– Pero ?que puede hacer cuando alguno de esos caballeros se toma demasiadas confianzas con ella? ?O cuando se enfada porque ella le niega lo que el considera que le corresponde porque ha pagado por ello? ?Que recursos tiene ella? No tiene familia, ni amigos, ni estabilidad economica. No tiene alternativa. Lo unico que puede hacer es entregarse a el, a reganadientes… -Deoch adopto una expresion adusta-. O marcharse. Marcharse a toda prisa y buscar un clima mejor. No deberia sorprendernos que atraparla sea mas dificil que atrapar una hoja llevada por el viento.
Sacudio la cabeza mirando la mesa.
– No, no la envidio. Ni la juzgo. -Su diatriba parecia haberlo dejado cansado y un tanto avergonzado. No me miro cuando dijo-: Por eso yo la ayudaria, si ella me dejara. -Levanto la cabeza y compuso una apesadumbrada sonrisa-. Pero a ella no le gusta estar en deuda con nadie. No le gusta ni pizca. -Suspiro y vertio las ultimas gotas de la botella en los vasos.
– Me la has mostrado desde otra perspectiva -dije con sinceridad-. Me averguenzo de no haberlo visto yo mismo.
– Bueno, te llevo ventaja -repuso el-. Hace mas tiempo que la conozco.
– Aun asi, te lo agradezco -dije alzando mi vaso.
Deoch alzo el suyo.
– Por Dyanae -dijo-. La mas encantadora.
– Por Denna, fuente de delicias.
– Joven e indomable.
– Radiante y bella.
– Siempre buscada, siempre sola.
– Tan sabia y tan imprudente -dije yo-. Tan jovial y tan triste.
– Dioses de mis antepasados -repuso Deoch con solemnidad-, haced que siga siempre asi: inmutable e incomprensible, y libradla de todo mal.
Bebimos y dejamos nuestros vasos en la mesa.
– Dejame pagar otra botella -dije. Con eso iba a agotar el credito que tenia en la taberna, pero me estaba encarinando con Deoch, y la idea de no invitarlo a una ronda me mortificaba.
– Torrente, piedra y cielo -maldijo Deoch frotandose la cara-. Claro que no te dejo. Otra botella y estaremos en el rio cortandonos las venas antes de que se ponga el sol.
Le hice una sena a una camarera.
– No digas tonterias -repuse-. Nos pasaremos a algo menos lacrimogeno que el vino.
Cuando volvia a la Universidad, no me di cuenta de que me seguian. Quiza porque Denna ocupaba mi pensamiento y no dejaba sitio para nada mas. Quiza porque llevaba tanto tiempo viviendo de forma civilizada que los instintos que habia desarrollado en Tarbean empezaban a fallarme.
Seguramente, el aguardiente de mora tambien tuvo algo que ver. Deoch y yo habiamos pasado mucho rato hablando, y entre los dos nos habiamos bebido media botella. Yo me habia llevado el resto del aguardiente, porque sabia que a Simmon le gustaba mucho.
En fin, supongo que poco importa por que no me percate de su presencia. El resultado habria sido el mismo. Cuando iba por una zona escasamente iluminada de Newhall Lane, note que me golpeaban en la nuca con un objeto contundente. Me metieron, casi inconsciente, en un callejon cercano.
Solo quede aturdido un momento, pero cuando recobre el conocimiento, una gran mano me tapaba la boca.
– Muy bien, inutil -dijo el tipo enorme que estaba detras de mi-. Tengo un punal. Si te mueves, te lo clavo. Asi de facil. -Note que me hincaba algo en las costillas, bajo el brazo izquierdo-. Comprueba el rastreador -le dijo a su acompanante.
En la penumbra del callejon solo alcance a distinguir una alta silueta. El tipo agacho la cabeza y se miro la mano.
– No veo bien.
– Pues enciende una cerilla. Tenemos que asegurarnos.
Mi ansiedad empezo a transformarse en puro panico. Aquello no era un simple atraco en un callejon. Ni siquiera me habian buscado dinero en los bolsillos. Aquello era otra cosa.
– Sabemos que es el -dijo el alto, impaciente-. Acabemos con esto cuanto antes. Tengo frio.
– Y un cuerno. Compruebalo ahora que lo tenemos. Ya lo hemos perdido dos veces. No quiero cagarla otra vez, como en Anilin.
– Odio esto -dijo el alto mientras rebuscaba en sus bolsillos, supongo que buscando una cerilla.
– Eres imbecil -dijo el que estaba detras de mi-. Asi es mas limpio. Mas sencillo. Nada de confusas descripciones. Nada de nombres. No hay que preocuparse por los disfraces. Sigues la direccion que marca la aguja, encuentras al tipo y fuera.
El tono desapasionado de sus voces me aterrorizo. Esos hombres eran profesionales. Comprendi, con repentina certeza, que Ambrose habia tomado por fin medidas para asegurarse de que yo no volveria a molestarlo.
Trate de pensar e hice lo unico que se me ocurrio: solte la mediada botella de aguardiente. Se estrello al chocar contra los adoquines, y de pronto la noche se impregno de olor a moras.
– Genial -susurro el alto-. ?Por que no le dejas tocar una campana?
El que estaba detras de mi me sujeto con fuerza por el cuello y me zarandeo con violencia, solo una vez. Como harias con un cachorro travieso.
– No hagas tonterias -dijo con enojo.
Me quede quieto y sin ofrecer resistencia, confiando en que se calmara; entonces me concentre y murmure un vinculo contra la gruesa mano del tipo.
– Cojones -dijo-. Esto te pasa por pisar crista… ?Aaaah! -Dio un grito. El charco de aguardiente que habia en el suelo empezo a arder.
Aproveche ese momento de distraccion y me solte. Pero no fui lo bastante rapido. Mi agresor me hizo un corte en las costillas con el punal cuando me aparte de el y eche a correr por el callejon.
Pero mi huida duro poco. El callejon sin salida terminaba en una alta pared de ladrillo. No habia puertas, ni ventanas, ni nada detras de lo que esconderme ni que pudiera utilizar para trepar por la pared. Estaba acorralado.
Me volvi y vi a mis dos perseguidores cerrando la entrada del callejon. El mas corpulento pisaba el suelo con furia tratando de apagar las llamas de sus pantalones.
Yo tambien tenia la pierna izquierda en llamas, pero no le di importancia. Si no me daba prisa, una pequena quemadura seria un problema insignificante. Volvi a mirar alrededor, pero el callejon estaba vacio. Ni siquiera habia basura que pudiera utilizar como arma improvisada. Desesperado, busque en los bolsillos de mi capa con la esperanza de que se me ocurriera algo. Llevaba encima unos trozos de alambre de cobre, inutiles. Sal:
El tipo corpulento extinguio por fin las llamas, y los dos empezaron a avanzar despacio hacia mi. La luz del charco de aguardiente en llamas se reflejaba en la hoja de sus punales.
Segui buscando en mis innumerables bolsillos y encontre un bulto que no identifique. Entonces lo recorde: era el saquito de virutas de basalio que habia comprado para fabricar mi lampara simpatica.
El basalio es un metal ligero, plateado, muy util para ciertas aleaciones que necesitaba para construir mi lampara. Manet, un maestro muy esmerado, me habia descrito los peligros de todos los materiales que empleabamos. Si se calienta lo suficiente, el basalio arde con unas llamas intensas y blancas.
Abri rapidamente el saquito. El problema era que no sabia si lo conseguiria. La mecha de vela o el alcohol son faciles de encender. Solo necesitas una fuente concentrada de calor para que prendan. El basalio es diferente. Necesita mucho calor para prender; por eso no me preocupaba llevarlo en el bolsillo.
Los hombres se acercaron un poco mas, y lance el punado de virutas de basalio describiendo un amplio arco. Intente apuntarles a la cara, pero no abrigaba muchas esperanzas. Las virutas pesaban muy poco, y era como lanzar un punado de nieve suelta.
Lleve una mano hacia las llamas que todavia tenia en la pernera del pantalon. Fije mi Alar. El charco de