vengativa.
Pero alli no habia nadie que pudiera ver como sucedio todo. Y no habia ningun Dios que guiara la rueda. Solo estaba yo.
81 Orgullo
Mire hacia abajo y vi al draccus aplastado bajo la gran rueda de hierro forjado. Yacia, inmovil y oscuro, frente a la iglesia, y pese a que aquello era necesario, senti una punzada de pesar por haber matado a aquella pobre bestia.
Senti un profundo alivio mezclado con agotamiento. El aire otonal era fresco y dulce pese al humo, y el tejado de piedra de la iglesia estaba frio bajo mis pies. Con cierta petulancia, guarde la escama y la piedra iman en el macuto. Inspire hondo y contemple el pueblo que acababa de salvar.
Entonces oi un chirrido y note que el tejado se movia bajo mis pies. La fachada del edificio se combo y empezo a desmoronarse, y yo me tambalee al empezar a hundirse el tejado. Busque otro tejado al que saltar, pero no habia ninguno lo bastante cerca. Intente retroceder al mismo tiempo que el tejado se desintegraba y se convertia en una lluvia de escombros.
Desesperado, salte hacia las calcinadas ramas del roble. Agarre una, pero no soporto mi peso y se partio. Cai por entre las ramas, me golpee la cabeza y perdi el conocimiento.
82 Fresno y olmo
Desperte en una cama. En una habitacion. En una posada. Al principio, eso era lo unico de lo que estaba seguro. Me sentia como si me hubieran tirado una iglesia por la cabeza.
Me habian lavado y vendado. Me habian vendado con mucho esmero. Alguien se habia dignado curarme todas las heridas recientes, por pequenas que fueran. Tenia vendas blancas alrededor de la cabeza, el pecho, una rodilla y un pie. Hasta me habian limpiado y vendado las leves escoriaciones de las manos y la herida que me habian hecho los matones de Ambrose con el punal tres dias atras.
Por lo visto, lo peor era el golpe en la cabeza. Me dolia, y cuando la levantaba me mareaba. Cada leve movimiento era una punitiva leccion de anatomia. Baje los pies de la cama e hice una mueca de dolor: «Traumatismo grave del polonio medial de la pierna derecha». Me incorpore: «Esguince oblicuo del cartilago entre las costillas inferiores». Me puse en pie: «Distension leve del sub… trans… Maldita sea, ?como se llamaba eso?». Imagine la cara de Arwyl, cenudo detras de sus gafas redondas.
Me habian lavado y cosido la ropa. Me la puse, moviendome despacio para saborear cada uno de los emocionantes mensajes que me enviaba mi cuerpo. Me alegre de que no hubiera ningun espejo en la habitacion, porque sabia que debia de ofrecer un aspecto lamentable. El vendaje de la cabeza me molestaba mucho, pero decidi no quitarmelo. Tenia la impresion de que era lo unico que impedia que se me cayera la cabeza a trozos.
Me acerque a la ventana. Estaba nublado, y bajo la luz grisacea el pueblo tenia un aspecto espantoso: habia hollin y cenizas por todas partes. La tienda de la acera de enfrente estaba destrozada, como una casa de munecas que un soldado hubiera pisado con su bota. La gente iba de un lado para otro, despacio, pasando entre los destrozos. Las nubes eran lo bastante densas para que no pudiera calcular que hora era.
Oi una debil rafaga de aire al abrirse la puerta; me volvi y vi a una joven plantada en el umbral. Joven, hermosa, sencilla; la tipica chica que trabajaba en pequenas posadas como aquella: una Nellie. Nell. La clase de chica que se pasaba la vida estremecida porque el posadero tenia mal genio y una lengua viperina y porque no tenia reparos en darle una bofetada cuando lo creia oportuno. Me miro con la boca abierta; era evidente que le habia sorprendido verme levantado.
– ?Hubo muertos? -pregunte.
Nego con la cabeza.
– El hijo de los Liram se rompio un brazo. Y varias personas sufrieron quemaduras… -Note que todo mi cuerpo se relajaba-. No deberia levantarse, senor. El medico dijo que seguramente no despertaria. Necesita descansar.
– ?Ha regresado… mi prima al pueblo? -pregunte-. La chica que estuvo en la granja de los Mauthen. ?Esta aqui?
La joven nego con la cabeza.
– Solo usted, senor.
– ?Que hora es?
– La cena todavia no esta lista, senor. Pero si quiere puedo subirle algo.
Habian dejado mi macuto al lado de la cama. Me lo colgue del hombro; dentro solo quedaban la escama y la piedra iman. Mire alrededor buscando mis botas, hasta que recorde que la noche pasada me las habia quitado para caminar mejor por los tejados.
Sali de la habitacion -la chica me siguio- y baje a la taberna. Detras de la barra estaba el mismo tipo, y seguia frunciendo el ceno.
Fui hacia el.
– Mi pariente… mi prima -dije-. ?Esta en el pueblo?
El tabernero dirigio el ceno hacia el umbral por el que yo acababa de aparecer y por el que en ese momento salia la chica.
– ?Como demonios lo dejas levantarse, Nell? Tienes menos cerebro que un perro.
Habia acertado: se llamaba Nell. En otras circunstancias, lo habria encontrado divertido.
El tabernero se volvio hacia mi y compuso una sonrisa que, en realidad, solo fue otro tipo de ceno.
– Caramba, chico. ?Te duele la cara? Me hace dano hasta a mi. -Rio de su propio chiste.
Lo fulmine con la mirada.
– Le he preguntado por mi prima.
Nego con la cabeza.
– No ha vuelto. Y espero no volver a verla nunca.
– Traigame pan, fruta y algo de carne -dije-. Y una botella de vino de frutas de Aven. De fresa, a ser posible.
El tabernero se inclino hacia delante y arqueo una ceja. Su ceno se transformo en una pequena y condescendiente sonrisa.
– No corras tanto, hijo. El alguacil querra hablar contigo ahora que te has levantado.
Aprete los dientes para contener las primeras palabras que acudieron a mis labios y respire hondo.
– Mire, he pasado un par de dias muy malos, no se puede usted ni imaginar como me duele la cabeza, y tengo una amiga que podria estar en apuros. -Lo mire fijamente, con fria serenidad-. No tengo ninguna intencion de que las cosas se pongan desagradables. Asi que le pido por favor que vaya a buscar lo que le he pedido. - Saque mi bolsa.
El tabernero me miro; la ira iba reflejandose poco a poco en su cara.
– Maldito fanfarron. Si no me muestras un poco de respeto, te ato a una silla hasta que llegue el alguacil.
Puse un drabin de hierro encima de la barra, y me guarde otro en el puno.
El tabernero miro la moneda.
– ?Que es eso?
Me concentre y note que el frio iba extendiendose por mi brazo.
– Es su propina -conteste, y una fina voluta de humo empezo a ascender del drabin-. Por su rapido y cortes servicio.
El barniz alrededor de la moneda empezo a burbujear y a chamuscarse formando un anillo negro alrededor de la moneda de hierro. El hombre se quedo mirandolo, mudo y horrorizado.