dariais de regalo de casamiento?
– Ah, mas ?con algo trompezo? ?Que seia? -Le pase la botella.
– Bueeeno, alli esta el grand secreto -dijo Schiem con amargura, y bebio otro sorbo de aguardiente-. Oyierede que Mauthen estaba vaciando los fundamientos de la casa, e sacaba pedrexones. E essora trompezose con una camara de pedrexon, menuda e fuertemente sellada. Mas face callar a todos de lo que de alli saca, pora dar una alegria a la moza en el casamiento.
– ?Un tesoro, non? -pregunte.
– Ca, dinero non seia. -Sacudio la cabeza-. Si dinero fuera, Mauthen la boca non podria haber cosida. Me da a mi que era alguna… -Abrio un poco la boca y la cerro, como si buscara la palabra adecuada-. ?Commo se dicen esas antiguallas que ponen en anaqueles los ricos omnes pora asombro de sus amigos?
Me encogi de hombros.
– ?Reliquias? -sugirio Denna.
Schiem se toco el puente de la nariz y luego senalo a Denna componiendo una sonrisa.
– Eso es. Una cosa lucidora pora envidia de los paisanos. Siempre aires se ha dado, ese Mauthen.
– ?Conque nadie sabia que seia? -pregunte.
Schiem asintio.
– Unos pocos, contados. Mauthen e su hermano, dos crios de los suyos, e no se si su mugier. Medio ano va de entonces a aca, con el grand secreto pora ellos e ni uno mas, todos inflados comino pontifixes.
Eso lo enfocaba todo desde otra perspectiva. Tenia que volver a la granja y buscar otra vez.
– ?A alguien habeis catado por aqui hoy? -pregunto Den-na-. A mi tio buscamos.
Schiem nego con la cabeza.
– El gusto non he habido, non.
– Pues bien preocupada me ha -insistio Denna.
– Una cosa por otra non os dire, fermosa -replico el porquero-. Si a solas anda por los bosques de aca, motivo habeis de preocuparos.
– ?Campan por aqui malas yentes? -pregunte.
– Non, non es lo que piensades -respondio-. Servidor non baja aca mas que de ano en ano, a la otonada. A cuenta sale si se trae de montanera a los cochinos, mas de un pelo. Cosas extranas suceden por estos bosques, a septentrion sobre todo. -Miro a Denna y luego se miro los pies; era evidente que no estaba seguro de si debia continuar.
Eso era exactamente la clase de comentario que yo queria oir, asi que, con la esperanza de provocarlo, hice un gesto de desden y dije:
– ?Con cuentos de viejas nos salis agora, Schiem?
Schiem fruncio el entrecejo.
– Dos noches ha, cuando alceme pora… -vacilo un momento y miro a Denna- un asuntillo atender, unas luces cate, alli, a septentrion. Una grand fogarada azul. Grande commo una fogata, mas salida de la nada. -Chasqueo los dedos-. Al segundo, desapareciose. Tres veces fue eso. Mal canguelo entrome.
– ?Dos noches ha? -La boda se habia celebrado la noche anterior.
– Dos dije, ?o non? Ese tiempo llevo bajandome para el sur. Ca, non quiero saber nada de lo que o quien face la fogarada azul de noche, alli arriba.
– Vamos anda, Schiem. ?Fogaradas azules?
– Non tengaisme por uno de esos Ruh embaucadores que cuentan estorias de miedo por unos peniques, mozo -dijo, enojado-. La vida entera la he vivido por estos montes. Todos saben que algo sucede en las penas fuert de septentrion. Non en balde los paisanos ni se aprestan por alli.
– ?Non habede granjas alli arriba? -pregunte.
– Non sacaras nada de las penas, si pedrexones no gustas de cosechar-contesto acaloradamente-. ?Que? ?Creeis que non se reconoscer una candela de una fogata? Azul era, assi os digo. Fogaradas bien grandes. -Hizo un gesto expansivo con los brazos-. Commo cuando echas elixir en la lumbre.
Lo deje y desvie la conversacion. Al poco rato, Scheim dio un hondo suspiro y se levanto.
– Bien pelado habran dejado los cochinos el sitio este. -Cogio su baston y lo sacudio para hacer sonar la esquila. Los cerdos, obedientes, aparecieron trotando desde diversas direcciones-. ?Ea, cochi! -les grito-. ?Cochi, cochi, cochi! ?Tirando!
Envolvi las sobras del cochinillo en un trozo de arpillera, y Denna hizo unos cuantos viajes con la botella de agua y apago el fuego. Para cuando terminamos, Schiem habia controlado a su piara. Era mas grande de lo que me habia parecido: habia mas de dos docenas de cerdas adultas, mas los lechones y el verraco de lomo hirsuto y gris. El porquero nos dijo adios con la mano, y sin decir nada mas echo a andar haciendo sonar la esquila de su baston; los cerdos lo seguian formando un grupo desmadejado.
– No has sido muy sutil que digamos -dijo Denna.
– He tenido que empujarlo un poco -me defendi-. A la gente supersticiosa no le gusta hablar de las cosas que teme. Estaba a punto de cerrarse en banda, y yo necesitaba saber que habia visto en el bosque.
– Yo habria sabido sonsacarselo. Se cazan mas moscas con miel que con vinagre, ?no lo sabias?
– Si, seguramente -admiti; me colgue el macuto del hombro y eche a andar-. Tenia entendido que no sabias hablar palurdo.
– Se me pegan facilmente las formas de hablar -replico Denna con un gesto de indiferencia-. Esas cosas las pillo bastante deprisa.
– Mal canguelo me ha dado al principio… -Me detuve y escupi al suelo-. ?Mierda! Me va a costar un ciclo entero librarme de ese acento. Es como tener un trozo de cartilago entre los dientes.
Denna observaba el paisaje con desaliento.
– Supongo que tendremos que volver a buscar a mi mecenas, a ver si asi encuentras alguna respuesta.
– Me temo que no servira de nada.
– Ya lo se, pero al menos tengo que intentarlo.
– No me referia a eso. Mira… -Senale el sitio donde los cerdos habian estado hozando entre la hojarasca en busca de algun suculento bocado-. Schiem los ha dejado corretear por todas partes. Aunque hubiera alguna pista, nunca la encontrariamos.
Denna aspiro hondo y solto el aire con un cansado suspiro.
– ?Queda algo en la botella? -pregunto con desanimo-. Todavia me duele la cabeza.
– Soy un idiota -dije mirando alrededor-. ?Por que no has mencionado antes que te dolia? -Fui hasta un pequeno abedul, corte varias tiras largas de corteza y se las lleve-. El interior de la corteza es un buen analgesico.
– Eres un chico muy apanado. -Pelo un poco de corteza con la una y se la metio en la boca. Arrugo la nariz-. Es amarga.
– Asi sabes que es una medicina -dije-. Si tuviera buen sabor, seria un caramelo.
– Si, es como la vida misma -replico ella-. Nos gustan las cosas dulces, pero necesitamos las amargas. - Sonrio al decirlo, pero solo con los labios-. Por cierto -anadio-, ?como voy a encontrar a mi mecenas? Acepto sugerencias.
– Se me ha ocurrido una idea -dije colgandome el macuto del hombro-. Pero primero hemos de regresar a la granja. Quiero volver a mirar una cosa.
Volvimos a la cima del monte del Tumulo, y comprendi de donde venia ese nombre. Habia unos monticulos extranos e irregulares, pese a que no se veian otras rocas por alli cerca. Ahora que sabia lo que buscaba, era imposible no fijarse en ellos.
– ?Que es eso que tanto te interesa? -me pregunto Denna-. Ten en cuenta que si intentas entrar en la casa, quiza me vea obligada a impedirtelo por la fuerza.
– Mira la casa -dije-. Y ahora mira ese risco que sobresale por encima de los arboles, detras del edificio. -Lo senale-. La piedra de por aqui es casi negra…
– … y las piedras de la casa son grises.
Asenti.
Denna me miraba con expectacion.
– Y eso, ?que significa exactamente? El porquero ya nos ha dicho que encontraron piedras de un tumulo.