Denna se sento en uno de los itinolitos tumbados y se puso a jugar con la piedra iman y un trozo de hebilla de hierro rota. Remende mi macuto y luego le cosi la correa, dandole varias puntadas de mas para que no se soltara.
Denna estaba muy entretenida con la piedra iman.
– ?Como funciona? -me pregunto mientras apartaba la hebilla y la soltaba una y otra vez-. ?De donde sale la fuerza?
– Es un tipo de fuerza galvanica -respondi, y entonces vacile-. Lo cual es una forma elegante de decir que no tengo ni la mas remota idea.
– A lo mejor solo atrae el hierro porque esta hecha de hierro -cavilo acercandole su anillo de plata sin que pasara nada-. Si alguien encontrara una piedra iman de laton, ?atraeria los objetos de laton?
– Quiza atrajera los objetos de cobre y de zinc -especule-. Porque es de lo que esta hecho el laton. -Le di la vuelta al macuto y empece a guardar mis cosas. Denna me devolvio la piedra iman y fue hacia los restos de la hoguera.
– Antes de marcharse se ha comido toda la madera -observo.
Me acerque a mirar. Alrededor de los restos de la hoguera, el suelo estaba revuelto en algunas zonas y quemado en otras. Parecia que le hubiera pasado por encima toda una legion de caballeria. Empuje un gran terron con la punta de la bota y me agache para recoger una cosa.
– Mira esto.
Denna se acerco y yo se lo mostre. Era una escama de draccus, negra y lisa, casi tan grande como la palma de mi mano y con forma de lagrima. En el centro tenia medio centimetro de grosor, mientras que los bordes eran mas delgados.
Se la tendi a Denna.
– Para ti, mi senora. Un recuerdo.
Ella la sopeso en la mano.
– Pesa -dijo-. Voy a buscar una para ti… -Se aparto para buscar entre los restos de la hoguera-. Me parece que se comio algunas piedras ademas de la madera. Anoche recogi mas de las que hay aqui para encender el fuego.
– Los lagartos comen piedras -explique-. Las necesitan para digerir la comida. Las piedras trituran el alimento en sus tripas. -Denna me miro con escepticismo-. Es verdad. Las gallinas tambien lo hacen.
Sacudio la cabeza y desvio la mirada mientras buscaba entre la tierra revuelta.
– Mira, al principio esperaba que convirtieras este encuentro en una cancion. Pero cuanto mas hablas de ese bicho… mas lo dudo. Vacas y gallinas. ?Donde esta tu sentido dramatico?
– No hace falta exagerar -replique-. Si no me equivoco, esa escama es casi todo hierro. ?Como puedo darle mayor dramatismo a eso?
Denna sostuvo la escama en alto y la examino con detenimiento.
– Lo dices en broma.
Sonrei.
– Las piedras de por aqui contienen mucho hierro. El draccus se come las piedras, y poco a poco se trituran en su molleja. El metal se va filtrando y se acumula en los huesos y en las escamas. -Cogi la escama y fui hacia uno de los itinolitos-. Todos los anos muda la piel, y luego se la come; de esa forma, conserva el hierro en el organismo. Pasados doscientos anos… -Golpee la escama contra la piedra, produciendo un ruido vibrante, entre el de una campana y el de una pieza de ceramica vidriada.
Le devolvi la escama a Denna.
– Seguramente, antes de que se desarrollara la mineria moderna, la gente los cazaba para obtener hierro. Creo que, incluso hoy en dia, cualquier alquimista pagaria un buen precio por las escamas o los huesos. El hierro organico es muy escaso. Probablemente podrian fabricar todo tipo de cosas con el.
Denna miro la escama que tenia en la mano.
– Me has convencido. Puedes escribir la cancion. -Entonces tuvo una idea-: Dejame ver la piedra iman.
La saque de mi macuto y se la di. Denna acerco la escama a la piedra iman, y ambas se juntaron produciendo aquel extrano ruido metalico. Denna sonrio; volvio junto a la hoguera y empezo a pasar la piedra iman por los restos, buscando mas escamas.
Mire hacia los riscos del norte.
– No me gusta dar malas noticias -dije apuntando hacia una debil mancha de humo que se alzaba entre los arboles-. Pero alli abajo hay algo que arde. Las estacas que clave ya no estan, pero creo que esa fue la direccion en que anoche vimos el fuego azul.
Denna seguia pasando la piedra iman por encima de los restos de la fogata.
– El draccus no pudo ser el responsable de lo que paso en la granja Mauthen. -Senalo la tierra y la hierba revueltas-. Alli no habia nada de todo esto.
– No estaba pensando en la granja -dije-. Estaba pensando en que cierto mecenas podria haber pasado la noche en el bosque con una pequena hoguera…
Denna me miro, consternada.
– Y el draccus lo vio.
– Yo no me preocuparia -me apresure a decir-. Si es tan listo como lo pintas, debio de buscar cobijo en alguna casa.
– Ensename una casa donde puedas cobijarte de ese bicho -dijo Denna con amargura, y me devolvio la piedra iman-. Vamos a echar un vistazo.
El sitio de donde ascendia la fina columna de humo estaba a pocos kilometros, pero tardamos mucho en llegar. Estabamos doloridos y cansados, y ninguno de los dos abrigaba grandes esperanzas respecto a lo que encontrariamos cuando llegaramos a nuestro destino.
Mientras caminabamos, compartimos mi ultima manzana y la mitad de lo que quedaba de la hogaza de pan acimo. Corte unos trozos de corteza de abedul, y Denna y yo la mordisqueamos y la masticamos. Al cabo de una hora aproximadamente, los musculos de mis piernas se relajaron lo suficiente para que ya no me resultara doloroso caminar.
A medida que nos acercabamos, cada vez nos costaba mas avanzar. Las suaves colinas dejaron paso a escarpados penascos y a empinadas laderas cubiertas de pedregal. Teniamos que trepar o dar largos rodeos, y a veces, retroceder para buscar otro camino.
Y tambien nos entretuvimos. Tropezamos con un zarzal que nos demoro casi una hora. Poco despues encontramos un riachuelo y paramos a beber, descansar y lavarnos. Una vez mas, mis esperanzas de que se produjera un flirteo de cuento quedaron frustradas por el hecho de que el riachuelo solo tenia unos quince centimetros de profundidad. No era lo ideal para darse un bano.
Llegamos al sitio de donde salia el humo a primera hora de la tarde, y lo que encontramos alli no tenia nada que ver con lo que esperabamos.
Era un valle aislado, encajonado entre los riscos. Lo llamo valle, pero en realidad era mas bien un gigantesco escalon entre las estribaciones montanosas. A un lado habia una alta pared de roca negra, y al otro, un hondo precipicio. Denna y yo intentamos entrar sin exito por dos sitios, y al final dimos con un camino. Afortunadamente, ese dia no hacia viento y el humo ascendia recto como una flecha hacia el cielo, azul y despejado. De no ser porque la columna de humo nos guiaba, seguramente nunca habriamos encontrado el sitio que buscabamos.
Aquello debia de haber sido un agradable bosquecillo, pero estaba destrozado, como si hubiera pasado un tornado. Los arboles estaban partidos, arrancados de raiz, calcinados y hechos pedazos. Habia enormes surcos por todas partes, como si un granjero gigante hubiera enloquecido mientras araba su campo.
Dos dias atras, no habria podido saber que habia causado semejante destruccion. Pero despues de lo que habia visto la noche pasada…
– ?No decias que eran inofensivos? -dijo Denna-. Pues esto lo ha arrasado.
Denna y yo empezamos a pasearnos entre los destrozos. El humo blanco salia del profundo hoyo que habia dejado un gran arce al caer. Del fuego solo quedaban unas pocas brasas que ardian lentamente en el fondo del hoyo, donde antes estaban las raices.
Eche unos terrones en el agujero con la punta de la bota.