nerviosismo-. No he venido aqui con animo de crear problemas, te lo aseguro. No he venido por el precio que le han puesto a tu cabeza. -Compuso una debil sonrisa-. Como es logico, yo no podria causarte problemas…
– Estupendo -le corto el posadero al mismo tiempo que cogia un pano de hilo blanco y empezaba a limpiar la barra-. Y ?quien eres?
– Puedes llamarme Cronista.
– No te he preguntado como puedo llamarte -repuso Kote-. ?Como te llamas?
– De van. Devan Lochees.
Kote dejo de pasar el pano por la barra y levanto la cabeza.
– ?Lochees? ?Eres pariente del duque…? -Kote asintio antes de haber terminado la frase-. Si, claro que eres pariente suyo. No eres un cronista, sino el Cronista. -Miro de arriba abajo al escribano, un hombre con calva incipiente-. ?Que te parece? El de-senmascarador de patranas en persona.
Cronista se relajo un tanto; era evidente que le complacia comprobar que su reputacion lo precedia.
– Antes no pretendia ponerte las cosas dificiles. Hace anos que no pienso en mi como Devan. Deje atras ese nombre hace mucho tiempo. -Miro al posadero con complicidad-. Supongo que tu tambien sabras algo de eso…
Kote ignoro la pregunta que el escribano no habia llegado a formular.
– Lei tu libro hace anos.
Cronista sonrio.
– Yo tambien me desilusione un poco, la verdad. Fui a buscar una leyenda y encontre un lagarto. Un lagarto fascinante, pero lagarto al fin y al cabo.
– Y ahora estas aqui -dijo Kote-. ?Has venido a demostrar que no existo?
Cronista solto una risa nerviosa.
– No. Veras, oimos un rumor…
– ?Oimos? -le interrumpio Kote.
– Viajaba con un viejo amigo tuyo, Skarpi.
– Se ha hecho cargo de ti, ?no? -dijo Kote para si-. ?Que te parece? El aprendiz de Skarpi.
– Un colega, mas bien.
Kote asintio, pero su expresion seguia sin revelar nada.
– Debi imaginar que el seria el primero en encontrarme. Sois los dos unos propagadores de rumores.
La sonrisa de Cronista se convirtio en una mueca de amargura. El escribano se trago las primeras palabras que acudieron a sus labios y se esforzo por recuperar una actitud serena.
– Y ?en que puedo ayudarte? -Kote dejo el trapo y compuso su mejor sonrisa de posadero-. ?Te apetece beber o comer algo? ?Necesitas una habitacion para pasar la noche?
Cronista vacilo.
– Tengo de todo. -Kote hizo un amplio gesto con el brazo, senalando, una a una, las botellas que habia detras de la barra-. ?Jerez, mosto, vino tinto? ?Aguamiel? ?Cerveza negra? ?Licor dulce de fruta! ?De mora? ?De ciruela? ?De manzana? ?De cereza? Sin duda algo habra que te apetezca. -Mientras hablaba, su sonrisa iba ensanchandose, mostrando demasiados dientes para ser la sonrisa de un afable posadero. Al mismo tiempo, sus ojos denotaban frialdad, dureza y enfado.
Cronista bajo la mirada.
– Pense que…
– ?Pensaste? -dijo Kote con desden, y dejo de fingir que sonreia-. Lo dudo mucho. Porque si lo hubieras hecho, habrias pensado -dijo arrancando esa palabra de un mordisco- en el peligro en que me ponias viniendo aqui.
Cronista se ruborizo.
– Me habian dicho que Kvothe no le tenia miedo a nada -dijo, muy acalorado.
El posadero se encogio de hombros.
– Solo los sacerdotes y los locos no le tienen miedo a nada, y yo nunca me he llevado muy bien con Dios.
Cronista fruncio el ceno, consciente de que le estaban tendiendo una trampa.
– Mira -dijo con calma-, tuve muchisimo cuidado. Solo Skarpi conoce mi intencion de venir aqui. No le hable de ti a nadie. De hecho, ni siquiera confiaba en encontrarte.
– Imaginate que alivio -dijo Kote con sarcasmo.
Cronista prosiguio, claramente desalentado:
– Sere el primero en admitir que venir aqui quiza haya sido un error. -Hizo una pausa, dandole a Kote la oportunidad de contradecirlo. Pero Kote no lo hizo. Cronista dio un pequeno y contenido suspiro y anadio-: Pero lo hecho, hecho esta. ?Ni siquiera te has planteado…?
Kote nego con la cabeza.
– Fue hace mucho tiempo…
– Menos de dos anos -objeto Cronista.
– … y ya no soy el que era -continuo Kote sin detenerse.
– Y ?quien eras, exactamente?
– Kvothe -contesto el posadero, negandose a dejarse arrastrar a dar mas explicaciones-. Ahora soy Kote. Regento esta posada. Eso significa que una cerveza cuesta tres ardites y que una habitacion individual se paga con cobre. -Empezo a limpiar la barra de nuevo, pasando el pano con impetu-. Como bien dices, «lo hecho, hecho esta». Las historias ya se ocuparan de si mismas.
– Pero…
Kote levanto la cabeza, y Cronista vio mas alla de la ira que destellaba en la superficie de sus ojos. Por un instante distinguio dolor debajo, un dolor crudo y sangrante, como una herida demasiado profunda para cicatrizar. Entonces Kote desvio la mirada, y solo quedo la ira.
– ?Que serias capaz de ofrecerme que valga el precio de mis recuerdos?
– Todos creen que estas muerto.
– No lo entiendes, ?verdad? -Kote sacudio la cabeza, entre divertido y exasperado-. De eso se trata. Cuando estas muerto, nadie te busca. Los viejos enemigos no intentan ajustar cuentas contigo. La gente no te busca para que le narres historias -concluyo con mordacidad.
Cronista no se rendia.
– Segun otros, eres un mito.
– Si, soy un mito -afirmo Kote con soltura, haciendo un gesto extravagante-. Un mito muy especial que se crea a si mismo. Las mejores mentiras sobre mi son las que yo mismo he contado.
– Dicen que nunca has existido -le corrigio Cronista con delicadeza.
Kote se encogio de hombros, y su sonrisa se apago un poco.
Cronista, al detectar un atisbo de debilidad, continuo:
– Algunas historias te retratan como poco mas que un asesino sorprendido in fraganti.
– Tambien soy eso. -Kote se dio la vuelta y se puso a limpiar el mostrador de detras de la barra. Volvio a encogerse de hombros, pero sin tanta indiferencia-. He matado a hombres y a seres que eran mas que hombres. Y todos se lo habian ganado.
Cronista sacudio lentamente la cabeza.
– Las historias te llaman «asesino», no «heroe». Kvothe el Arcano y Kvothe el Asesino de Reyes son dos personajes muy diferentes.
Kote dejo de limpiar el mostrador y se volvio hacia el escribano. Asintio sin levantar la cabeza.
– Algunos incluso dicen que hay un nuevo Chandrian. Un nuevo terror en la noche. Tiene el pelo tan rojo como la sangre que derrama.
– Las personas que importan saben ver la diferencia -replico Kote como si intentara convencerse a si mismo, pero lo dijo sin conviccion, con una voz cansada que denotaba desaliento.
Cronista dio una breve risotada.
– Claro. De momento. Pero tu, mas que nadie, tendrias que darte cuenta de lo delgada que es la linea que separa la verdad de una mentira convincente. La linea que separa la historia de un relato entretenido. -Cronista