– Dios mio, si Kilvin se enterara, se pondria furioso. -Sacudio la cabeza-. ?Estas seguro de que no los contrataron solo para asustarte? ?Para darte una paliza y ensenarte a respetar a tus superiores? -Dejo de coserme y me miro a los ojos-. No habras cometido la estupidez de pedirle prestado dinero a Heffron y a sus chicos, ?verdad?

Negue con la cabeza.

– Solo hago negocios contigo, Devi -dije, sonriente-. De hecho, por eso he venido a verte.

– Y yo que pensaba que disfrutabas de mi compania -repuso ella reanudando su labor. Me parecio detectar un deje de irritacion en su voz-. Primero dejame que acabe esto.

Reflexione sobre lo que Devi habia dicho. El tipo alto habia dicho «acabemos con esto cuanto antes», pero eso podia significar muchas cosas.

– Quiza no quisieran matarme -admiti-. Pero el tipo llevaba un punal. Para darle una paliza a alguien no necesitas un punal.

Devi dio un bufido.

– Y yo no necesito sangre para que mis clientes paguen sus deudas. Pero ayuda, desde luego.

Segui cavilando mientras ella daba la ultima puntada y empezaba a aplicarme un vendaje limpio. Quiza solo querian darme una paliza. Quiza hubiera sido un mensaje anonimo de Ambrose instandome a respetar a mis superiores. Quiza fuera simplemente un intento de asustarme. Suspire, tratando de no moverme demasiado al hacerlo.

– Me gustaria creer que asi es, pero la verdad es que me cuesta. Creo que iban en serio. Eso es lo que me dice el instinto.

Devi adopto una expresion seria.

– En ese caso, hare correr un poco la voz -dijo-. No te aseguro que incluya eso de matarles los perros, pero pondre en circulacion algunos rumores para que la gente se lo piense dos veces antes de aceptar esa clase de trabajitos. -Rio entre dientes-. De hecho, despues de lo de anoche ya deben de estar pensandoselo dos veces. Ahora se lo pensaran tres veces.

– Te lo agradezco.

– A mi no me cuesta nada. -Se levanto y se sacudio las rodillas-. Un pequeno favor para ayudar a un amigo. -Se lavo las manos en la palangana y se las seco de cualquier manera en la camisa-. Cuentame -dijo sentandose a la mesa; de pronto adopto una actitud muy formal.

– Necesito dinero para un caballo rapido -dije.

– ?Te marchas de la ciudad? -Devi arqueo una rubia ceja-. Nunca habria dicho que huir fuera tu estilo.

– No huyo -aclare-. Pero necesito ir a un sitio. He de recorrer cien kilometros, y no quiero llegar mucho mas tarde del mediodia.

Devi abrio un poco mas los ojos.

– Un caballo capaz de eso te va a salir muy caro -dijo-. ?Por que no alquilas un caballo de posta y vas cogiendo caballos de refresco por el camino? Te saldria mas rapido y mas barato.

– Donde voy no hay casas de postas -dije-. Rio arriba, y luego a las montanas. Un pueblo pequeno llamado Trebon.

– De acuerdo -dijo ella-. ?Cuanto dinero necesitas?

– Necesito dinero para comprar un caballo rapido sin regatear. Y para pagar alojamiento, comida, quiza sobornos… Veinte talentos.

Devi solto una risotada; luego se controlo y se tapo la boca.

– No. Lo siento, pero no. Tengo debilidad por los jovenes encantadores como tu, es cierto, pero no estoy loca.

– Tengo mi laud -dije empujando el estuche con el pie-. Como garantia. Y todo lo que llevo aqui. -Puse el macuto encima de la mesa.

Devi inspiro hondo, como para rechazarme de plano, pero entonces se encogio de hombros y rebusco en el interior del macuto. Saco mi ejemplar de Retorica y logica, y a continuacion, mi lampara simpatica de mano.

– Vaya -dijo accionando la llave y dirigiendo la luz hacia la pared-. Esto es interesante.

Hice una mueca.

– Cualquier cosa menos eso -dije-. Le prometi a Kilvin que no se la dejaria tocar a nadie. Le di mi palabra.

Devi me miro con franqueza.

– ?Conoces la expresion «los mendigos no pueden elegir»?

– Le di mi palabra -repeti. Desenganche mi caramillo de plata de mi capa y lo deslice por la mesa hasta acercarlo a Retorica y logica-. Esto no es facil conseguirlo.

Devi miro el laud, el libro y el caramillo, e hizo una larga y lenta inspiracion.

– Ya veo que esto es importante para ti, Kvothe, pero los numeros no salen. No podrias devolverme tanto dinero. Ya te va a costar devolverme los cuatro talentos que me debes.

Eso me dolio, sobre todo porque sabia que era la verdad.

Devi cavilo un poco, y entonces sacudio la cabeza con vehemencia.

– No. Solo los intereses… En dos meses me deberias mas de treinta y cinco talentos.

– O algo con un valor equivalente -puntualice.

Devi me sonrio.

– ?Y que tienes tu que valga treinta y cinco talentos?

– Acceso al Archivo.

Devi se sento. La sonrisa un tanto condescendiente quedo congelada en su cara.

– Mientes.

Negue con la cabeza.

– Se que hay otra forma de entrar. Todavia no la he encontrado, pero la encontrare.

– Es todo muy hipotetico -dijo Devi con escepticismo. Pero en sus ojos brillaba algo que no era simple deseo. Era algo mas parecido al hambre, o a la lujuria. Era evidente que ansiaba tanto como yo poder entrar en el Archivo. Quiza incluso mas que yo.

– Es lo que puedo ofrecerte -dije-. Si puedo devolverte el dinero, te lo devolvere. Si no, cuando encuentre la forma de entrar en el Archivo, compartire esa informacion contigo.

Devi miro hacia el techo, como si calculara mentalmente sus posibilidades.

– Con estas cosas como garantia, y con la posibilidad de entrar en el Archivo, puedo prestarte doce talentos.

Me levante y me colgue el macuto del hombro.

– Lo siento, pero no he venido a regatear -dije-. Solo te informo de las condiciones del prestamo. -Compuse una sonrisa de disculpa-. Veinte talentos, o nada. Perdoname si no lo he dejado claro desde el principio.

71 Extrana atraccion

Tres minutos mas tarde, me dirigi hacia la puerta de las caballerizas mas cercanas. Un cealdico elegantemente vestido me sonrio al verme y vino a saludarme.

– Buenos dias, joven -dijo tendiendome la mano-. Me llamo Kaerva. ?En que puedo…?

– Necesito un caballo -dije estrechandole rapidamente la mano-. Sano, descansado y bien alimentado. Un caballo que aguante seis horas de duro viaje.

– Por supuesto, por supuesto -dijo Kaerva frotandose las manos y asintiendo-. Todo es posible con la ayuda de Dios. Sera un placer para mi…

– Escucheme -volvi a interrumpirlo-. Tengo prisa, asi que vamos a saltarnos los preliminares. Yo no fingire no estar interesado. Usted no me hara perder el tiempo con un desfile de jacos y jamelgos. Si dentro de diez minutos no he comprado un caballo, me marchare y lo comprare en otro sitio. -Lo mire a los ojos-. ?Lhinsatva?

El cealdico estaba perplejo.

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