– Te he preguntado que distancia -le espeto la posadera-. ?Es mas largo que por el rio?
– Bastante mas. Por el camino hay unas veinticinco leguas. Y ademas es un camino malo, cuesta arriba.
?Cuerpo de Dios! ?Todavia habia gente que media las distancias en leguas? Segun donde hubiera crecido aquel tipo, una legua podia corresponder a entre tres y cinco kilometros. Mi padre siempre decia que en realidad la legua no era una unidad de medida, sino solo una forma que tenian los granjeros de expresar en cifras sus calculos aproximados.
Aun asi, ya sabia que Trebon estaba entre ochenta y ciento veinte kilometros al norte. Seguramente, lo mejor era esperar lo peor: al menos cien kilometros.
La mujer que estaba detras de la barra se volvio hacia mi.
– Ya lo has oido. Y ahora, ?te sirvo algo?
– Necesito un odre de agua, si lo tienes; y si no, una botella. Y algo de comida que no se estropee. Fiambre, queso, pan acimo…
– ?Manzanas? -sugirio ella-. Tengo unas Juanitas cogidas esta misma manana. Te iran bien para el viaje.
Asenti.
– Y cualquier otra cosa que tengas que sea barata y no se estropee.
– Con un drabin no llegaras muy lejos… -replico ella mirando la moneda. Vacie mi bolsa y me sorprendio ver que tenia cuatro drabines y un medio penique de cobre con los que no contaba. Podia considerarme rico.
La posadera cogio mi dinero y se fue a la cocina.
Me dolio encontrarme de nuevo en la indigencia, pero me contuve y repase mentalmente lo que llevaba en el macuto.
La posadera regreso con dos hogazas de pan acimo, una gruesa y dura salchicha que olia a ajo, un queso pequeno sellado con cera, una botella de agua, media docena de hermosas manzanas rojas y un saquito de zanahorias y patatas. Le di las gracias y me lo guarde todo en el macuto.
Cien kilometros. Si conseguia un buen caballo, podria llegar ese mismo dia. Pero los caballos buenos cuestan dinero…
Llame a la puerta de Devi y percibi un olor a grasa rancia. Me quede alli de pie durante un minuto, conteniendo el impulso de tamborilear, impaciente, con los dedos. No tenia ni idea de si Devi estaria levantada tan temprano, pero era un riesgo que tenia que correr.
Devi abrio la puerta y, al verme, sonrio.
– Que sorpresa tan agradable. -Abrio mas la puerta-. Pasa y sientate.
Le dedique mi mejor sonrisa.
– Devi, solo…
Fruncio el ceno.
– Pasa -insistio-. Nunca hablo de negocios en el rellano.
Entre, y ella cerro la puerta detras de mi.
– Sientate. A menos que prefieras tumbarte. -Juguetona, apunto con la cabeza hacia la enorme cama con dosel que habia en un rincon de la habitacion-. No te vas a creer la historia que me han contado esta manana - dijo con sorna.
Pese a la prisa que tenia, hice un esfuerzo para relajarme. A Devi no le gustaba que le metieran prisas; si lo intentaba, solo conseguiria que se enojara.
– ?Que te han contado?
Se sento a su lado de la mesa y entrelazo las manos.
– Por lo visto, anoche un par de rufianes intentaron robarle la bolsa a un joven estudiante. Pero resulto que se trababa de un autentico Taborlin en ciernes. Invoco al fuego y al rayo. Dejo ciego a uno, y al otro le propino tal golpe en la cabeza que todavia no ha despertado.
Me quede callado un momento mientras asimilaba la informacion. Hacia una hora, esa habria sido la mejor noticia que habria podido oir. Pero ya no era mas que una distraccion. Sin embargo, pese a la urgencia de mi otro encargo, no podia ignorar la ocasion de obtener informacion sobre esa crisis mas cercana.
– No pretendian solo robarme -dije.
Devi rio.
– ?Sabia que eras tu! No sabian nada sobre ese tipo, salvo que era pelirrojo. Pero yo tuve suficiente con ese detalle.
– ?Es verdad que deje ciego a uno? -pregunte-. ?Y que el otro sigue inconsciente?
– La verdad es que no lo se -admitio Devi-. Las noticias se extienden deprisa entre los miserables como yo, pero casi siempre son chismes.
Empece a trazar un nuevo plan.
– ?Te importaria extender tus propios chismorreos? -pregunte.
– Depende -contesto Devi con una sonrisa traviesa-. ?Es muy emocionante?
– Da mi nombre -dije-. Que se sepa quien era. Que se sepa que estoy completamente loco, y que matare a los proximos que vengan a buscarme. Los matare a ellos y a quienquiera que los haya contratado, a los intermediarios, a sus familias, a sus perros, a todos.
La expresion de deleite de Devi dejo paso a otra cercana al desagrado.
– Suena un poco macabro, ?no crees? Ya se que le tienes mucho apego a tu bolsa -me miro con picardia-, y yo tambien tengo interes en que asi sea. Pero no es…
– No eran ladrones -la interrumpi-. Los contrataron para que me mataran. -Devi me miro con escepticismo. Me levante un poco la camisa para ensenarle el vendaje-. Lo digo en serio. Si quieres te enseno el corte que me hizo uno de ellos antes de que huyera.
Devi fruncio el ceno, se levanto y vino al otro lado de la mesa.
– Esta bien. Ensenamelo.
Vacile, pero decidi que era mejor seguirle la corriente, porque todavia tenia otros favores que pedirle. Me quite la camisa y la deje encima de la mesa.
– Ese vendaje esta muy sucio -observo Devi, como si fuera una ofensa personal-. Quitatelo ahora mismo. - Fue hasta un armario que habia al fondo de la habitacion y volvio con un maletin negro de fisiologo y una palangana. Se lavo las manos y me examino el costado-. ?Ni siquiera te han dado puntos? -pregunto con incredulidad.
– He estado muy ocupado -dije-. Primero corriendo como un endemoniado, y luego escondiendome toda la noche.
Devi me ignoro y se puso a limpiarme la herida con una frialdad y una eficacia que delataban que habia estudiado en la Clinica.
– Es una herida irregular, pero poco profunda -dijo-. En algunos sitios ni siquiera ha atravesado toda la piel. -Se irguio y saco unas cuantas cosas del maletin-. Pero hay que coserla.
– Lo habria hecho yo mismo -dije-, pero…
– … pero eres un idiota y ni siquiera te has preocupado de limpiarte bien la herida -concluyo ella-. Si se te infecta, te estara bien empleado.
Termino de limpiarme el costado y se lavo las manos en la palangana.
– Quiero que sepas que si hago esto es porque siento debilidad por los chicos guapos, por los debiles mentales y por la gente que me debe dinero. Lo considero una proteccion de mi inversion.
– Si, senora. -Aspire entre los dientes cuando me aplico el antiseptico.
– Creia que no sangrabas -comento desapasionadamente-. Otra leyenda falsa.
– Por cierto. -Moviendome lo menos posible, alargue una mano, saque un libro de mi macuto y lo puse encima de la mesa-. Te he traido tu ejemplar de
– Sabia que te gustaria. -Hubo un momento de silencio cuando Devi empezo a coserme. Cuando volvio a hablar, apenas quedaba picardia en su voz-. ?Es verdad que a esos tipos los contrataron para matarte, Kvothe?
Asenti con la cabeza.
– Llevaban un rastreador y tenian pelos mios. Por eso sabian que era pelirrojo.