furioso y rascaba la base de la pared.

Denna me lanzo una mirada expresiva.

– Inofensivo.

– No nos busca a nosotros -dije-. Ya lo has visto. Ya habia aranado esa pared mucho antes de que nosotros llegaramos aqui.

Denna se sento.

– ?Que es esto?

– Una especie de atalaya -respondi-. Desde aqui se ve todo el valle.

– Es obvio que es una atalaya -replico ella dando un suspiro-. Me refiero a este sitio.

Abri la caja de madera que estaba en el suelo. Dentro habia una basta manta de lana, un odre lleno de agua, un poco de cecina y una docena de flechas de ballesta condenadamente afiladas.

– No lo se -confese-. Quiza ese tipo fuera un fugitivo.

Dejaron de oirse ruidos. Denna y yo nos asomamos y contemplamos el devastado valle. Al final el draccus se aparto de la pared del risco. Caminaba despacio, y su inmenso cuerpo iba abriendo un surco irregular en el suelo.

– No se mueve tan deprisa como anoche -observe-. A lo mejor es verdad que esta enfermo.

– Quiza este cansado despues de un duro dia tratando de alcanzarnos y matarnos. -Me miro-. Sientate. Me estas poniendo nerviosa. Vamos a quedarnos un rato aqui.

Me sente, y vimos como el draccus avanzaba lenta y pesadamente hacia el centro del valle. Fue hasta un arbol de unos nueve metros de alto y lo derribo sin apenas esfuerzo.

Entonces empezo a comerselo, primero las hojas. Luego se puso a masticar las ramas del grosor de mi muneca con la misma facilidad con que una oveja arrancaria un punado de hierba. Cuando el tronco quedo por fin desnudo, supuse que el draccus tendria que parar. Pero mordio con su enorme boca, plana, un extremo del tronco y retorcio el inmenso cuello. El tronco se astillo y se partio, y el draccus se quedo con un trozo grande pero manejable que se trago casi entero.

Denna y yo aprovechamos la oportunidad para comer tambien un poco. Solo pan acimo, salchicha y el resto de las zanahorias. No me atrevi a tocar la comida de la caja, porque cabia la posibilidad que el tipo que vivia alli estuviera tirando a loco.

– De todas formas, me extrana que nunca lo haya visto nadie de por aqui -dijo Denna.

– Es probable que alguien lo haya visto desde lejos -conjeture-. El porquero dijo que todo el mundo sabia que en estos bosques habia algo peligroso. Deben de pensar que es un demonio o cualquier tonteria por el estilo.

Denna me miro con una sonrisa burlona en los labios.

– Vaya cosas dice el tipo que vino aqui buscando a los Chan-drian.

– Eso es diferente -proteste acalorado-. Yo no voy por ahi contando cuentos de hadas ni tocando hierro. He venido para averiguar la verdad. He venido para encontrar fuentes de informacion mas fiables que las historias que circulan por ahi.

– No pretendia ofenderte -se disculpo Denna, sorprendida. Volvio a mirar hacia abajo-. La verdad es que es un animal increible.

– Cuando lei ese libro sobre los draccus, no me crei lo del fuego -admiti-. Me parecio un poco rocambolesco.

– ?Mas rocambolesco que un lagarto del tamano de un carro?

– Eso solo es cuestion de tamano. Pero el fuego no es algo natural. ?Donde guarda ese fuego, por ejemplo? Es evidente que no arde dentro de el.

– ?Eso no lo explicaban en ese libro que leiste?

– El autor hacia algunas conjeturas, pero nada mas. No podia cazar un draccus para diseccionarlo.

– Claro -dijo Denna mientras observaba como el draccus derribaba sin esfuerzo otro arbol y empezaba a comerselo-. ?Con que clase de red o de jaula podria retenerlo?

– Pero tenia algunas teorias interesantes -prosegui-. Ya debes de saber que el estiercol de vaca desprende un gas inflamable, ?no?

Denna giro la cabeza y rio.

– No. ?En serio?

Asenti, sonriente.

– Los ninos de las granjas sueltan chispas sobre las cagadas de vaca recientes y las hacen arder. Por eso los granjeros han de tener mucho cuidado cuando almacenan el estiercol. El gas puede acumularse y explotar.

– Yo soy una chica de ciudad -dijo ella riendo-. Nosotros no jugabamos a esas cosas.

– Pues tu te lo perdiste. El autor sugeria que el draccus podria almacenar ese gas en una especie de vejiga. La cuestion esta en saber como enciende ese gas. El autor apunta una idea ingeniosa sobre el arsenico. Lo cual tiene sentido, desde la quimica. Si combinas arsenico y gas de hulla, explota. Asi es como se producen las luces de metano en los pantanos. Pero creo que eso no es del todo razonable. Si el draccus tuviera tanto arsenico en el cuerpo, se envenenaria.

– Aja -dijo Denna sin dejar de observar al draccus.

– Pero si te fijas, lo unico que necesita es una pequena chispa para inflamar el gas -continue-. Y existen muchos animales capaces de crear suficiente fuerza galvanica para crear una chispa. Las anguilas, por ejemplo, pueden generar la suficiente para matar a un hombre, y solo tienen medio metro de longitud. -Senale al draccus-. Seguro que un animal asi de grande puede generar la suficiente para producir una chispa.

Esperaba impresionar a Denna con mi ingeniosidad, pero ella parecia distraida con la escena de abajo.

– No me escuchas, ?verdad?

– No mucho -reconocio; se volvio hacia mi y me sonrio-. Mira, yo lo encuentro perfectamente logico. Come madera. La madera arde. ?Por que no iba a escupir fuego?

Mientras trataba de dar con una respuesta para eso, Denna apunto hacia el valle.

– Mira esos arboles de alli. ?Les ves algo raro?

– ?Aparte de que estan destrozados y medio comidos? -pregunte-. Pues no, no les veo nada raro.

– Mira como estan distribuidos. Es dificil verlo porque esta todo destrozado, pero parece como si crecieran en hileras. Como si los hubieran plantado.

Me fije bien y comprobe que gran parte de los arboles estaban dispuestos en hileras antes de que llegara el draccus. Una docena de hileras con una veintena de arboles cada una. De la mayoria ya solo quedaban tocones o agujeros vacios.

– ?Por que plantaria alguien arboles en medio de un bosque? -cavilo Denna-. Esto no es un huerto de arboles frutales. ?Has visto fruta por alguna parte?

Negue con la cabeza.

– Y esos arboles son los unicos que se ha comido el draccus -anadio-. Hay un gran claro en el centro. Los otros los derriba, pero esos los derriba y se los come. -Entorno los ojos-. ?Que arbol se esta comiendo ahora?

– Desde aqui no lo veo -dije-. ?Un arce? ?Sera goloso?

Miramos un poco mas, y entonces Denna se levanto.

– Bueno, lo importante es que ya no puede lanzarnos fuego. Vamos a ver que hay al final de esa grieta. Me parece que por alli se sale de aqui.

Bajamos por la escalerilla y avanzamos lentamente por el fondo de la pequena grieta, que se prolongaba unos seis metros mas antes de desembocar en un diminuto canon con altisimas paredes verticales por todos los lados.

No habia salida, pero era evidente que alguien lo utilizaba para algo. Habian arrancado las plantas, dejando un suelo de tierra apisonada. Habian excavado dos hoyos para hacer fuego, y encima de ellos, sobre unas plataformas de ladrillo, habia unos grandes cazos metalicos. Se parecian un poco a las cubas que usan los matarifes para derretir el sebo. Pero esos cazos eran anchos, planos y poco profundos, como moldes para preparar pasteles inmensos.

– ?Si! ?Es goloso! -dijo Denna riendo-. Ese tipo hacia caramelos de arce aqui. O jarabe.

Me acerque un poco mas. Habia cubos tirados por el suelo, unos cubos que podrian haber servido para transportar la savia de arce para luego hervirla. Abri la puerta de un diminuto y destartalado cobertizo y vi mas cubos, unas largas palas de madera para remover la.savia, raspadores para sacarla de los cazos…

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