sabe que te lo merecias hace mucho tiempo.

Mola levanto la cabeza y sus palidos labios esbozaron una sonrisa.

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