Al oir la palabra «boda», el ceno del posadero se acentuo. Note como los dos hombres que estaban sentados un poco mas alla, a la barra, se esforzaban para no mirarme. Entonces era cierto. Habia pasado algo terrible.
Vi como el posadero alargaba una mano y posaba los dedos sobre la barra. Tarde un momento en percatarme de que estaba tocando la cabeza de hierro de un clavo que estaba hundido en la madera.
– Mal asunto -dijo de manera cortante-. No tengo nada que decir.
– Por favor -insisti confiriendole un tono preocupado a mi voz-. Estaba en Temfalls visitando a unos familiares cuando nos llego el rumor de que habia pasado algo. Estan todos muy ocupados recogiendo el ultimo trigo, y les prometi que vendria aqui y me enteraria de que habia pasado.
El posadero me miro de arriba abajo. A un curioso habria podido despacharlo, pero a mi no podia negarme el derecho a saber que le habia ocurrido a un miembro de mi familia.
– Arriba hay una persona que estuvo alli -dijo con aspereza-. No es de por aqui. Quiza sea el pariente que buscas.
?Un testigo! Fui a hacer otra pregunta, pero el posadero nego con la cabeza.
– Yo no se nada -dijo con firmeza-. Ni me importa. -Se dio la vuelta y de pronto se puso a manipular las espitas de sus barriles de cerveza-. Al final del pasillo, a la izquierda.
Cruce la estancia y empece a subir la escalera. Note que todo el mundo me miraba. Su silencio y el tono de voz del posadero daban a entender que esa persona que estaba en el piso de arriba no era una de tantas que habian estado alli, sino la unica. El unico superviviente.
Llegue al final del pasillo y llame a la puerta; primero con suavidad, luego con mas fuerza. Al final la abri despacio, para no sobresaltar a quien estuviera dentro.
Era una habitacion estrecha con una cama estrecha. Tumbada en la cama habia una mujer vestida y con un brazo vendado. Tenia la cabeza vuelta hacia la ventana, de modo que solo la vi de perfil.
Pero la reconoci al instante. Era Denna.
Debi de hacer algun ruido, porque se volvio y me miro. Abrio mucho los ojos y, por una vez, fue ella la que se quedo sin habla.
– Oi decir que habias tenido un problema -dije con desenvoltura-. Asi que pense que quiza podria ayudarte.
Abrio mas los ojos, y luego los entorno.
– Mientes -dijo componiendo una especie de sonrisa ironica.
– Cierto -admiti-. Pero es una mentira piadosa. -Entre en la habitacion y cerre la puerta sin hacer ruido-. Si lo hubiera sabido, habria venido.
– Cualquiera puede hacer el viaje despues de recibir la noticia -dijo ella con desden-. Hay que ser especial para presentarse cuando uno no sabe que hay un problema. -Se incorporo y bajo las piernas de la cama.
Al verla mas de cerca, me fije en que tenia un cardenal en la sien ademas del brazo vendado. Di un paso mas hacia ella.
– ?Te encuentras bien? -pregunte.
– No -contesto ella-. Pero podria estar muchisimo peor. -Se levanto despacio, como si no confiara mucho en poder tenerse en pie. Dio uno o dos pasos vacilantes y quedo mas o menos satisfecha-. Bueno. Puedo andar. Larguemonos de aqui.
72 Montumulo
Al salir de la habitacion, Denna torcio a la izquierda en lugar de a la derecha. Al principio crei que estaba desorientada, pero cuando llego a una escalera trasera vi que lo que estaba haciendo era tratar de salir de la posada sin pasar por la taberna. Encontro la puerta que daba al callejon, pero estaba cerrada con llave.
Asi que no tuvimos mas remedio que salir por la puerta principal. Nada mas entrar en la taberna, todas las miradas se clavaron en nosotros. Denna fue derecha a la puerta, moviendose con la lenta determinacion de una nube de tormenta.
Ya casi estabamos fuera cuando el posadero grito:
– ?Eh! ?Eh, tu!
Denna lo miro de refilon. Sus labios dibujaron una delgada linea y siguio caminando hacia la puerta como si no hubiera oido nada.
– Yo me encargo de el -dije en voz baja-. Esperame. Saldre enseguida.
Fui hasta donde estaba el posadero, con el ceno fruncido.
– Asi que pariente tuyo, ?eh? ?Ya tiene permiso del alguacil para marcharse? -me pregunto.
– Creia que no queria usted saber nada de todo esto -dije.
– No, no quiero saber nada. Pero ha utilizado una habitacion, y ha comido, y tuve que hacer venir al medico.
Lo mire con severidad.
– Si hay en este pueblo un medico que valga mas que medio penique, yo soy el rey del Vint.
– En total me he gastado medio talento -insistio-. Las vendas no las regalan, y traje a una mujer para que le hiciera compania hasta que despertara.
Yo dudaba mucho que se hubiera gastado tanto dinero, pero no queria tener problemas con el alguacil. De hecho, queria evitar cualquier retraso. Dadas las tendencias de Denna, temia que desapareciera como la niebla matutina si la perdia de vista mas de un minuto.
Saque cinco iotas de mi bolsa y las tire encima de la barra.
– Los buitres sacan provecho hasta de la peste -dije con mordacidad, y me marche.
Senti un alivio descomunal cuando vi a Denna esperandome fuera, apoyada en el poste de atar los caballos. Tenia los ojos cerrados y la cara vuelta hacia el sol. Dio un suspiro de satisfaccion y se volvio hacia el sonido de mis pasos.
– ?Tan mal te han tratado? -pregunte.
– Al principio fueron bastante amables -admitio Denna senalando la posada con el brazo vendado-. Pero habia una anciana que no dejaba de vigilarme. -Arrugo la frente y se aparto el largo y negro cabello, permitiendome ver claramente el cardenal que se extendia por su sien hasta la linea de crecimiento del pelo-. Te la puedes imaginar: una solterona con la cara llena de arrugas y con la boca como el culo de un gato.
Solte una carcajada; Denna sonrio, y fue como si el sol asomara por detras de una nube. Pero su rostro volvio a ensombrecerse cuando agrego:
– No paraba de mirarme de una forma extrana. Como si yo debiera haber tenido la decencia de morir con todos los demas. Como si todo esto fuera culpa mia.
Denna sacudio la cabeza.
– Pero ella era mejor que los viejos. ?El alguacil me puso una mano en la pierna! -Se estremecio-. Incluso vino el alcalde, muy compungido, como si yo le importara algo; pero se limito a acribillarme a preguntas: «?Que hacia usted alli?», «?Que paso?», «?Que vio?»…
El desden en la voz de Denna me hizo morderme la lengua.
Soy pregunton por naturaleza, y ademas, el unico objetivo de aquel precipitado viaje a las montanas era investigar que habia pasado.
Sin embargo, el tono de voz de Denna dejaba muy claro que no estaba de humor para someterse a mas interrogatorios. Me colgue bien el macuto, y entonces se me ocurrio una idea.
– Espera -dije-. Tus cosas. Te lo has dejado todo en la habitacion.
Denna vacilo un instante.
– Me parece que alli no habia nada mio -dijo como si hasta entonces no se le hubiera ocurrido pensarlo.
– ?Estas segura de que no quieres volver y comprobarlo?
Denna nego firmemente con la cabeza.
– No me gusta quedarme donde no soy bien recibida -dijo con naturalidad-. Todo lo demas lo resuelvo por el camino.
Denna empezo a andar por la calle, y yo la segui. Se metio por una estrecha callejuela orientada hacia el