Schiem se levanto el deforme sombrero de la frente y asintio.

– Muxo gusto en conosceros, Dinnaeh. Nuncua en vida avie oida voz tan adorable -dijo, y volvio a calarse el sombrero. Como Denna seguia sin mirarlo, Schiem se volvio hacia mi.

– Buen rebano habeis alli -comente senalando los cerdos que merodeaban entre los arboles.

Schiem sacudio la cabeza, riendo.

– Vamos anda, rebano non es. Los borregos e las vacas en rebanos desfilan, mas los cochinos facen piaras.

– Non sabia… Amigo Schiem, ?uno desos lechones nos venderiais? Mi prima cormana e servidor non hemos tomado muesso desde la manana…

– Igual si -contesto el con cautela, y busco mi bolsa con la mirada.

– Si prepararlo pora nos quereis, cuatro iotas puedo darlas -dije, consciente de que le estaba ofreciendo un buen precio-. Mas si la merced dispensais de asentaros y compartir el conducho con nos.

Lo estaba tanteando. Las personas que tienen trabajos solitarios, como los pastores y los porqueros, o bien prefieren que los dejen en paz, o estan deseosos de conversar con alguien. Confiaba en que Schiem entrara en la segunda categoria. Necesitaba informacion sobre la boda, y en el pueblo no parecia que hubiera nadie dispuesto a hablar mucho.

Le sonrei y meti una mano en mi macuto, del que extraje la botella de aguardiente que le habia comprado al calderero.

– Un frasco de elixir he tambien aqui pora obrar de alino. Si nada teneis en contra de beber un buchito con forasteros a hora tan temprana…

Denna volvio a intervenir: levanto la vista justo en el momento en que Schiem la miraba, sonrio timidamente y volvio a agachar la cabeza.

– Bueeeno, mi madre criome commo debese -dijo el porquero con recato, y se llevo una mano al pecho-. Servidor non echase al gaznate mas que cuando sed ha o el aire bufa fresco. -Se quito el deforme sombrero con un gesto teatral y nos hizo una reverencia-. Buenos mozos semejais. Muxo gusto habre en almorzar con vos.

Schiem agarro un cochinillo y se lo llevo un poco mas alla; lo mato y lo preparo con un largo cuchillo que saco de su bolsa. Yo aparte las hojas del suelo y amontone unas piedras para improvisar un fuego.

Pasados unos minutos, Denna se me acerco con un monton de lena seca.

– Supongo que estamos engatusando a ese tipo para sonsacarle toda la informacion que podamos, ?no? -me pregunto en voz baja.

Asenti.

– Perdoname por lo de la prima timida, pero…

– No, si ha sido muy buena idea. No hablo bien el paleto, y seguro que se abrira mas a alguien que hable como el. -Miro de reojo y anadio-: Casi ha terminado. -Se fue hacia el rio.

Con disimulo, hice simpatia para encender el fuego mientras Denna improvisaba un par de pinchos de cocinar con unas ramas de sauce. Scheim volvio con el cochinillo preparado.

Mientras el cochinillo se asaba en el fuego, humeando y chorreando grasa, hice circular la botella de aguardiente. Fingi que bebia, pero solo inclinaba la botella y me mojaba los labios. Denna tambien bebio de la botella cuando se la pase, y poco despues se le colorearon las mejillas. Schiem fue fiel a su palabra, y como soplaba el viento, no tardo en ponersele la nariz bien roja.

Schiem y yo charlamos hasta que el cochinillo estuvo crujiente y chisporroteante por fuera. Cuanto mas lo escuchaba, mas se me pegaba el habla del porquero, y al poco rato ya no tenia que concentrarme tanto para imitarlo. Para cuando el cochinillo estuvo asado, lo hacia sin darme cuenta.

– Buena mano ha con la cuchilla -felicite a Schiem-. Mas dejame perplejo que despancijarais el lechoncete alli mesmo, a la vista de los cochinos.

Schiem sacudio la cabeza.

– Unos hideputas con mala idea son, los cochinos. -Senalo a una de las hembras, que se paseaba por el sitio donde acababa de matar el cochinillo-. ?Catais esa tarasca de alli? Andase tras las tripas de su mesmo lechon. Liestos son los cochinos, mas grand sentimiento non han, non.

Schiem decidio que el cochinillo ya estaba asado, saco una hogaza de pan y la dividio en tres partes.

– ?Borrego! -rezongo-. ?De que, borrego, si haber podemos buenos pedazos de panceta? -Se levanto y empezo a trinchar el cochinillo con su largo cuchillo-. ?Cual parte gustais de tastar, mi dama? -le pregunto a Denna.

– Preferencias no he -contesto ella-. Bien ira cualquier pedazo que hayais ai.

Me alegre de que Schiem no me estuviera mirando cuando Denna contesto. Su habla no era perfecta: fallaba un poco en las palabras agudas y no cerraba bien el «non», pero no lo hacia nada mal.

– Non seais timida, moza, pues menester non ha -dijo Schiem-. Carne de sobras habernos aca.

– Siempre agradome mas de detras, si molestia non causo -dijo Denna; se ruborizo y agacho la cabeza. Esa vez cerro mejor la negacion.

Schiem nos demostro su buena educacion evitando hacer algun comentario grosero mientras le ponia una gruesa y humeante tajada de carne encima del trozo de pan.

– Tiento con los dedos. Tiempo dadle pora que enfrie.

Nos pusimos a comer; luego Scheim nos sirvio por segunda vez, y luego por tercera. Al poco rato estabamos chupandonos la grasa de los dedos y sintiendonos llenos. Decidi poner manos a la obra. Si Scheim no estaba ya a punto para largar, tendria que rendirme.

– Me deja perplejo que los cochinos aca traigais, con las nuevas que recien ha habidas -dije.

– ?Cuales nuevas?

Todavia no se habia enterado de la masacre. Perfecto. Aunque no pudiera darme detalles de lo ocurrido en la granja de los Mau-then, eso significaba que estaria mas dispuesto a hablar de lo ocurrido antes de la boda. Aunque encontrara en el pueblo a alguien que no estuviera muerto de miedo, dudaba que encontrara a alguien dispuesto a hablar con sinceridad sobre los muertos.

– Problemas en la granja de Mauthen hubo, oi -dije limitandome a ofrecer una informacion tan vaga e inofensiva como pudiera.

Schiem dio una risotada y dijo:

– Vamos anda, ni miaja me extrana.

– ?Commo es eso?

Schiem escupio a un lado.

– Esos Mauthen un hatajo de hideputas son, e bien poco todavia les pasa. -Volvio a sacudir la cabeza-. Servidor non anda nuncua por cerca el Mont Tumulo, pues miaja del sentido comun que diome mi madre conservo. Mas, muxo mas del que Mauthen ha.

No fue hasta que oi a Schiem decir el nombre del lugar con su cerrado acento que lo entendi. Montumulo. Montumulo. Monte del Tumulo.

– Ni los cochinos a campear por alli lievaria, mas el cabronazo va e una casa se face. -Sacudio la cabeza como si no se explicara semejante ocurrencia.

– ?E los paisanos a evitarlo non probaron? -pregunto Denna.

El porquero hizo un ruido grosero.

– Non muy de atender es, ese Mauthen. Nada commo el dinero pora obrar de tapon de orejas.

– Ca, mas una casa es y punto -dije con desden-. ?Que mal puede facer?

– El omne una casa bonita e con vistas quiere pora la cria, bien esta todo eso -concedio Schiem-. Mas si uno los fundamientos vaciando esta, e con huesos e tales cosas trompieza, si non se atora, buenooo… tamana zoquetada es eso, bien seguro.

– ?Vamos anda? ?Eso fizo? -salto Denna, horrorizada.

Schiem asintio y se inclino hacia delante.

– E lo peor eso non es. El omne vaciando sigue, e va e trompe-za con pedrexones. ?Se atora? -Dio un bufido-. Non, echase a desoterrarlos, e busca mas pora facer la casa.

– Mas ?a que non dar buen uso pora los pedrexones? -pregunte.

Schiem me miro como si yo fuera imbecil.

– ?Faceriais una casa con pedrexones de tumulo? ?Desoterra-riais algo de un tumulo, e a vuestra cria lo

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