vez en cuando. Se que puedo considerarme afortunada por eso, por tenerte aunque solo sea un poco.
Asenti con la cabeza mientras recorria la cima de la colina con la mirada por si veia alguna senal del draccus. Estuvimos sentados un rato mas, contemplando la oscuridad. Denna cabeceo un poco; entonces volvio a enderezarse y combatio otro violento estremecimiento.
– Ya se que no piensas en mi…
A la gente que delira es mejor seguirles la corriente para que no se pongan violentos.
– Pienso en ti continuamente, Denna.
– No me trates con condescendencia -replico ella con enojo, y luego su tono volvio a suavizarse-. No piensas en mi como yo en ti. No me importa. Pero si tambien tienes frio, podrias acercarte y rodearme con los brazos. Solo un poco.
Con un nudo en la garganta, me acerque, me sente a su lado y la abrace.
– Que bien -dijo ella, mas relajada-. Es como si hasta ahora siempre hubiera tenido frio.
Nos quedamos sentados mirando hacia el norte. Denna se apoyo en mi; era delicioso tenerla en mis brazos. Yo respiraba superficialmente para no molestarla.
Se estremecio un poco y murmuro:
– Eres tan amable. Nunca me presionas… -Volvio a interrumpirse y se dejo caer un poco mas sobre mi pecho. Entonces se animo-. Podrias presionarme, ?no? Un poco.
Me quede alli sentado, a oscuras, sujetando su cuerpo dormido. Denna era suave y tibia, indescriptiblemente preciosa. Yo nunca habia abrazado a una mujer. Tras unos momentos, empezo a dolerme la espalda, que tenia que soportar mi peso y el suyo. Se me durmio una pierna. El cabello de Denna me hacia cosquillas en la nariz. Sin embargo, no me movi por temor a estropear aquel momento, el mas maravilloso de mi vida.
Denna se movio en suenos; entonces empezo a resbalar hacia un lado y desperto sobresaltada.
– Tumbate -me dijo. Su voz volvia a ser la de siempre. Empezo a mover la manta, tirando de ella para que no se interpusiera entre nosotros dos-. Ven. Tu tambien debes de tener frio. No eres sacerdote, asi que nadie te va a reprender por ello. Estaremos bien. Solo para protegernos del frio.
La abrace y ella nos cubrio a los dos con la manta.
Nos tumbamos de lado, como dos cucharas en un cajon. Le puse un brazo bajo la cabeza, a modo de almohada. Ella se enrosco ajustandose a la parte delantera de mi cuerpo con asombrosa facilidad, como si estuviera hecha para encajar en mi.
Alli tumbado, comprendi que antes me habia equivocado: ese era el momento mas maravilloso de mi vida.
Denna se movio un poco, aun dormida.
– Ya se que no lo decias en serio -dijo con claridad.
– ?Que era lo que no decia en serio? -pregunte en voz baja. Su voz habia cambiado; ya no era una voz sonolienta y cansada. Me pregunte si estaria hablando en suenos.
– Antes. Has dicho que me dejarias inconsciente de un punetazo y que me obligarias a tragarme los carbones. Tu nunca me pegarias. -Giro un poco la cabeza-. ?Verdad que no? Ni siquiera por mi propio bien.
Senti que me recorria un escalofrio.
– ?Que quieres decir?
Hubo una larga pausa, y cuando empezaba a pensar que se habia quedado dormida, Denna anadio:
– No te lo he contado todo. Se que Fresno no murio en la granja. Cuando iba hacia el fuego, el me encontro. Vino y me dijo que todos habian muerto. Dijo que la gente sospecharia si yo era la unica superviviente…
Senti una intensa rabia. Sabia lo que venia a continuacion, pero deje hablar a Denna. No queria oirlo, pero sabia que ella necesitaba contarselo a alguien.
– No lo hizo por las buenas -puntualizo-. Se aseguro de que yo estaba de acuerdo. Yo sabia que si me lastimaba yo misma no pareceria convincente. El se aseguro de que yo estaba de acuerdo. Me hizo pedirle que me pegara. Solo para estar seguro.
»Y tenia razon. -Mientras hablaba estaba completamente inmovil-. Incluso asi, en el pueblo pensaron que yo habia tenido algo que ver con la matanza. Si el no hubiera hecho lo que hizo, ahora quiza estuviera en la carcel. Quiza me hubieran ahorcado.
Se me revolvio el estomago.
– Denna -dije-, un hombre capaz de hacerte eso no merece que le dediques tu tiempo. Ni un solo minuto de tu tiempo. No se trata de que sea solo media hogaza. Se trata de que esta podrido. Tu te mereces algo mejor.
– ?Quien sabe lo que me merezco? El no es mi mejor hogaza. Es mi unica hogaza. O el, o el hambre.
– Tienes otras salidas -dije, y entonces me atasque, porque me acorde de mi conversacion con Deoch-. Tienes… tienes…
– Te tengo a ti -dijo ella, adormilada. Distingui una debil sonrisa en su voz, como la de un nino arropado en la cama-. ?Seras mi Principe Azul y me protegeras de los cerdos? ?Y me cantaras canciones? ?Me subiras a toda prisa a los arboles…? -No termino la frase.
– Si, lo hare -conteste, pero me di cuenta, por el peso de su cuerpo contra mi brazo, de que por fin se habia quedado dormida.
80 Tocar hierro
Estaba despierto, tumbado, y notaba el suave aliento de Denna en un brazo. No habria podido dormir ni que hubiera querido. Su proximidad me llenaba de chisporroteante energia, de tibieza, de un suave y constante zumbido. Me quede despierto saboreandola; cada momento era precioso como una joya.
Entonces oi partirse una rama a lo lejos. Y luego otra. Unas horas antes solo queria que el draccus acudiera veloz a nuestro fuego. Ahora, me habria dejado cortar la mano derecha para que aquel animal siguiera su camino otros cinco minutos.
Pero vino. Empece a desenredarme lentamente de Denna. Ella apenas se movio.
– ?Denna?
La zarandee un poco, primero con suavidad, y luego con mas energia. Nada. No me sorprendio. Existen pocas cosas mas profundas que el sueno de un consumidor de resina.
La tape con la manta y le puse mi macuto a un lado y el saco de hule al otro, a modo de sujetalibros. Si se daba la vuelta dormida, toparia con los bultos y no rodaria hacia el borde del itinolito.
Fui hasta el otro lado de la piedra y mire hacia el norte. El cielo todavia estaba nublado, asi que no vi nada mas alla del circulo de luz de la hoguera.
Palpe la superficie de la piedra hasta que encontre el trozo de cordel que habia tendido sobre la parte superior del itinolito. El otro extremo estaba atado al asa de cuerda del cubo de madera que estaba abajo, entre la hoguera y los itinolitos. Mi principal temor era que el draccus aplastara el cubo sin darse cuenta, antes de haberlo olido. Si eso sucedia, pretendia tirar del cordel, levantar el cubo y luego volverlo a bajar. Denna y yo nos habiamos reido de mi plan, llamandolo «pesca de gallina».
El draccus llego a la cima de la colina; avanzaba ruidosamente entre la maleza. Se detuvo justo en medio del circulo de luz. Sus oscuros ojos tenian un brillo rojizo, y tambien vi destellos rojos en las escamas. Dio un fuerte resoplido y empezo a bordear el fuego, moviendo la cabeza lentamente hacia delante y hacia atras. Lanzo una llamarada, y yo lo interprete como una especie de saludo o de amenaza.
Se lanzo hacia nuestra hoguera. Pese a que yo ya la habia observado mucho, volvio a sorprenderme lo deprisa que podia moverse aquella enorme bestia. Se paro cerca del fuego, volvio a resoplar y entonces se acerco al cubo.
Si bien el cubo era de madera resistente y podia contener al menos dos galones, parecia diminuto como una taza de te al lado de la enorme cabeza del draccus. El animal resoplo una vez mas y empujo el cubo con el morro, volcandolo.
El cubo rodo describiendo un semicirculo, pero yo habia apretado bien la resina en el fondo. El draccus dio otro paso, volvio a resoplar y se metio el cubo en la boca.
Senti tanto alivio que casi olvide soltar el cordel. Se me escapo de las manos cuando el draccus mastico un