Al final encontramos otro rio que atravesaba el camino. No tenia mas de un palmo de profundidad en la parte mas honda. El agua olia muy mal, y deduje que debia de haber una curtiduria rio arriba, o una refineria. No habia puente, y Keth-Selhan cruzo el rio despacio, posando los cascos con cuidado sobre el fondo rocoso. Me pregunte si le gustaria esa sensacion, como cuando metes los pies en el agua despues de un largo dia caminando.
El arroyo no nos retraso mucho, pero en la media hora siguiente tuvimos que cruzarlo tres veces, pues serpenteaba repetidamente atravesando el camino. No era mas que un pequeno inconveniente, porque por la parte mas honda solo tenia algo mas de un palmo de profundidad. Cada vez que lo cruzabamos, el agua apestaba mas a disolventes y acidos. Si no se trataba de una refineria, al menos debia de ser una mina. Sujete bien las riendas, preparado para tirar de ellas y levantarle la cabeza a Selhan si intentaba beber, pero mi caballo no era tan necio.
Tras una larga galopada, llegue a la cima de una colina, desde donde vi una encrucijada en el fondo de un pequeno valle cubierto de hierba. Bajo el poste indicador habia un calderero con un par de asnos, uno de ellos tan cargado de sacos y bultos que parecia a punto de volcar; el otro, sospechosamente libre de toda carga, estaba en el margen del camino de tierra, pastando, con un montoncito de bartulos amontonados a su lado.
El calderero estaba sentado en un pequeno taburete en el margen del camino, y parecia desanimado. Al verme bajar por la ladera de la colina, su rostro se ilumino.
Me acerque mas y lei el poste indicador. Trebon estaba al norte. Al sur estaba Temfalls. Frene el caballo. Tanto a Keth-Selhan como a mi nos vendria bien descansar un poco, y yo no tenia tanta prisa como para ser grosero con un calderero. Ni por asomo. Aunque solo fuera porque aquel tipo podria decirme cuanto faltaba para llegar a Trebon.
– ?Hola! -me saludo el mirandome y haciendo visera con una mano-. Se nota a la legua que eres un chico que quiere algo. -Era mayor, calvo y tenia un rostro redondeado y bonachon.
Rei.
– Quiero muchas cosas, calderero, pero dudo que lleves ninguna en tus sacos.
El tipo me miro con gesto obsequioso.
– Bueno, bueno, no estes tan seguro… -Se interrumpio y miro hacia abajo un momento, con aire pensativo. Cuando volvio a mirarme, su expresion seguia siendo amable, pero era mas seria que antes-. Escucha. Sere sincero contigo, hijo. Mi burri-ta se ha hecho dano en una pata con una piedra, y no puede llevar su carga. Estoy atrapado aqui hasta que encuentre algun tipo de ayuda.
– En otras circunstancias, nada me haria mas feliz que poder ayudarte, calderero -dije-. Pero necesito llegar a Trebon cuanto antes.
– Eso no te costara mucho. -Senalo hacia el norte, mas alla de la colina-. Estas a solo medio kilometro. Si el viento soplara del sur, olerias el humo.
Mire en la direccion que el senalaba y vi ascender humo de chimenea por detras de la colina. Senti una intensa oleada de alivio. Lo habia conseguido, y todavia no era ni la una de la tarde.
El calderero continuo:
– Necesito ir a los muelles de Evesdown. -Senalo hacia el este-. Tengo que embarcarme rio abajo, y no me gustaria perder el barco. -Miro mi caballo de forma harto elocuente-. Pero necesitaria otra bestia de carga para transportar mi mercancia…
Parecia que finalmente mi suerte habia cambiado. Selhan era un buen caballo, pero ahora que ya estaba en Trebon, se convertiria en una sangria constante de mis limitados recursos economicos.
Sin embargo, no conviene demostrar que te interesa vender.
– Este caballo es demasiado bueno para utilizarlo como bestia de carga -dije dandole unas palmaditas en el cuello a Keth-Selhan-. Es un khershaen pura sangre, y te aseguro que jamas he montado un caballo mejor.
El calderero lo miro de arriba abajo con escepticismo.
– Esta reventado, eso es lo que esta -dijo-. No aguantara ni medio kilometro mas.
Baje de mi montura y me tambalee un poco, porque se me doblaban las piernas.
– Deberias confiar mas en el, calderero. Me ha traido hasta aqui desde Imre, y hemos salido esta misma manana.
El calderero dio una risotada.
– No mientes del todo mal, hijo, pero tienes que aprender a parar. Si el cebo es demasiado grande, el pez no muerde el anzuelo.
No hizo falta que fingiera estar indignado.
– Lo siento, no me he presentado. -Le tendi una mano-. Me llamo Kvothe, soy artista itinerante y miembro del Edena Ruh.
Por muy desesperado que estuviera, jamas le mentiria a un calderero.
El tipo me estrecho la mano.
– Bueno -replico, un tanto sorprendido-, mis mas sinceras disculpas, a ti y a tu familia. No es habitual encontrar a un Ruh viajando solo. -Volvio a mirar mi caballo con ojo critico-. ?Dices que vienes de Imre? -Asenti-. ?Cuanto hay hasta alli? ?Noventa kilometros? Es un viaje muy largo… -Me miro con una sonrisa de complicidad-. ?Que tal tienes las piernas?
Hice una mueca.
– Digamos que me alegrare de volver a andar. Supongo que mi caballo aguantara otros veinte kilometros, pero no puedo decir lo mismo de mi.
El calderero volvio a mirar al caballo de arriba abajo y solto un hondo suspiro.
– Bueno, como ya te he dicho, me encuentro entre la espada y la pared. ?Cuanto pides por el?
– Bueno -dije yo-, Keth-Selhan es un khershaen pura sangre, y no podras negar que tiene un color precioso. Como veras, es completamente negro; no tiene ni un solo bigote blanco…
El calderero solto una carcajada.
– Retiro lo dicho. Eres un pesimo mentiroso.
– No le veo la gracia -replique con cierta aspereza.
El calderero me miro de forma extrana.
– Ni un solo bigote negro, desde luego. -Apunto con la barbilla mas alla de mi, hacia los cuartos traseros de Selhan-. Pero si ese caballo es completamente negro, yo soy Oren Velciter.
Me di la vuelta y vi que la pata trasera izquierda de Keth-Selhan tenia un calcetin blanco que le llegaba hasta la mitad del corvejon. Estupefacto, fui hasta el caballo y me agache para mirar. No era un blanco limpio, sino mas bien un gris destenido. Todavia olia un poco a las aguas del riachuelo que habiamos cruzado en la ultima parte de nuestro viaje: disolvente.
– ?El muy cabron! -exclame, incredulo-. ?Me ha vendido un caballo tenido!
– ?El nombre no te hizo sospechar? -me pregunto el calderero riendo-.
–
El calderero sacudio la cabeza.
– Tu siaru esta un poco oxidado. «La primera noche» seria
Recorde la reaccion del vendedor de caballos cuando escogi ese nombre. No me extranaba que el tipo se hubiera mostrado tan desconcertado. No me extranaba que hubiera rebajado el precio tan deprisa y sin rechistar. Debio de pensar que habia descubierto su secreto.
El calderero rio al ver mi expresion, y me dio unas palmadas en la espalda.
– No te atormentes, hijo. Eso pasa en las mejores familias. -Se dio la vuelta y empezo a revolver en sus fardos-. Creo que tengo una cosa que te gustara. Dejame proponerte un trueque. -Se volvio de nuevo hacia mi y me mostro un objeto negro y retorcido que parecia un trozo de madera arrastrado por el mar hasta la playa.
Lo cogi y lo examine. Era pesado y estaba frio.
– ?Un trozo de hierro basto? -pregunte-. ?Se te han terminado las habichuelas magicas?
El calderero cogio un alfiler con la otra mano. Lo sostuvo a medio palmo del trozo de hierro y entonces lo solto. En lugar de caerse, el alfiler salio despedido hacia un lado y se adhirio al trozo de hierro.
Di un grito ahogado de asombro.
– ?Una piedra iman? Nunca habia visto ninguna.
– Tecnicamente, es una piedra-Trebon -repuso el con indiferencia-, dado que nunca ha estado cerca de Iman.