– Lo siento -dije-. ?Puedo invitarte a algo?

– Confiaba en que me invitaras a cenar -contesto ella-. Pero me sentiria culpable si te hiciera abandonar a tus amigos.

Trate de encontrar una forma diplomatica de librarme de Wil y de Sim.

– Estas dando por hecho que nosotros queremos estar con el -se me adelanto Wil-. Si te lo llevas, nos haras un favor.

Denna se inclino hacia delante mirandolo de hito en hito, y en sus rosados labios se insinuo una sonrisa.

– ?En serio?

Wilem asintio con gravedad.

– Bebe mas de lo que habla.

Denna me miro con gesto burlon.

– ?Tanto?

– Ademas -intervino Simmon con inocencia-, si desaprovechara la oportunidad de estar contigo, se pasaria varios dias de un humor insoportable. Si lo dejas aqui, no nos servira para nada.

Me puse colorado y senti un irreprimible impulso de estrangular a Sim. Denna rio con dulzura.

– En ese caso, creo que sera mejor que me lo lleve. -Se levanto con un movimiento como el de una rama de sauce doblandose al viento y me ofrecio una mano. Yo se la cogi-. Wilem, Simmon, espero volver a veros pronto.

Mis amigos le dijeron adios con la mano, y nosotros nos dirigimos hacia la puerta.

– Me caen bien -dijo Denna-. Wilem es como una piedra bajo el agua. Simmon es como un chiquillo chapoteando en un arroyo.

Su descripcion me hizo reir.

– Ni yo mismo lo habria expresado mejor. ?Has dicho algo de una cena?

– Mentia -confeso Denna sin remordimiento-. Pero me encantaria esa copa que me has ofrecido.

– ?Que te parece La Espita?

Arrugo la nariz.

– Demasiados ancianos y muy pocos arboles. Hace una noche estupenda para estar al aire libre.

Senale la puerta.

– Tu delante.

Denna obedecio. Me regodee con la luz que Denna emanaba y con las miradas de los hombres envidiosos. Cuando salimos del Eolio, hasta Deoch parecia un poco celoso. Pero al pasar a su lado, detecte un extrano destello en sus ojos. ?Tristeza? ?Lastima?

No me detuve a identificarlo. Estaba con Denna.

Compramos una hogaza de pan moreno y una botella de vino de fresas de Aven. Luego buscamos un rincon apartado en uno de los muchos jardines publicos que habia repartidos por toda Imre. Las primeras hojas secas del otono danzaban por las calles. Denna se quito los zapatos y bailo con suaves movimientos entre las sombras, deleitandose con el tacto de la hierba en la planta de los pies.

Nos sentamos en un banco, bajo un gran sauce; luego encontramos un sitio mas comodo, en el suelo, junto al tronco del arbol. El pan era oscuro y compacto, y la tarea de partirlo ofrecia distraccion a nuestras manos. El vino era dulce y ligero, y despues de que Denna besara la botella, le dejo los labios humedos durante una hora.

Se percibia la desesperacion de la ultima noche templada del verano. Hablamos de todo y de nada, y la proximidad de Denna, su forma de moverse, el sonido de su voz rozando la atmosfera otonal apenas me dejaban respirar.

– Hace un momento tenias la mirada extraviada -dijo-. ?En que pensabas?

Me encogi de hombros para ganar tiempo. No podia decirle la verdad. Sabia que todos los hombres debian de piropearla, de cubrirla de halagos mas empalagosos que las rosas. Tome un camino mas sutil:

– Una vez, uno de los maestros de la Universidad me dijo que habia siete palabras que hacian que una mujer te amara. -Sacudi los hombros fingiendo indiferencia-. Estaba preguntandome cuales serian esas siete palabras.

– ?Por eso hablas y hablas sin parar? ?Confias en dar con ellas por casualidad?

Abri la boca para responder. Entonces, al ver sus chispeantes ojos, aprete los labios e intente disimular mi rubor y mi bochorno. Denna me puso una mano en el brazo.

– No te calles por mi culpa, Kvothe -dijo con dulzura-. Echaria de menos el sonido de tu voz.

Bebio un sorbo de vino.

– Ademas, no hace falta que pienses mucho. Las dijiste la primera vez que nos vimos. Dijiste: «Me preguntaba que podrias estar haciendo aqui». -Hizo un gesto displicente-. Desde ese momento fui tuya.

Mi mente me llevo hasta nuestro primer encuentro en la caravana de Roent. Me quede atonito.

– Creia que no te acordabas.

Denna, que estaba partiendo un trozo de pan, se quedo quieta y me miro con extraneza.

– Que no me acordaba, ?de que?

– Que no te acordabas de mi. Que no te acordabas de nuestro encuentro en la caravana de Roent.

– Pero bueno -dijo-, ?como iba a olvidar al chiquillo pelirrojo que me dejo para ir a la Universidad?

Me quede demasiado atonito para aclarar que yo no la habia dejado. En realidad, no.

– Nunca habias vuelto a mencionarlo.

– Tu tampoco -replico ella-. Quiza pensara que te habias olvidado de mi.

– ?Olvidarme de ti? ?Como iba a olvidarme de ti?

Al oir eso sonrio, pero agacho la cabeza y se miro las manos.

– Te sorprenderian las cosas que olvidan los hombres -dijo; luego, en un tono mas ligero, anadio-: Bueno, quiza no. Estoy segura de que tu tambien has olvidado cosas, porque eres un hombre.

– Recuerdo tu nombre, Denna. -Me senti bien al decirselo-. ?Por que te lo cambiaste? ?O era Denna el nombre que utilizabas cuando ibas por el camino hacia Anilin?

– Denna -dijo ella en voz baja-. Casi la habia olvidado. Era una nina muy tonta.

– Era como una flor que se abre.

– Parece que haga una eternidad que deje de ser Denna. -Se froto los brazos desnudos y miro alrededor, como si de pronto la inquietara que alguien pudiese encontrarnos alli.

– Entonces, ?quieres que te llame Dianne? ?Lo prefieres?

El viento agito las ramas del sauce cuando Denna ladeo la cabeza y me miro. Su cabello imito el movimiento de los arboies.

– Eres muy bueno. Creo que prefiero que me llames Denna. Cuando tu lo dices suena diferente. Dulce.

– Entonces no se hable mas. Te llamare Denna -dije con decision-. Por cierto, ?que paso en Anilin?

Una hoja cayo flotando y se poso en su cabello. Denna se la quito distraidamente.

– Nada bueno -contesto esquivando mi mirada-. Pero tampoco nada inesperado.

Alargue una mano y Denna me dio la hogaza de pan.

– En fin, me alegro de que volvieras -dije-. Mi Aloine.

Hizo un ruidito impropio de una dama.

– Por favor, si alguno de nosotros dos es Savien, soy yo. Yo fui la que vino a buscarte -aclaro-. Dos veces.

– Yo tambien te he buscado -proteste-. Lo que pasa es que, por lo visto, no se me da bien encontrarte. - Denna puso los ojos en blanco-. Si pudieras recomendarme un momento y un lugar propicios para buscarte, seria muy diferente… -Deje la frase en el aire, convirtiendola en una pregunta-. ?Quiza manana?

Denna me miro de reojo, sonriente.

– Eres siempre tan prudente… -dijo-. Nunca he conocido a ningun hombre que avance con tanto cuidado. -Me miro a los ojos, como si lo que acababa de decir fuera un acertijo que tuviera solucion-. Creo que manana a mediodia sera un momento propicio. En el Eolio.

Senti una oleada de calor al pensar que volveriamos a vernos.

– «Me preguntaba que podrias estar haciendo aqui» -dije en voz alta, recordando aquella conversacion que habiamos mantenido hacia una eternidad-. Despues me llamaste mentiroso.

Denna se inclino hacia delante y me toco la mano con gesto consolador. Olia a fresas, y sus labios eran de un

Вы читаете El Nombre Del Viento
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату