lance al otro lado de la piedra. Espere un momento a que pasara una pierna por lo alto; me colgue el macuto del hombro y trepe por la enorme piedra.

Aunque quiza deberia decir que intente trepar por la enorme piedra. Estaba muy desgastada despues de tanto tiempo a la intemperie, y no habia ni un solo hueco al que asirse. Resbale hasta el suelo aranando en vano la lisa superficie del itinolito.

Pase al otro lado del arco, me subi a una de las piedras mas bajas y di un salto.

Me golpee contra la dura piedra con toda la parte frontal del cuerpo; me quede sin aire en los pulmones y me lastime una rodilla. Me sujete con ambas manos a lo alto del arco, pero no encontraba donde aferrarme…

Denna me agarro. Si esto fuera una balada heroica, os diria que me sujeto con firmeza una mano y que tiro de mi hasta ponerme a salvo. Pero la verdad es que me agarro por la camisa con una mano mientras, con la otra, me aferraba por el pelo. Tiro de mi con todas sus fuerzas e impidio que me cayera el tiempo suficiente para que encontrara donde asirme y trepara hasta lo alto de la roca.

Nos quedamos tumbados alli arriba, jadeando, y nos asomamos por el borde de la piedra. Abajo, en la cima de la colina, aquella debil silueta empezaba a acercarse al circulo de luz que proyectaba nuestra hoguera. Medio oculta entre las sombras, parecia mas grande que ningun animal que yo hubiera visto hasta entonces; era tan grande como un carromato cargado hasta arriba. Era negra, con un cuerpo inmenso que recordaba a un toro. Se acerco un poco mas; se movia de una forma extrana, arrastrandose, y no como un toro o un caballo. El viento avivo el fuego, y entonces vi que mantenia el grueso cuerpo pegado al suelo y que las patas sobresalian a los lados, como un lagarto.

Cuando se acerco un poco mas a la hoguera, fue imposible eludir la comparacion. Era un lagarto inmenso. No era largo como una serpiente, sino achaparrado, como un ladrillo; el cuello negro terminaba en una cabeza plana con forma de inmensa cuna.

Aquella cosa cubrio la distancia que habia entre la cima de la colina y nuestro fuego con una sola y espasmodica carrerilla. Volvio a grunir, y note que me vibraba el pecho. Siguio acercandose, y cuando paso al lado del otro itinolito que estaba tumbado en la hierba, comprendi que aquello no era ningun efecto optico. Era mas grande que el itinolito. Media dos metros de alto y cinco de largo. Era tan grande como un carro de caballos. Macizo como doce toros juntos.

Movio la gruesa cabeza hacia delante y hacia atras mientras abria y cerraba la boca, como si probara el aire.

Entonces hubo una gran llamarada azul. La luz me deslumhro, y oi gritar a Denna detras de mi. Agache la cabeza y note una intensa oleada de calor.

Me frote los ojos, volvi a mirar hacia abajo y vi que aquella cosa se acercaba mas al fuego. Era negra, con escamas e inmensa. Volvio a grunir de aquella forma atronadora; entonces meneo la cabeza y escupio otro gran chorro de llameante fuego azul.

Era un dragon.

75 Interludio: obediencia

En la posada Roca de Guia, Kvothe hizo una pausa, expectante. El momento se prolongo hasta que Cronista levanto la vista de la hoja.

– Os estoy brindando la oportunidad de decir algo -dijo Kvothe-. Algo como «?Eso es imposible!» o «?Los dragones no existen!».

Cronista limpio el plumin.

– A mi no me corresponde hacer comentarios sobre la historia -dijo con placidez-. Si dices que viste un dragon… -Se encogio de hombros.

Kvothe lo miro con gesto de profunda desilusion.

– ?Tu, el autor de Los ritos nupciales del draccus comun? ?Tu, Devan Lochees, el gran desenmascarador de patranas?

– Yo, Devan Lochees, quien accedio a no interrumpirte y a registrar esta historia sin cambiar una sola palabra. -Cronista dejo la pluma en la mesa y se masajeo la mano-. Porque esas eran las unicas condiciones bajo las que podria oir una historia que me interesaba mucho escuchar.

Kvothe lo miro desapasionadamente.

– ?Has oido alguna vez la expresion «rebelion blanca»?

– Si -afirmo Cronista esbozando una sonrisa.

– Yo si puedo decirlo, Reshi -intervino Bast alegremente-. Yo no he aceptado ninguna condicion.

Kvothe los miro a los dos y luego suspiro.

– Hay pocas cosas mas repugnantes que la obediencia ciega -dijo-. Os convendria a los dos recordarlo. -Le hizo una sena a Cronista para que volviera a coger la pluma-. Muy bien… Era un dragon.

76 Los ritos nupciales del draccus comun

– Es un dragon -susurro Denna-. Que Tehlu nos acoja y nos proteja. Es un dragon.

– No, no es un dragon -la contradije-. Los dragones no existen.

– ?Pero miralo! -insistio ella-. ?Esta ahi mismo! ?Mira a ese maldito dragon!

– Es un draccus.

– Es enorme -dijo Denna con un deje de histeria en la voz-. Es un maldito dragon enorme y va a subir aqui y se nos va a comer.

– No come carne -dije-. Es herbivoro. Es como una vaca inmensa.

Denna me miro y rompio a reir. No era una risa histerica, sino la risa impotente de alguien que ha oido algo tan gracioso que no puede contener la alegria. Se tapo la boca con las manos y empezo a sacudirse; lo unico que se oia eran los resoplidos ahogados que escapaban entre sus dedos.

Vimos otro fogonazo azul. Denna dejo de reirse, y luego aparto las manos de la boca. Me miro con los ojos como platos, y en voz baja y ligeramente temblorosa dijo:

– ?Muuu!

Habiamos pasado tan deprisa del panico al alivio que iba a costamos contener la risa floja. Asi que cuando Denna empezo a reir de nuevo, intentando sofocar las carcajadas con las manos, yo rei tambien, y la barriga me temblaba del esfuerzo para no hacer ruido. Nos tumbamos sobre la piedra, desternillandonos como dos ninos pequenos, mientras abajo, aquella gran bestia grunia y resoplaba alrededor de nuestro fuego, lanzando llamaradas de vez en cuando.

Al cabo de unos largos minutos, nos serenamos. Denna se enjugo las lagrimas de los ojos y dio un hondo y tembloroso suspiro. Se acerco mas a mi, hasta pegar el lado izquierdo de su cuerpo a mi lado derecho.

– Mira -dijo en voz baja mientras los dos mirabamos desde el borde de la piedra-. Ese bicho no puede ser herviboro. Es inmenso. No podria ingerir suficiente alimento. Y mira que boca tiene. Mira esos dientes.

– Exactamente. Son planos, no puntiagudos. Come arboles. Arboles enteros. Mira lo grande que es. ?Donde iba a encontrar suficiente carne? Tendria que comerse diez ciervos todos los dias. ?No podria sobrevivir!

Denna giro la cabeza y me miro.

– ?Como demonios sabes eso?

– Lo lei en la Universidad -conteste-. En un libro titulado Los ritos nupciales del draccus comun. Utiliza el fuego para llamar la atencion en la epoca de celo. Es como el plumaje de los pajaros.

– ?Insinuas que esa cosa de ahi abajo -busco a tientas las palabras; sus labios se movieron un momento sin articular ningun sonido- pretende tirarse a nuestra hoguera? -Por un instante crei que iba a romper a reir de nuevo, pero inspiro hondo y se sereno-. Pues yo no me lo pierdo, desde luego…

Notamos que la piedra sobre la que estabamos sentados se estremecia; la vibracion provenia del suelo. Al mismo tiempo, todo se oscurecio notablemente.

Miramos hacia abajo y vimos al draccus revolcandose en el fuego como un cerdo en un revolcadero. El suelo

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