Pero algo no encajaba. En el bosque habia muchisimos arces. No tenia sentido que los cultivaran. Y ?por que escoger un sitio tan apartado?
Quiza el tipo aquel estaba simplemente loco. Cogi uno de los raspadores y lo examine. El borde estaba manchado de negro, como si hubieran raspado brea con el…
– ?Puaj! -dijo Denna detras de mi-. Que amargo. Me parece que se le quemo.
Me volvi y vi a Denna de pie junto a uno de los hoyos. Habia arrancado un gran disco de materia pegajosa del fondo de uno de los cazos y le habia dado un mordisco. Era negro, y no del color ambar oscuro del caramelo de arce.
De pronto entendi que estaba pasando alli.
– ?No!
Denna me miro, sorprendida.
– No esta tan malo -dijo con la boca llena-. Tiene un sabor raro, pero no es desagradable.
Fui hacia ella, le di un manotazo y le tire el disco al suelo. Denna me miro con enojo.
– ?Escupe! -le ordene-. ?Rapido! ?Es veneno!
Su expresion paso del enojo al terror en una milesima de segundo. Abrio la boca y escupio el trozo de materia negra al suelo. Luego escupio una saliva espesa y negra. Le puse la botella de agua en las manos.
– Enjuagate la boca -dije-. Enjuagatela bien y escupe.
Denna cogio la botella, y entonces recorde que estaba vacia. Nos habiamos terminado el agua con la comida.
Eche a correr, tropezando por el estrecho sendero. Subi por la escalerilla a toda prisa, cogi el odre de agua y regrese al estrecho canon.
Denna estaba sentada en el suelo del canon, palida y con cara de susto. Le puse el odre en las manos, y ella bebio tan deprisa que se atraganto; entonces hizo unas arcadas y escupio.
Meti la mano en una de las hogueras, hundiendola en las cenizas hasta que encontre los carbones que todavia no se habian quemado. Saque un punado. Agite la mano para desprender las cenizas, y entonces se los puse en las manos a Denna.
– Comete esto -dije.
Denna me miro sin comprender.
– ?Cometelo! -Tendi la mano y la agite-. ?Si no masticas esto y te lo tragas, te dejare inconsciente de un punetazo y te lo metere yo mismo por la garganta! -Me puse unos cuantos carbones en la boca-. Mira, no pasa nada. Hazlo. -Suavice el tono de voz, suplicando en lugar de ordenar-. Confia en mi, Denna,
Cogio unos carbones y se los metio en la boca. Palida y con ojos llorosos, mastico un punado y bebio un sorbo de agua para tragarselos haciendo muecas.
– ?Maldita sea! Estan cosechando ofalo -dije-. Que idiota he sido de no darme cuenta antes.
Denna fue a decir algo, pero la corte:
– No hables. Sigue comiendo. Todo lo que puedas.
Asintio con solemnidad, con los ojos muy abiertos. Masticaba, hacia unas cuantas arcadas y se tragaba el carbon con otro sorbo de agua. Se comio una docena de bocados seguidos, y luego volvio a enjuagarse la boca.
– ?Que es el ofalo? -me pregunto con un hilo de voz.
– Una droga. Eso son arboles de denner. Lo que tenias en la boca era resina de denner. -Me sente a su lado. Me temblaban las manos. Las apoye, planas, sobre mis piernas para disimular el temblor.
Denna se quedo callada. Todo el mundo sabia que era la resina de denner. En Tarbean, los matarifes tenian que ir a recoger los rigidos cadaveres de los consumidores de denner que morian por sobredosis en los callejones y los portales del Puerto.
– ?Cuanta has tragado? -pregunte.
– Solo la estaba masticando, como si fuera tofe. -Volvio a palidecer-. Aun me queda una poca enganchada en los dientes.
Toque el odre de agua.
– Sigue enjuagandote.
Denna deslizo el agua de una mejilla a otra; luego la escupio y repitio la operacion. Intente calcular cuanta droga habria ingerido, pero habia demasiadas variables: no sabia cuanta habia tragado, ni si la resina estaba muy refinada, ni si los granjeros la habian filtrado o purificado.
Denna movio la boca, pasandose la lengua por los dientes.
– Vale. Ya estoy limpia.
Solte una risa forzada.
– Estas todo menos limpia -dije-. Tienes la boca negra. Pareces una cria que haya estado jugando en la carbonera.
– Mira quien habla -replico-. Tu pareces un deshollinador. -Alargo un brazo para tocarme un hombro, desnudo. Debia de haberme roto la camisa al rozarme contra la roca cuando sali corriendo a buscar el odre de agua. Denna esbozo una debil sonrisa que no alcanzo a sus ojos-. ?Por que me has hecho comer carbon?
– El carbon es como una esponja quimica -explique-. Absorbe las drogas y los venenos.
Denna se animo un poco.
– ?Todos?
Me plantee mentir, pero preferi no hacerlo.
– La mayoria. Te lo has comido muy deprisa. Absorbera gran parte de la resina que te has tragado.
– ?Cuanta?
– Mas de la mitad. Con suerte, un poco mas. ?Como te encuentras?
– Estoy asustada. Me tiembla todo. Pero aparte de eso, no noto nada. -Se removio, nerviosa, donde estaba sentada y puso la mano encima del pegajoso disco de resina de denner que se le habia caido de la mano. Lo alejo de si y se limpio la mano en los pantalones-. ?Cuanto tardaremos en saberlo?
– No se si estaba muy refinada -dije-. Si todavia estaba sin tratar, tu organismo tardara mas en procesarla. Y eso seria bueno, porque los efectos se extenderian durante un periodo de tiempo mas largo.
Le busque el pulso en el cuello. Lo tenia muy acelerado, lo cual no me indicaba nada. Yo tambien lo tenia muy rapido.
– Mira alli. -Senale con una mano y le examine los ojos. Sus pupilas tardaban un poco en reaccionar a la luz. Le puse una mano en la cabeza y, con el pretexto de levantarle un poco un parpado, le aprete el cardenal que tenia en la sien, con fuerza. Denna no pestaneo ni dio el mas leve indicio de que le hubiera hecho dano.
– Creia que eran imaginaciones mias -dijo Denna mirandome a los ojos-. Pero es verdad: tus ojos cambian de color. Normalmente son de color verde intenso, con un circulo dorado alrededor de la pupila…
– Los he heredado de mi madre -dije.
– Pero te he estado observando. Ayer, cuando se te rompio el mango de la bomba en la mano, se volvieron de un verde apagado, turbio. Y cuando el porquero hizo ese comentario sobre los Ruh, se oscurecieron un instante. Crei que solo era la luz, pero ahora veo que no.
– Me sorprende que te hayas fijado -dije-. La unica persona que lo ha mencionado alguna vez fue un viejo maestro que tuve. Y era arcanista, asi que su trabajo, en gran medida, consistia en fijarse en las cosas.
– Bueno, tambien es mi trabajo fijarme en tus cosas. -Ladeo un poco la cabeza-. Seguro que a la gente le llama la atencion tu cabello. Es tan brillante. Muy… llamativo. Y tienes una cara muy expresiva. Siempre la controlas; hasta controlas el comportamiento de tus ojos. Pero no el color. -Esbozo una sonrisa-. Ahora los tienes palidos. Como una helada verde. Debes de estar muy asustado.
– Debe de ser lujuria -dije con aspereza-. No pasa a menudo que una chica me deje acercarme tanto a ella.
– Me dices siempre unas mentiras maravillosas. -Denna desvio la mirada hacia sus manos-. ?Me voy a morir?
– No -conteste con firmeza-. Claro que no.
– ?Te importaria…? -Me miro y volvio a sonreir; tenia los ojos llorosos, pero las lagrimas no se desbordaban-. ?Te importaria decirmelo en voz alta?
– No te vas a morir -dije poniendome en pie-. Ven. Vamos a ver si nuestro amigo el lagarto se ha marchado ya.