Denna se llevo una mano a la oreja y puso cara de indignacion.

– ?Oh! -exclamo, desconcertada.

– No te ha dolido, ?verdad?

– No.

– Voy a decirte la verdad -dije poniendome serio-. Creo que no te va a pasar nada, pero no estoy seguro. No se que cantidad de esa cosa te has metido en el organismo. Dentro de una hora tendre una idea mas clara, pero si algo sale mal, me gustaria estar mas cerca de Trebon. Porque asi no tendre que llevarte tanto rato a cuestas. -La mire a los ojos-. Yo no juego con la vida de las personas que me importan.

Denna me escucho con expresion sombria. Entonces sus labios volvieron a dibujar una sonrisa.

– Me gustan tus varoniles bravatas -dijo-. Sigue un poco.

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79 Dulces palabras

Tardamos cerca de dos horas en volver a la colina de los itino-litos. Habriamos podido llegar antes, pero la mania de Den-na se estaba agravando, y toda esa energia de mas era un estorbo en lugar de una ayuda. Estaba muy distraida y se iba por donde le parecia en cuanto veia algo interesante.

Cruzamos el mismo arroyo que habiamos atravesado antes y, pese a que el agua solo nos cubria por los tobillos, Denna insistio en darse un bano. Yo me lave un poco; luego me aparte y la oi cantar varias canciones bastante subidas de tono. Tambien me hizo varias invitaciones, no muy sutiles precisamente, para que fuera a banarme con ella.

Me mantuve a distancia, por descontado. Los hombres que se aprovechan de una mujer cuando esta no esta en pleno uso de sus facultades tienen nombres, y ninguno de esos nombres se me podra aplicar jamas a mi con justicia.

Cuando llegamos a la cima de la colina de los itinolitos, decidi emplear el exceso de energia de Denna y la mande a recoger lena mientras yo hacia un hoyo para el fuego, mas grande que el anterior. Cuanto mas grande fuera la hoguera, mas deprisa atraeria al draccus.

Me sente junto al saco de hule y lo abri. La resina desprendia un olor a tierra, a dulce y humeante mantillo.

Denna volvio a la cima y dejo caer un monton de lena.

– ?Cuanta resina piensas utilizar? -me pregunto.

– Todavia no lo se -dije-. Voy a tener que hacer muchos calculos.

– Dasela toda -propuso Denna-. Mas vale prevenir que curar.

Negue con la cabeza.

– No hay motivo para darsela toda. Eso seria un despilfarro. Ademas, la resina, si esta bien refinada, es un potente analgesico. La gente necesita medicinas…

– … y tu necesitas el dinero.

– Si -admiti-. Pero pensaba mas en tu arpa, de verdad. Perdiste tu lira en ese incendio. Se muy bien lo que significa quedarse sin instrumento.

– ?Has oido alguna vez la historia del nino de las flechas de oro? -me pregunto-. Cuando era pequena, esa historia me intrigaba mucho. Si le lanzas a alguien una flecha de oro, debes de estar desesperado por matarlo. ?Por que no quedarte el oro y marcharte a casa?

– Si, es un planteamiento interesante -dije mirando el saco. Suponia que por esa cantidad de resina de denner nos pagarian al menos cincuenta talentos en cualquier botica. Quiza cien, segun lo refinada que estuviera.

Denna se encogio de hombros y volvio hacia los arboles para recoger mas lena, y yo empece a hacer los complicados calculos de cuanto denner necesitaria para envenenar a un lagarto de cinco toneladas.

Fue una pesadilla de conjeturas bien fundamentadas, complicada por el hecho de que no podia hacer mediciones precisas. Empece con una gota del tamano de la ultima falange de mi dedo menique, que era la cantidad de resina que calculaba que Denna se habia tragado. Sin embargo, Denna habia ingerido mucho carbon inmediatamente despues, lo cual reducia esa cantidad a la mitad. Me quede con una bolita de resina negra un poco mas grande que un guisante.

Pero esa era solo la cantidad de resina necesaria para que una chica se sintiera energica y euforica. Yo queria matar al draccus.

Triplique la dosis, y luego volvi a triplicarla para asegurarme. El resultado final fue una bola del tamano de una uva grande.

Calcule que el draccus debia de pesar cinco toneladas, y que Denna debia de pesar entre cincuenta y sesenta kilos. Cincuenta, para estar seguros. Eso significaba que necesitaba cien veces la dosis del tamano de una uva para matar al draccus. Amase diez bolitas del tamano de una uva, y luego las junte. La bola que obtuve tenia el tamano de un albaricoque. Hice nueve bolas mas del tamano de un albaricoque, y las meti en el cubo de madera que nos habiamos llevado de la plantacion de denner.

Denna solto otro monton de lena y miro en el cubo.

– ?Solo eso? -pregunto-. No parece mucho.

Tenia razon. No parecia mucho comparado con el tamano del draccus. Le explique como habia hecho los calculos, y ella asintio.

– Supongo que no esta mal. Pero no olvides que lleva casi un mes comiendo arboles. Debe de haber desarrollado tolerancia.

Asenti y anadi en el cubo cinco bolas mas del tamano de alba-ricoques.

– Y quiza sea mas fuerte de lo que crees. La resina podria afectar de forma diferente a los lagartos.

Volvi a asentir y anadi cinco bolas mas. Luego, tras pensarlo un momento, anadi otra.

– Con esta son veintiuna -explique-. Es un buen numero. Tres sietes.

– Si la suerte nos favorece, mucho mejor -coincidio Denna.

– Ademas queremos que muera deprisa -anadi-. Sera mas conveniente para el draccus, y mas seguro para nosotros.

Denna me miro.

– Entonces, ?la doblamos?

Asenti, y Denna volvio al bosque mientras yo amasaba otras veintiuna bolas y las metia en el cubo. Regreso con mas madera cuando yo estaba amasando la ultima bola de resina.

Aprete la resina contra el fondo del cubo.

– Creo que con esto bastara -dije-. Con tanto ofalo se podria matar dos veces a toda la poblacion de Trebon.

Denna y yo miramos en el cubo. Contenia una tercera parte de toda la resina que habiamos encontrado. Con la que quedaba en el saco de hule habia suficiente para comprarle un arpa a Denna y para saldar mi deuda con Devi, y aun sobraria bastante para que vivieramos comodamente durante meses. Pense en comprarme ropa nueva, unas cuerdas nuevas para mi laud, una botella de vino de frutas de Aven…

Me imagine al draccus destrozando arboles como si fueran gavillas de trigo, aplastandolos sin esfuerzo.

– Deberiamos doblarlo otra vez -sugirio Denna, como si me hubiera leido el pensamiento-. Para estar seguros.

Volvi a doblar la cantidad, amasando otras cuarenta y dos bolas de resina mientras Denna recogia montones y montones de lena.

Encendi el fuego en el preciso momento en que empezaba a llover. Hicimos una hoguera mas grande que la anterior, con la esperanza de que un fuego mas luminoso atrajera mas deprisa al draccus. Queria llevar a Denna a Trebon cuanto antes.

Por ultimo, improvise una escalerilla con el hacha y el cordel que habia encontrado. Era muy fea, pero resistente, y la apoye contra uno de los lados del arco formado por los itinolitos. La proxima vez Denna y yo tendriamos una buena ruta de escape.

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