y atras.

No habia cadaveres. Solo las profundas roderas que habian dejado las ruedas de los carros cuando habian ido a recogerlos.

– ?Cuanta gente habia en la boda? -pregunte.

– Veintiseis contando a los novios. -Denna le dio un puntapie a un madero carbonizado medio enterrado en la ceniza, cerca de los restos del granero-. Es una suerte que aqui suela llover por las noches, porque si no, toda esta ladera de la montana estaria ardiendo.

– ?Sabes si hay viejas enemistades por aqui? -pregunte-. ?Rivalidad entre familias? ?Otro pretendiente sediento de venganza?

– Pues claro -replico Denna-. En un pueblo tan pequeno como este, esas cosas son las que mantienen la estabilidad. La gente de estos sitios arrastra rencillas de cincuenta anos por lo que su Tom dijo sobre nuestro Kari. -Sacudio la cabeza-. Pero nada que justificara un asesinato. Era gente normal y corriente.

Normal y corriente, pero rica, pense mientras iba hacia el edificio principal de la granja. Era un tipo de casa que solo una familia acaudalada podia permitirse el lujo de construir. Los cimientos y las paredes de la planta baja eran de solida piedra gris. El piso superior era de yeso y madera, con refuerzos de piedra en las esquinas.

Aun asi, las paredes estaban combadas hacia dentro y a punto de derrumbarse. Las ventanas y la puerta eran meras oquedades bordeadas de hollin. Me asome por la puerta y vi que la piedra gris de las paredes estaba tiznada. Habia piezas de loza rota esparcidas por el chamuscado suelo de madera, entre los restos de los muebles.

– Si tus cosas estaban aqui dentro -le dije a Denna-, me temo que no quedara mucho de ellas. Podria entrar a mirar…

– No digas estupideces -repuso ella-. Esto esta a punto de venirse abajo. -Dio unos golpecitos con los nudillos en el marco de la puerta, que produjo un sonido hueco.

Ese ruido me extrano, y me acerque a mirar. Meti una una bajo la jamba y desprendi, con muy poco esfuerzo, una larga astilla del tamano de la palma de mi mano.

– Esto parece madera de deriva y no madera para construccion -observe-. Despues de haberse gastado tanto dinero, ?por que lo escatimarian en el marco de la puerta?

Denna se encogio de hombros.

– Quiza lo hizo el calor del incendio.

Asenti abstraido, y segui paseandome y mirando alrededor. Me agache para recoger un trozo de teja de madera chamuscado y murmure un vinculo. Note un breve escalofrio en los brazos, y una llama prendio en el extremo.

– Eso es algo que no se ve todos los dias -comento Denna. Lo dijo con calma, pero era una calma forzada, como si quisiera aparentar indiferencia.

Tarde un momento en comprender a que se referia. Una simpatia tan sencilla como aquella era algo tan habitual en la Universidad que ni siquiera se me habia ocurrido pensar que le pareceria a alguien que no estuviera familiarizado con ella.

– De vez en cuando tonteo con fuerzas oscuras que es mejor dejar en paz -dije alegremente sosteniendo la teja ardiendo-. ?El fuego de anoche era azul?

Denna asintio.

– Como una llamarada de gas de hulla. Como esas lamparas que tienen en Anilin.

La teja de madera ardia con unas llamas de color naranja completamente normales. No tenian ni rastro de azul, pero podia ser que el fuego de la noche anterior si hubiera sido azul. Solte el trozo de teja y lo pise con la bota.

Volvi a dar una vuelta alrededor de la casa. Habia algo que me inquietaba, pero no acertaba a identificarlo. Queria entrar a fisgar.

– Veo que el incendio no fue muy grave -le grite a Denna-. ?Que fue lo que dejaste dentro?

– ?Que no fue muy grave? -dijo ella, incredula, viniendo hacia mi-. ?Pero si ha quedado todo destrozado!

Senale con un dedo.

– El tejado no esta completamente quemado; solo lo esta la parte mas cercana a la chimenea. Eso quiere decir que probablemente el fuego no afecto mucho al piso de arriba. ?Que tenias aqui?

– Tenia algo de ropa y una lira que me habia regalado maese Fresno.

– ?Tocas la lira? -Eso me sorprendio-. ?De cuantas cuerdas?

– De siete. En realidad estoy aprendiendo a tocarla. -Solto una risita forzada-. Estaba aprendiendo. Se lo justo para tocar en una boda de pueblo.

– No pierdas el tiempo con la lira -le aconseje-. Es un instrumento arcaico y poco sutil. No lo digo para menospreciar tu eleccion -me apresure a puntualizar-. Lo digo porque tu voz merece un mejor acompanamiento que el de una lira. Si buscas un instrumento de cuerda pulsada que puedas transportar, te recomiendo un arpa pequena.

– Eres muy amable -dijo Denna-. Pero no la escogi yo, sino maese Fresno. La proxima vez le pedire que me compre un arpa. -Miro alrededor y dio un suspiro-. Si es que sigue vivo, claro.

Me asome por una de las ventanas, y me quede con un trozo del alfeizar en las manos al apoyarme en el.

– Esta madera tambien esta podrida -dije desmenuzandola con las manos.

– Exacto. -Denna me cogio por el brazo y me aparto de la ventana-. La casa esta a punto de caersete encima. No vale la pena entrar. Como tu mismo has dicho, solo es una lira.

Deje que Denna me apartara de la casa.

– El cadaver de tu mecenas podria estar en el piso de arriba.

Denna nego con la cabeza.

– No es la clase de persona que entra en un edificio en llamas y queda atrapado en el. -Me miro con severidad-. Ademas, ?que esperas encontrar ahi dentro?

– No lo se -admiti-. Pero si no entro, no se en que otro sitio voy a buscar pistas sobre lo que paso aqui.

– ?Que rumor fue ese que oiste, por cierto?

– No gran cosa -admiti recordando lo que habia dicho el barquero-. Que habian muerto varias personas en una boda. Que los habian encontrado a todos muertos y descuartizados como munecas de trapo. Y que habia fuego azul.

– No es verdad que estuvieran descuartizados -dijo Denna-. Segun contaban en el pueblo, los atacaron con punales y espadas.

Desde que habia llegado al pueblo, yo no habia visto a nadie que llevara siquiera un punal. Lo unico parecido a un arma eran las hoces y las guadanas de los campesinos que trabajaban en los campos. Volvi a contemplar la hundida granja; estaba convencido de que se me escapaba algo…

– Y ?que crees que paso? -me pregunto Denna.

– No lo se -respondi-. Imaginaba que quiza no encontraria nada. Ya sabes que los rumores siempre exageran. -Mire alrededor-. No me habria creido lo del fuego azul de no haber estado tu presente y de no habermelo confirmado.

– No fui la unica que lo vio -repuso ella-. La casa todavia ardia cuando vinieron a buscar los cadaveres y me encontraron.

Mire alrededor con fastidio. Seguia teniendo la impresion de que se me escapaba algun detalle, pero no habria sabido decir que era ni por todo el oro del mundo.

– ?Que piensan en el pueblo? -pregunte.

– Conmigo no estuvieron muy parlanchines -contesto ella con amargura-. Pero oi parte de una conversacion entre el alguacil y el alcalde. Hablaban de demonios. El fuego azul era una prueba incuestionable. Algunos hablaban de engendros. Supongo que el festival de la cosecha de este ano sera el mas tradicional de la historia de este pueblo. Habra muchas fogatas, sidra, munecos de paja…

Volvi a mirar alrededor: las ruinas del granero, un molino con tres aspas, y los restos chamuscados de una casa. Me pase ambas manos por el pelo, frustrado y convencido de que pasaba algo por alto. Yo esperaba encontrar… algo. Cualquier cosa.

Estaba alli plantado y comprendi lo delirante que era esa esperanza. ?Que esperaba encontrar? ?La huella de una pisada? ?Un trocito de tela de una capa? ?Una nota arrugada con una informacion de vital importancia? Esas

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