hizo una pausa para que su interlocutor asimilara sus palabras-. Sabes cual de las dos cosas ganara con el tiempo.
Kote se quedo de cara a la pared de detras de la barra, con las manos apoyadas en el mostrador. Tenia la cabeza un poco agachada, como si soportara una pesada carga. No dijo nada.
Cronista, intuyendo la victoria, decidio ir un poco mas alla.
– Dicen que hubo una mujer…
– ?Que saben ellos? -dijo Kote con una voz cortante como una sierra-. ?Que saben ellos de lo que paso? - Hablaba en voz tan baja que Cronista tuvo que contener la respiracion para oirlo.
– Dicen que esa mujer… -De pronto, las palabras de Cronista se atascaron en su garganta reseca, y se produjo un silencio artificial en la habitacion. Kote estaba de espaldas, inmovil, y apretaba la mandibula. Su mano derecha, envuelta en un trapo blanco y limpio, se cerro lentamente formando un puno.
A unos dos palmos de distancia se rompio una botella. El olor a fresas lleno la taberna junto con el sonido de cristales rotos. Fue un ruido pequeno dentro de una quietud enorme, pero fue suficiente. Suficiente para romper el silencio en pequenas y afiladas esquirlas. Cronista se quedo helado al comprender, de pronto, lo peligroso que era el juego al que estaba jugando. «De modo que esa es la diferencia entre contar una historia y estar dentro de una historia -penso como atontado-: el miedo.»
Kote se dio la vuelta.
– ?Que saben ellos de esa mujer? -pregunto en voz baja. Al ver la cara de Kote, a Cronista se le corto la respiracion. La expresion placida del posadero era como una mascara destrozada. El semblante que habia debajo de esa mascara reflejaba una profunda angustia; sus ojos estaban en este mundo y en otro, recordando.
Cronista penso, sin proponerselo, en una historia que habia oido. Una de tantas. Era el relato de como Kvothe habia perseguido el deseo de su corazon. Tuvo que enganar a un demonio para conseguirlo. Pero una vez conseguido, tuvo que pelear con un angel para conservarlo. «Es cierto -penso Cronista-. Antes solo era una historia, pero ahora puedo creer en ella. Esta es la cara de un hombre que ha matado a un angel.»
– ?Que van a saber ellos de mi? -pregunto Kote con una ira sorda en la voz-. ?Que van a saber de nada de todo esto? -Hizo un breve pero energico ademan que parecia abarcarlo todo: la botella rota, la barra, el mundo entero.
Cronista trago saliva para aliviar la garganta reseca.
– Solo lo que les cuentan.
Tip, tip-tip, tip. El goteo del licor de la botella rota empezo a marcar una cadencia irregular en el suelo.
– ?Ahhh! -Kote dio un largo resoplido. Tip-tip, tip, tip-. Muy listo. Utilizarias mi mejor truco contra mi. Tomarias mi relato como rehen.
– Contaria la verdad.
– Solo la verdad podria romperme. ?Que hay mas duro que la verdad? -Sus labios dibujaron una sonrisa burlona y forzada. Durante unos instantes, solo el debil golpeteo de las gotas contra el suelo mantuvo el silencio a raya.
Entonces Kote salio por la puerta que habia detras de la barra. Cronista se quedo plantado, incomodo, en la habitacion vacia, sin saber si lo habian echado de alli o no.
Unos minutos mas tarde, Kote regreso con un cubo de agua jabonosa. Sin mirar a Cronista, empezo a lavar sus botellas con parsimonia. Una a una, Kote les limpio la base, que se habia manchado de licor de fresas, y fue poniendolas en la barra, entre Cronista y el, como si ellas pudieran defenderlo.
– De modo que saliste en busca de un mito y encontraste a un hombre -dijo con voz monotona, sin levantar la cabeza-. Has oido las historias y ahora quieres los hechos reales.
Cronista, muy aliviado, dejo su cartera en una de las mesas, sorprendido por el ligero temblor de sus manos.
– Oimos hablar de ti no hace mucho. Solo era un vago rumor. La verdad es que yo no esperaba… -Hizo una pausa; de pronto se sentia turbado-. Creia que serias mayor.
– Lo soy -replico Kote. Cronista lo miro, desconcertado, pero antes de que pudiera decir nada mas, el posadero continuo-: ?Que te trae a este miserable rincon del mundo?
– Una cita con el conde de Baedn-Bryt -contesto Cronista con cierto orgullo-. Dentro de tres dias, en Treya.
El posadero se quedo quieto, con una botella en la mano.
– ?Pretendes llegar a la mansion del conde en cuatro dias? -pregunto.
– Me he retrasado -admitio Cronista-. Me robaron el caballo cerca del vado de Abbott. -Miro por la ventana y contemplo el cielo, cada vez mas oscuro-. Pero estoy dispuesto a perder unas horas de sueno. Me marchare por la manana y te dejare tranquilo.
– Bueno, no querria que por mi culpa dejaras de dormir -dijo Kote con sarcasmo, y su mirada volvio a endurecerse-. Puedo resumirlo todo en una frase. -Carraspeo-. «Viaje, ame, perdi, confie y me traicionaron.» Escribelo y haz con ello lo que quieras.
– No te lo tomes asi -se apresuro a decir Cronista-. Si quieres, podemos dedicarle toda la noche. Y tambien unas horas de la manana.
– Que gracia -le espeto Kote-. ?Pretendes que te cuente mi historia en una noche? ?Sin tiempo para serenarme? ?Sin tiempo para prepararme? -Sus labios dibujaron una fina linea-. No. Ve a coquetear con tu conde. No quiero saber nada.
– Si estas seguro de que necesitaras… -dijo Cronista atropelladamente.
– Si. -Kote dejo una botella en la barra con un fuerte golpa-zo-. Creo estar seguro de que necesitare mas tiempo que el que tu me ofreces. Y esta noche no voy a darte ni un minuto. Una historia de verdad lleva tiempo prepararla.
Cronista fruncio el ceno, nervioso, y se paso las manos por el pelo.
– Podria dedicar todo el dia de manana a registrar tu historia… -Se interrumpio al ver que Kote sacudia la cabeza. Tras una pausa, volvio a empezar, casi como si hablara solo-: Si consigo un caballo en Baedn, puedo dedicarte todo el dia manana, gran parte de la noche y una parte del dia siguiente. -Se froto la frente-. Odio cabalgar de noche, pero…
– Necesitare tres dias -dijo Kote-. Estoy completamente seguro.
Cronista palidecio.
– Pero el conde…
Kote hizo un ademan de desden.
– Nadie necesita tres dias -dijo Cronista con firmeza-. He entrevistado a Oren Velciter. A Oren Velciter, nada menos. Tiene ochenta anos, pero es como si hubiera vivido doscientos. Quinientos, si contamos las mentiras. El fue a buscarme -anadio con un enfasis particular-. Solo tardo dos dias.
– Esta es mi oferta -se limito a replicar el posadero-. O lo hago bien, o no lo hago.
– ?Espera! -De pronto, el rostro de Cronista se ilumino-. Ya lo habia pensado -dijo sacudiendo la cabeza, avergonzado de su propio descuido-. Ire a visitar al conde y volvere aqui. Entonces podras tomarte todo el tiempo que quieras. Hasta podria traer a Skarpi.
Kote miro a Cronista con profundo desprecio.
– ?Que te hace pensar que seguire aqui cuando regreses? -pregunto, incredulo-. Y ademas, ?que te hace pensar que tienes la libertad de salir de aqui cuando se te antoje, sabiendo lo que sabes?
Cronista se quedo muy quieto.
– ?Me estas…? -Trago saliva y empezo otra vez-. ?Me estas diciendo que…?
– Tardare tres dias en contarte la historia -lo interrumpio Kote-. Empezare manana. Eso es lo que te estoy diciendo.
Cronista cerro los ojos y se paso una mano por la cara. El conde se pondria furioso, por supuesto. A saber lo que le costaria a Cronista volver a ganarse su simpatia. Sin embargo…
– Si es la unica manera, acepto.
– Me alegro. -El posadero se relajo y esbozo una sonrisa-. Pero dime, ?de verdad es tan inusual lo de los tres dias?
Cronista volvio a aparentar seriedad.
– Si, tres dias es bastante raro. Pero… -Su tono de voz ya no denotaba tanta altaneria-. Pero… -hizo un gesto para expresar lo inservibles que eran las palabras- eres Kvothe.