El draccus volvio a erguirse y embistio el arbol. Yo lo observaba, convencido de que la rama rota le atravesaria el cuerpo; pero el puntiagudo trozo de dura madera apenas se le hundio un poco en el pecho antes de astillarse. El draccus se estrello contra el tronco, y aunque este no se partio, se rajo produciendo un ruido parecido a un rayo.

El draccus se dio la vuelta; salto, cayo y rodo sobre las piedras. Lanzo una gran llamarada y volvio a cargar contra el fracturado roble, golpeandolo con su enorme y plana cabeza con forma de cuna. Esa vez logro derribar el arbol, produciendo una explosion de tierra y piedras al arrancarse las raices del suelo.

Yo solo atinaba a pensar en lo inutil que seria tratar de hacerle dano a aquella criatura. Empleaba mas fuerza para revolcarse por el suelo de la que yo podia aspirar a reunir para enfrentarme a el.

– No vamos a poder matarlo -dije-. Seria como atacar una tormenta. ?Como vamos a hacerle dano?

– La llevamos hasta el borde de un precipicio -dijo Denna con toda naturalidad.

– ?La? ?Como sabes que es una hembra?

– ?Como sabes tu que es un macho? -replico ella, y sacudio la cabeza como si quisiera despejarse-. Da igual, no importa. Sabemos que le atrae el fuego. Encendemos fuego y prendemos una rama. -Apunto hacia unos arboles cuyas ramas colgaban por encima del precipicio-. Entonces, cuando corra hacia alli para apagarlo… -Hizo una pantomima con las manos de algo que cae.

– ?Crees que la caida acabaria con el? -pregunte con recelo.

– Bueno -dijo Denna-, cuando tiras a una hormiga de una mesa, no se hace dano, aunque para una hormiga eso debe de ser como caerse por un acantilado. Pero si tu o yo saltaramos desde un tejado, nos hariamos dano, porque pesamos mas. Por lo visto, cuanto mas grande eres, mas dano te haces. -Miro al draccus-. Y no se puede ser mucho mas grande que eso.

Denna tenia razon, por supuesto. Estaba hablando de la ley cuadrado-cubica, aunque ella no supiera como llamarlo.

– Al menos se lesionaria -continuo Denna-. Y entonces… no se, podriamos lanzarle piedras, o algo asi. -Me miro-. ?Que pasa? ?No te parece buena idea?

– No es muy heroico -dije con desden-. Esperaba algo con un poco mas de clase.

– Veras, es que me he dejado la armadura y el caballo en casa -repuso-. Lo que pasa es que estas disgustado porque a tu gran cerebro de universitario no se le ha ocurrido nada, y mi plan es brillante. -Senalo detras de nosotros, donde estaba el canon-. Podemos encender el fuego en uno de esos cazos de metal. Son anchos y poco profundos, y conservaran bien el calor. ?Habia cuerda en ese cobertizo?

– Pues… -Volvi a notar una opresion en el estomago-. No, me parece que no.

Denna me dio unas palmaditas en el brazo.

– No pongas esa cara. Cuando se marche, buscaremos entre los restos de la casa. Tiene que haber alguna cuerda. -Volvio a mirar al draccus-. Mira, yo la entiendo. A mi tambien me gustaria correr de un lado para otro y saltar sobre las cosas.

– Eso es la mania de que te hablaba -dije.

Al cabo de un cuarto de hora, el draccus abandono el valle. Entonces Denna y yo salimos de nuestro escondite; yo llevaba mi macuto y ella, el pesado saco de hule donde estaba toda la resina que habiamos encontrado, casi una fanega.

– Pasame la piedra iman -pidio Denna dejando el saco en el suelo. Se la di-. Encuentra cuerda. Yo voy a buscarte un regalo. -Se alejo a buen paso; su oscuro cabello ondulaba detras de ella.

Registre someramente la casa, haciendo todo lo posible para no respirar. Encontre un hacha, piezas de vajilla rotas, un barril de harina con gusanos, un colchon de paja mohosa, un rollo de cordel… pero ninguna cuerda.

Denna dio un grito de alegria desde los arboles, corrio hacia mi y me puso una escama negra en la mano. El sol la habia calentado; era un poco mas grande que la suya, pero tenia una forma mas ovalada.

– Muchas gracias, mi senora.

Ella, sonriente, hizo una reverencia.

– ?Y la cuerda?

Le mostre el rollo de basto cordel.

– Esto es lo mas parecido a una cuerda que he encontrado. Lo siento.

Denna fruncio el ceno un momento.

– Bueno. Te toca a ti pensar un plan. ?En la Universidad no te han ensenado ningun truco de magia extrano y maravilloso? ?Alguna de esas fuerzas oscuras que es mejor dejar en paz?

Le di vueltas a la escama con las manos y lo pense. Tenia cera, y esa escama podia ser un vinculo tan bueno como un pelo. Podia hacer un modelo del draccus, pero luego ?que? No creia que una escaldadura en la pata molestara mucho a una bestia que se tumbaba comodamente en un lecho de brasas.

Pero con un modelo podian hacerse cosas mas siniestras. Cosas que ningun buen arcanista debia plantearse. Cosas con agujas y cuchillos que podian dejar a un hombre sangrando aunque estuviera a kilometros de distancia. Verdaderas felonias.

Estudie la escama que tenia en la mano. Estaba compuesta principalmente de hierro, y por el centro era mas gruesa que la palma de mi mano. Aunque tuviera un modelo y un buen fuego de donde obtener la energia, dudaba que pudiera atravesar las escamas para herir al draccus.

Y lo peor era que, si lo intentaba, no sabria si habia funcionado. No podia sentarme tranquilamente junto al fuego, clavandole agujas a un muneco de cera, mientras a kilometros de alli un draccus drogado y enloquecido se revolcaba en los restos incendiados de la granja de una familia inocente.

– No -dije-. No se me ocurre ningun truco de magia.

– Podemos ir a decirle al alguacil que tiene que reclutar a una docena de hombres armados con ballestas para que vayan a matar a un dragon adicto, furioso y grande como una casa.

De pronto se me ocurrio.

– Envenenarlo -dije-. Tendremos que envenenarlo.

– ?Llevas encima un par de litros de arsenico? -me pregunto Denna con escepticismo-. ?Bastarian para matar a un bicho de ese tamano?

– Con arsenico no. -Le di un puntapie al saco de hule.

Denna miro hacia abajo.

– Ah -dijo, alicaida-. ?Y mi pony?

– Creo que tendras que prescindir de el. Pero aun nos quedara suficiente para comprarte un arpa. De hecho, creo que aun conseguiremos mas dinero vendiendo el cadaver del draccus. Las escamas deben de valer mucho. Y a los naturalistas de la Universidad les encantara…

– No hace falta que me convenzas -me corto Denna-. Se que es lo que tenemos que hacer. -Me miro y me sonrio-. Ademas, si matamos al dragon nos convertiremos en heroes. El dinero solo sera un beneficio anadido.

Me rei.

– Muy bien -dije-. Creo que deberiamos volver a la colina de los itinolitos y encender un fuego para atraerlo.

Denna me miro con desconcierto.

– ?Por que? Sabemos que va a volver aqui. ?Por que no acampamos aqui y lo esperamos?

Negue con la cabeza.

– Mira cuantos arboles de denner quedan.

Denna miro alrededor.

– ?Ya se los ha comido todos?

Asenti.

– Si lo matamos esta tarde, podremos volver a Trebon esta misma noche -argui-. Estoy harto de dormir a la intemperie. Quiero darme un bano, comer algo caliente y dormir en una cama de verdad.

– Mientes -repuso ella alegremente-. Estas mejorando, pero para mi eres transparente como un arroyo. -Me hinco un dedo en el pecho-. Dime la verdad.

– Quiero que vuelvas a Trebon -confese-. Por si has ingerido mas resina de la cuenta. No me fiaria de ningun medico que viva por aqui, pero seguramente tendran medicinas que yo puedo utilizar. Por si acaso.

– Mi heroe. -Denna sonrio-. Eres un cielo, pero me encuentro bien, de verdad.

Alargue un brazo y le di un fuerte capirotazo en la oreja.

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